Sobrevivir

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Dos horas después de la muerte de Hyunjin, Namjoon llegó al palacio, sin saber que había sucedido pues la batalla lo había agotado tanto que el pobre ni siquiera podía usar su legeremancia.   

Nunca antes había subido tan a prisa las escaleras de la mansión central, ni atravesado con tanta angustia aquellos vastos corredores. Taehyung intentó detenerlo un par de veces antes de que entrara a la recamara donde yacía el cuerpo inerte de Hyunjin, pero su hermano logró hacerse paso con aspereza, loco de desesperación.

Cuando finalmente llegó a la recamara donde su esposo ya no lo esperaba, Woo Seok se cubrió el rostro al verle caer de rodillas a pocos pasos de la cama donde se hallaba Hyunjin. El varón estaba herido de dolor y fue desgarrador verlo arrastrarse hasta el lecho para tomar su mano entre las suyas y contemplarlo mientras lloraba aturdido de pena.

—Encanto... vuelve mi precioso encanto —dijo abrazando el cuerpo que ya se había empezado a poner rigido. —Siempre fuiste tan rebelde, ¿verdad, amor mio? —sollozó más fuerte mirando el rostro de su amado, nacarado por la palidez de la muerte. —Tan rebelde que hasta osaste irte antes de mí, dejándome este dolor —le reclamó.

—Namjoon —le llamó Woo Seok en ese momento, tratando de sacarlo de aquel horrible impacto, pero él sólo se acostó junto a los restos de su esposo mientras el sol se alzaba por completo en el cielo, iluminando de lleno la alcoba. El reloj, el mismo que había contado cada segundo de la agonía de Hyunjin, se había detenido a las cinco y cuarto, la hora de su muerte.

Entonces, de repente, Namjoon se levantó de la cama a toda prisa, como si súbitamente hubiese recordado algo. Corriendo como alma perseguida por algún espanto, atravesó los corredores de la mansión central seguido por Taehyung, quien al ver aquella reacción, lo persiguió despavorido pensando que su hermano iba a lanzarse desde alguna de las torres del castillo.

Pero Namjoon no subió a las torres, todo lo contrario. El muchacho bajó a los patios traseros del castillo, donde se encontraba aquel cuartucho en el que le gustaba dormir y entró en el. Taehyung lo vio remover algunas cosas, hasta sacar algo de uno de los gruesos cofres y luego, con la misma prisa, subió de nuevo a la habitación donde estaba el cuerpo de Hyunjin y se acercó. Se sentó nuevamente en la cama y tomando el lívido brazo del cuerpo inerte, colocó en aquella muñeca fría, el reloj de plata que se le había caído a Hyunjin la noche en que lo conoció.

—Iba a dártelo el día que naciera nuestro hijo —le dijo al cadáver de una forma que hacía pensar que para él, el bebé también estaba muerto. —Iba a decirte que ahora sí quedábamos a mano.

—Namjoon, el niño está vivo. Es un varón, está frágil y delicado, pero vivo.

—Ahora estamos a mano, mi encanto —Namjoon ignoró las palabras de su mamá y con cuidado ordenó los cabellos de Hyunjin que se desparramaban en la cama. Tiernamente delineó los labios violáceos y fríos que se resaltaban en aquel rostro pálido y controlando su llanto los besó.

—El niño vive Namjoon ¿Quieres conocerlo? —preguntó Woo Seok, pensando que no lo había escuchado antes.

Pero entonces, sucedió lo inesperado.

Namjoon alzó el rostro y miró a su mamá haciendo un gesto de desprecio. Acto seguido, se paró, caminó hacia la puerta y, una vez en el umbral, se giró y habló.

—No quiero conocer a ese maldito niño. Mi encanto está muerto por su culpa. Lo odio.

 Lo odio

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El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora