Capítulo 2: En el Corazón de la Tormenta

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El campo de batalla se extendía hasta el infinito, una extensión de desolación y destrucción que envolvía el corazón de Clarke. El estruendo de la guerra llenaba el aire, un tumulto de gritos, disparos y el sonido metálico de espadas chocando. Con el corazón latiendo en su pecho como un tambor de guerra, Clarke se aventuró entre los escombros, con la esperanza de encontrar a Lexa, su guía, su amante, su compañera en las batallas de la vida y la muerte. Cada paso era una lucha, cada respiración era un gemido de fatiga mientras buscaba frenéticamente entre las ruinas de la batalla. Los escombros caían a su alrededor como una lluvia de estrellas fugaces, pero nada podría detener su búsqueda. "¡Lexa!" Su grito se perdió en el estruendo de la batalla, pero Clarke continuó llamando el nombre de Lexa con una determinación que no conocía límites. Con cada grito, con cada llamado, esperaba escuchar la respuesta de la mujer que amaba. Mientras se abría paso entre los escombros, Clarke se encontró frente a un momento de tregua. El ruido de la guerra parecía disminuir ligeramente, permitiendo que un sentido de familiaridad filtrara a través de su determinación. Se detuvo, tratando de captar ese sentimiento fugaz que danzaba justo fuera de su alcance. Un escalofrío recorrió su espalda mientras escudriñaba la oscuridad circundante. Había algo familiar en ese silencio, algo que despertaba recuerdos sepultados en lo profundo de su alma. Con una determinación firme, Clarke se sumergió en ese silencio, escuchando con cada fibra de su ser. El viento del desierto susurraba entre las dunas de arena, un lamento dulce que acunaba su alma. Clarke cerró los ojos y se abandonó al llamado de la tierra, sintiendo el calor de la arena bajo ella, el frío punzante del aire nocturno acariciando su piel.

Una respiración profunda llenó sus pulmones, sincronizando su latido con el ritmo del desierto. Luego, con todo el valor que poseía, Clarke gritó el nombre de Lexa en la oscuridad.

"¡Lexa!"

Su grito resonó entre las dunas de arena como un rayo de luz en la oscuridad, una invocación desesperada que cortó el silencio de la noche. Clarke esperó, con el corazón en la garganta, esperando contra toda esperanza escuchar una respuesta. Pero el desierto permaneció inmóvil, envuelto en un silencio que parecía durar una eternidad. No había ninguna señal de Lexa, ningún indicio de su presencia en el vasto desierto que se extendía frente a Clarke. La decepción amenazó con quebrar su espíritu, pero Clarke no se rindió. Con cada fibra de su ser, se aferró a la esperanza que aún ardía dentro de ella. Lexa debía estar ahí afuera, en algún lugar, y ella no se detendría hasta encontrarla. Con el corazón pesado, Clarke se alejó del desierto y regresó al campo de batalla, más decidida que nunca a encontrar a Lexa y ponerla a salvo.

Mientras se adentraba entre los escombros humeantes, un nuevo sentido de urgencia se apoderó de ella. Debía encontrar a Lexa antes de que fuera demasiado tarde, antes de que el caos de la guerra las separara para siempre.

The Grounders (Versión en Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora