Promesa rota

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El rey Jungkook, último miembro de la casa real del esplendoroso reino de Joseon, surcaba la explanada con la sencillez y el afán de un plebeyo. Las ráfagas de viento golpeaban sin misericordia la pálida tez de su rostro y agitaban los pliegues de su ropa oscura, mientras sus cabellos trataban de llevarle el ritmo al resto de su cuerpo, separados éstos como un abanico agitado por el viento.  

La cinta de su frente estaba más radiante bajo los destellos del sol de la tarde; la inscripción en letras doradas y lenguaje divino se resaltaba soberbia ante cualquiera que pudiese verla y comprenderla. Sin embargo, en aquel momento, desde aquella meseta  infinita y silenciosa, no se divisaba ninguna otra presencia además de la suya.

En ese momento, la agonía y el miedo acrecentaban la hermosura de sus facciones, y sus cejas, se levantaban unos milímetros más de lo habitual cuando el doncel entrecerraba los ojos para evitar los rayos de sol. El silencioso trayecto, lejos de tranquilizarlo, imprimió mas inquietud en su ya de por sí aturdido espíritu. Bien sabía él, por experiencia propia, que las aguas mansas solo eran el preludio de la más furiosa de las tormentas.

Aferró un poco más las riendas del caballo y meditó a profundidad acerca de lo que estaba haciendo. ¿Qué sentido tenía todo aquello? ¿Por qué apenas enterarse de que Taehyung podía encontrarse en peligro había salido disparado como loco en su búsqueda? ¿Acaso así solían actuar los enamorados? ¿Era requisito del amor hacer perder la razón a sus víctimas?

Recordó, como un lejano sueño, el día en que fue informado de la partida de Jin Goo. Recordó que al principio solo le había parecido una broma de mal gusto, pero recordó también  que después de confirmar que, en efecto, la partida de su mentor era una realidad, su corazón se había estremecido de pena y dolor. Recordó que había dolido mucho, pero recordó también que en aquella ocasión nunca pasó por su mente, ni por un instante, la idea de salir a buscarle.

Entonces ¿Por qué con este príncipe loco solo le bastó oír las noticias de ese esclavo para no dudar en robar uno de los caballos de los establos y salir a prisa en su búsqueda? ¿Por qué la idea de perderlo le era mil veces peor que la certeza de haber perdido a Jin Goo años atrás?

Tocó su pecho en ese sitio donde los Joseonanos decían que se encontraba el alma. Sintió su corazón galopar a la misma velocidad que el corcel sobre el que iba montado. Era la primera vez que latía a un ritmo semejante, y también era la primera ocasión que sentía que estaba a punto de saltarle fuera del pecho.

Taehyung se hacía llamar su esclavo, sin embargo para él, en aquel momento, su adorado príncipe era un Dios en el cual desbordaba toda su fidelidad y sumisión. Por fin había encontrado un nuevo dueño, un ser que pudiera devolverle los sentimientos que en él depositara.

No era justo pasar su vida sirviendo a una Diosa y a una piedra que no lo veían más que como a un prisionero. Toda su vida fue un monarca sometido bajo el yugo de un cruel destino no elegido, y así lo había aceptado y lo había seguido sin rechistar.

Pero ya no más.

De ahora en adelante, él decidiría el rumbo que tomaría su existencia. Taehyung le había hecho conocer un sentimiento al cual no estaba dispuesto a renunciar, porque no era lo mismo aceptar ser ciego cuando se nacía sin el don de la vista, que cuando se tenía la dicha de ver, aunque fuera por pocos instantes, la belleza de los colores.

Jungkook había visto la belleza del amor, uno al cual no pensaba ni quería renunciar. Nunca más.

¿Qué pasaría ahora con su promesa? ¿Cómo se tomaría SiKje su rebeldía? Se preguntó, sin embargo ¿Habría algún castigo para él, o peor aún, para su amado Taehyung? Según el libre albedrio no, pero también era cierto que cada acto tenía sus consecuencias y eso era algo a lo que ni el más grande soberano podía escapar. ¿Cuál sería la consecuencia de incumplir con su promesa?

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora