El enigma de la vida

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La caravana real dejó atrás la llanura para entrar al profundo valle donde estaba asentado el campamento de Hyung Nil.   
Salieron temprano de Koryo, cuando aun lloviznaba, suponiendo que tiempo era con lo que menos contaban ahora que Hyo Seop se había coronado como rey de Yurchen y que tenía a Yoongi con él. Woo Seok decidió quedarse a cargo del palacio en ausencia de todos los varones sin poder reprimir las lágrimas de tristeza, una vez que se hubo despedido de sus hijos y de Hyunjin.  

Cuando por fin llegaron a las laderas de la montaña, unas millas más lejos de lo que habían pensado encontrar a los soldados de Kaesong, todos descendieron a las orillas de un riachuelo para dar bebida a los caballos y comer algo.

A los pies de la colina, que hacía las veces de frontera natural con Joseon, se veía el campamento de Hyung  Nil con apariencia de estarlos esperando. Harían el resto del camino a pie, decidió Namjoon, quien lideraba el viaje. Los aliados estaban a la vista y los caballos necesitaban descanso, a más tardar en treinta minutos llegarían a su destino.

Hyunjin aprovechó la breve pausa en el camino para enjuagarse la cara en el agua de la pequeña corriente, pensando de paso en aquella fuerza maligna que venía sintiendo desde hacía un par de horas y que se hacía más fuerte a medida que avanzaban hacia al campamento. Era algo horrible que le hacía transpirar y le quitaba el aliento, una fuerza muy similar a la que sintió la primera vez que tuvo contacto con Woo Seok, luego de que éste cayera en cama.

—¿Te sientes sofocado? —preguntó Namjoon acercándosele mientras le ayudaba a ponerse de pie.

—No, estoy bien. Pero me gustaría quitarme todas estas telas. Pesan y me irritan.

Namjoon negó con la cabeza.

—Debes cubrirte hasta que esté seguro de que todo irá bien, y que esta gente no se exaltará al verte. ¿Lo comprendes, verdad?

—Sí, creo que lo comprendo. Supongo que no debo ser muy popular luciendo como si fuera un Yurchiano. —Sonrió con amargura envolviéndose en la pesada lana. —Será mejor que nos demos prisa o volverá a llover.

Así fue, volvió  a llover. Pero para ese momento ya todos estaban bajo resguardo en plena frontera y lo primero que hizo Namjoon al desmontar fue ir al encuentro con Hyung Nil, en la tienda donde ya sabía, también que se hallaba Taehyung.

El reencuentro fue conmovedor.

—Hermano mío, hermano de mi alma. —Namjoon abrazó a Taehyung con fervor y le besó ambas mejillas mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. —Gracias a las Diosas que estás vivo, gracias a las Diosas por volvernos a ver.

—Namjoon —sollozó Taehyung con idéntica emoción. —Te necesitaba tanto, hermano querido. Esto ha sido una verdadera pesadilla.

Después del intenso abrazo, ambos hombres se sentaron a un costado de la estera donde yacía Hyung Nil. Las llagas le habían desfigurado el rostro y el príncipe deliraba por la fiebre, atormentado muy seguramente por sus visiones de oráculo. Decía tantas cosas en su agonía que era imposible saber cuáles eran alucinaciones y cuales profecías.

—Vino conmigo alguien que podrá curarlo —aseguró Namjoon.

 —Imposible. —refutó Taehyung. —Retuvimos a varios Yurchianos durante el ataque en Joseon y ni siquiera ellos lograron sanarlo siendo como son, los más poderosos sanadores.

 —Pues la persona que vino conmigo también tiene sangre Yurchiana y su poder es increíble, es el sanador más poderoso de los cinco reinos —insistió su hermano. —Debes creerme y permitir que lo vea.

 —¿Podemos confiar en ese hombre? —dudó Taehyung.

—Completamente. —Namjoon sonrió. —Es mi esposo.

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora