Capítulo Final: El verdadero enigma de la vida

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Esta noche bailaremos como si no existiera un mañana....   

Varios días más tarde desde la terraza de su habitación, Jungkook miró el movimiento en los patios de armas

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Varios días más tarde desde la terraza de su habitación, Jungkook miró el movimiento en los patios de armas. Los soldados se preparaban para la batalla donde pretendían expulsar a los pocos Yurchianos restantes, de todas las aldeas que aún siguieran en poder de estos.

Con el nacimiento de Yeonyun y la reaparición de Taehyung, la tensión entre Koryo y Joseon se había roto por completo y los ejércitos ahora eran de nuevo una sola alianza contra Yurchen.

Jimin había escuchado a su hermano y los ojos de su sobrino lo hicieron recapacitar. No confiaba del todo en Jungkook, pero Hyung Nil le había advertido que ya no debía irse más en su contra y él le creía. Después de lo acontecido con Hyunjin ya no se atrevia a dudar de las profecías del oráculo de Kaesong.

Suspirando, Jungkook miró el cielo con la luna nueva en lo alto, luego miró la cama donde Taehyung dormía y sonrió con tristeza.

No había podido escapar de su destino... nadie podía.

Haber roto su promesa había sumido los cinco reinos en la desgracia, le había hecho descubrir la horrible verdad sobre lo que realmente era y había acabado con la vida de muchos inocentes. Aunque no lo quisiera aceptar, lo que decían los sacerdotes de SiKje era verdad: nadie puede mirar dos caminos ni pretender caminar por dos sendas opuestas. El ser humano sólo tiene un corazón en el pecho y por lo tanto no puede vivir dos vidas.

En eso pensaba cuando Taehyung despertó. Su príncipe, su amor, caminó hasta él tirándose a sus pies para aferrarlo por la cintura. Aún desconocía el por qué, pero durante el transcurso de esos últimos días, no había dejado de tener aquel horrible presentimiento y esa noche queria detener el tiempo, hacer que el tic tac del reloj dejara de correr, que la luna reinara para siempre y que jamás amaneciera.

—No me dijes nunca, tesoro —sollozó a los pies de Jungkook, ahogado en lágrimas. El rey lo puso en pie tomándolo entre sus brazos y sin más esperas lo besó; le absorbió el aliento rodeándolo con sus brazos en una intimidad perfecta y sublime. Taehyung cerró sus ojos y lloró con fuerza. Ahora lo sabía con certeza: aquella sería su última noche juntos, sin embargo, lucharía hasta el final porque no fuese así, aunque algo en su interior le gritara que no ganaría esa pelea y la felicidad se escaparía de sus manos como si fuese arena y su tesoro se iría para siempre lejos de él.

Sonrió en medio del beso a pesar de su sufrimiento. Acababa de descubrir que Jungkook era tan testarudo como las rosas negras, aquellas que crecían cuando querían, donde querían y bajo las manos de quien querían, eran como las Diosas, dueñas de su propio destino.

—Quédate conmigo esta noche —pidió luego en un susurro casi agónico.
—Bailemos como si no existiera un mañana.

—¡Oh, Taehyung!

—¡Qué nada nos detenga esta noche! —insistió el Koryano —¡Qué por hoy nada esté prohibido!

—Amor de mi vida, —Jungkook suspiró. —Esta noche bailaremos sin que importe nada —aceptó, —esta noche te doy toda mi vida, esta noche tú serás el Dios y yo tu esclavo.

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora