La invasión a Kaesong

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Las caras serias de los presentes en la estancia no daban buenos augurios. Reflexivos, tratando de controlar los nervios y sin poder evitar que venenosas sensaciones de sospecha comenzaran a perturbar sus corazones dubitativos y débiles, esperaban que alguien fuera el primero en hablar, rompiendo así con las molestas especulaciones mentales que todos llevaban.

¿Quién hubiera podido sospechar dos horas antes de que empezara todo aquello, que el extraño niño “ungido” sería portador de una carta con noticias tan catastróficas? ¿Quién podía pensar que el príncipe Hyung Nil sería el autor de dicha carta, y que en una afanosa agonía se hubiese visto obligado a enviar a ese niño a Koryo antes de ser prácticamente obligado por sus guardias personales a exiliarse en un lugar desconocido con el fin de salvaguardar su vida?

—Kaesong fue invadida —susurró Jungkook, como si decirlo en voz alta le hiciera más fácil asimilarlo y creerlo.

Después de que el muchacho Kaesongino se hubiera recuperado de su desmayo, producto de un fuerte estrés y un gran cansancio, según diagnosticó Seokjin; luego de darle algo de comida y unas bebidas relajantes, e inmediatamente después de bañado y cambiado con ropas nuevas, entonces sí le sobrevino el interrogatorio.

En el palacio de Koryo ni siquiera los nobles hablaban el idioma de aquel extranjero, y el chico por su parte, era evidente que no entendía nada de Hangul. Sin embargo, para fortuna de todos, Jungkook y Jin Goo solucionaron aquel contratiempo. Ambos hablaban a la perfección el idioma de Kaesong aunque no estuviesen obligados a conocerlo. Las relaciones comerciales de Joseon con Kaesong y los hábitos nómadas de Jin Goo les permitían a los dos conocer varios dialectos de aquel reino.

Cuando el niño escuchó su lengua madre por primera vez durante aquellas terribles horas, aquello pareció resultar francamente refrescante para él. Porque si bien el chico se había relajado y estaba un poco más tranquilo luego de que le asearan y le dieran de comer, también era cierto que aun temía que en cualquier instante las cosas dieran vuelta de hoja y su cabeza terminara adornando las puertas de acceso al palacio.

Con una franca sonrisa, Jungkook fue el primero en hablarle con confianza. Se sentía plenamente identificado con aquel jovencito. El sabía muy bien lo que era servir de por vida a una promesa no elegida, sabía lo que era tener el destino escrito y comprender lo que le deparaba éste: una absoluta soledad. Sabía lo que era aislarse del mundo para que no fuera tan doloroso ver como los demás avanzaban mientras tú te quedabas atrás, atado a tu agonía. Si, él lo sabía, lo sabía de sobra.

El chiquillo levantó su mano conmovido, cuando vio una lágrima descender por la mejilla de Jungkook. Sin miramientos se la limpió y la tomó entre sus dedos casi acariciándola. Era la primera vez en su vida que veía a alguien llorar. Jungkook se sintió sucio y cruel ¿Cómo se atrevía a quejarse de su situación cuando tenía frente a él a una persona que durante muchos años había mantenido solo el contacto humano estrictamente necesario? ¿O acaso su situación era peor? Después de todo ¿qué era más difícil, nacer ciego o perder la visión después de haber conocido la belleza de los colores?

La mano del chiquillo volvió a ascender muchas veces durante los minutos de meditación de Jungkook. De forma medio juguetona, el niño tocó la cinta dorada que el rey llevaba en la frente y leyó en voz alta la inscripción.

Jungkook se sorprendió visiblemente.

—¿Conoces el lenguaje de las Diosas? —le preguntó enseguida en un perfecto Seevetal, la lengua de Kaesong.

El muchacho asintió sonriente. Ahora sabía que se hallaba ante otro semejante a él, estaba ante otro “ungido”, el chico había sido dedicado a Lattifa, la Diosa de Kaesong.

Hablaron durante casi una hora. Jin Goo mientras tanto, permanecía con los brazos cruzados, recostado en una esquina, haciendo que los otros dos presentes se olvidaran de su presencia. El varón sabía que ese encuentro era necesario, de manera que considero mejor dejarlos hablando solos. Era menester que Jungkook se viera a sí mismo representado en alguien más.

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora