Infidelidad

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Sin importarle el ruido que hacía la vasija al quebrarse sobre el suelo de la habitación, Jimin dejó salir toda la rabia que estaba sintiendo.  

Tenía que descargarse con algo o no podria dormir tranquilo.

Habia sido un tonto.

Llegó a pensar que Yoongi si lo comprendía y que lo tomaba en cuenta, pero su marido había resultado tan, o más inflexible que Jung Hyung y Namjoon, juntos.

—¡Rayos! ¡Esta misión era de ambos! —bufó colérico. —¡Taehyung es mi hermano!

Con rabia, desenrolló el camisón de dormir que guardaba debajo de la almohada y comenzó a sacarse la ropa. Primero se quitó el abrigo de lana que había usado aquél día y que aún estaba húmedo por la lluvia de la mañana. Luego se sacó los pantalones grises que llevaba y colocó todo en forma de bulto sobre un mueble. Cuando se sentó en el borde de la cama para quitarse las botas, se percató de que éstas lucían sucias de barro y también estaban mojadas.

“Seguro ensuciaron el tapete del comedor común.” pensó.

Aquel dia habia llovido, y se habia mojado cuando él y Yoongi salieron de la aldea para reunirse con Jin Goo, quien finalmente había podido contactar con ellos. Después de eso, Yoongi le ordenó volver a la pensión y esperar alli mientras él y Jin Goo volvían a la joyería donde días antes habían estado, esa donde obtuvieron una pista vital que podía conducirlos al ladrón de la amatista de plata.

Jimin había querido acompañar a los varones, pero Yoongi se mostró en desacuerdo, considerando aquello peligroso. Así que por eso, se había quedado de nuevo rezagado y apartado como siempre, tratado como un indefenso doncel, una frágil criatura necesitada de protección.

Eso lo tenia tan fastidiado que olvidó cerrar la puerta con cerrojo.

Cuando se agachó para recoger las tiras de tela que conformaban su disfraz de embarazado, notó que una tenue lumbre asomaba por la rendija de su puerta. Su cuerpo se crispo y trató de apagar la luz de su recamara.

Fue inútil... ya lo habían visto.

—¿Quién eres? ¡Sal de alli! ¡Ya te vi! —Con una calma increible, se adelantó dos pasos y se paró a menos de un metro de la puerta. En ese instante, la luz tras ella pareció balancearse y retroceder. Jimin abrió de golpe y la figura de un jovencito, tembloroso y agitado, apareció del otro lado. El chico lo miraba con ojos desorbitados y respiraba ansioso. Era uno de los hijos del casero.

—Yo... lo lamento, no quería... —El muchacho titubeo mirando el vientre plano de Jimin. Su rostro, iluminado por el fuego de un candil que llevaba en la mano, estaba pálido. —Tú no estás embarazado!.

—¡Cállate! —De un manotazo, Jimin haló al chico, metiéndolo bruscamente dentro del cuarto. Con igual violencia, lo tiró sobre la cama y cerró la puerta.

El jovencito temblaba tanto que la luz del candil bailoteaba por toda la habitación. Jimin se paró frente a él y lo miró con fiereza. Estaba preparado para enfrentar la reacción que tuviera el otro muchacho, fuera la que fuera. Incluso, de ser necesario, usaría la violencia. Tal vez, él no fuera el doncel más fuerte, pero el chico que temblaba frente a sus ojos era más delgado. y de menor estatura. También lucía muy frágil, a pesar de que Jimin sabía que no lo era tanto, pues todas las mañanas lo veía cargar los pesados sacos de harina que su mamá usaba para hacer las empanadas que vendía en el mercado.

—¿Qué pasa? ¿No vas a gritar? —Jimin se acercó peligrosamente al chico, intimidándolo —Has visto algo que no debías ver y no puedo permitir que se lo cuentes a nadie ¿me oyes?

—Yo no diré nada ¡Lo juro! —El muchacho puso el candil sobre la mesa y se puso de pie. Cuando Jimin apagó la lámpara que colgaba de la pared, una ráfaga de viento pasó por su lado.

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora