El pretendiente

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Jimin no separaba la vista de su mamá mientras este lo acicalaba para el encuentro con su misterioso pretendiente. Woo Seok de pie a sus espaldas, le probaba todo tipo de peinados y diademas para el cabello, mientras una procesión de donceles rondaban por todo lo ancho de la habitación, desempolvando vestidos, lustrando zapatos y brillando las joyas. Por más que había tratado de hacerle confesar a su mamá el nombre de su pretendiente, Jimin no había logrado nada. Woo Seok era más reservado que una tumba cerrada y ante las inquietas preguntas de su hijo, solo respondía con una pícara sonrisa y un irritante: "Ya lo veras".

"No puede ser el príncipe Yoongi tu pretendiente" se decía. Parecía imposible que luego de todo lo ocurrido aquel hombre tuviese el valor, el descaro y la osadía de pedir su mano. Aunque posiblemente Hyunjin pudiese haberlo convencido de remediar su error con un matrimonio. Sin embargo, no parecía muy probable aquella posibilidad; en efecto parecía más bien lejana y casi imposible. Tenía que ser alguien más. ¿Pero quién? Jimin se hacía un enredo con sus propios pensamientos. Mientras se veía al espejo con el cabello en todas las posiciones posibles, pensaba en lo inverosímil de todo aquello y no pudo evitar soltar un grito de desesperación.

—¡Por las Diosas, ya déjenme en paz!

—¡JIMIN! —Del susto por el repentino alarido de su hijo, Woo Seok soltó el peine que tenía en la mano. —¡¿Qué son eso gritos?!  —le riñó cuando un sirviente lo alzó y se lo devolvió. —Acomoda la cabeza que te pondré un broche.

Jimin ladeó la cabeza a regañadientes y una esmeralda engarzada en oro fue puesta entre sus cabellos. Woo Seok había notado la aprehensión de su hijo y la mirada triste que tenía. Sin embargo, esperó hasta tenerlo bien peinado para rodar la butaca, inclinarse y hablarle a la cara.

—Mi amor, escúchame. —Su voz era como un suave susurro. Cuando Jimin alzó la vista para devolverle la mirada, su expresión era dulce y serena. —Solo tienes que conocerlo —le dijo acariciándole el rostro. —Si después de eso tu respuesta sigue siendo un no, juro que aunque tenga que pasar por encima de tu padre o de quien sea, nadie te obligara a casarte.

—Mamá... Mamá, gracias. —Jimin dejó salir unas escasas lágrimas que rápidamente quedaron ocultas bajo una capa de polvo que uno de sus donceles le aventó en la cara usando un pomo gigante. Luego de eso, solo podía recordar que era tocado por más de una docena de manos que lo desvistieron más de quince veces y le probaron más de cincuenta pares de zapatos. Solo después de dos horas, la hermosura del príncipe, perfectamente acicalado, los deslumbró a todos.

Jimin se dispuso a mirarse al espejo después de cambiarse él solo los guantes. Todos en la habitación tenían cara de haber caído bajo el hechizo de algún ente malvado, pues lo miraban como idiotizados y algunos suspiraban a su paso.

—Bellísimo —dijo finalmente Woo Seok, con una gran sonrisa de aprobación.

El príncipe avanzó por lo largo de su habitación y cuando su figura estuvo ante sus ojos casi soltó un gemido de estupefacción. No quería parecer soberbio, pero estaba radiante; casi no se reconocía a sí mismo y no es que se viese feo antes, para nada; era solo que siempre había sido un poco desaliñado y muy sencillo en el arreglo, como Namjoon. Ahora en cambio parecía un verdadero príncipe... Los moretones que aún se notaban en su cara habían sido cubiertos por completo con una pasta de maquillaje muy sutil. Llevaba una camisa verde preciosísima decorada con troquelados en filigrana dorada y pequeñas esmeraldas; el pantalón estaba un poco ceñido, pero era lo suficientemente amplio para no lastimarlo y las botas, en una gamuza también verde, tenían un tacón de tres centímetros que le hacía ver elegantemente más alto.

Dio una media vuelta perfecta, los cabellos que habían quedado sueltos ondearon tras él como una capa, y Jimin miró a su audiencia dedicándoles una sonrisa. Con gusto intercambiaría papeles con el rey Jungkook y llevaría aquella promesa de castidad por el resto de su vida, pero ni modo, las cosas eran como eran y que pasara lo que las Diosas quisieran.

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora