La tercera túnica: Vhalor - El Rojo de la Sangre - parte 4

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La Tercera Túnica: Vhalor - El Ascenso de la Sangre Sagrada

La tercera túnica era de un rojo intenso, un rojo que recordaba la sangre derramada tanto en la batalla como en los ritos de paso. Llamada Vhalor, esta túnica era el símbolo de la vida y de la muerte, pero sobre todo de la resistencia. Era la sangre que unía a Lexa con sus compañeros caídos, la sangre que aún fluía dentro de ella, haciéndola parte de una línea ininterrumpida de guerreros y líderes. Cada hilo de esta túnica había sido teñido con la esencia de flores que solo crecían en los campos de batalla, donde miles de almas habían perdido la vida, y llevarla significaba portar esa fuerza, esa rabia, ese sacrificio.

En el crepúsculo del lago de Aenor, donde las aguas se confunden con la oscuridad eterna y el viento lleva el eco de batallas olvidadas, Lexa se preparaba para ponerse la tercera túnica del rito, una vestidura que no era mera tela, sino el símbolo de un sacrilegio antiguo y violento. Esta túnica, llamada Vhalor, era una manifestación oscura de venganza y de muerte, el estandarte que encadenaba al héroe a la crueldad y al dolor interminables.

Vhalor no era un simple atuendo, sino una entidad de pura violencia, un tejido impregnado de la esencia más infernal. Cada fibra de esta túnica había sido teñida en la sangre coagulada de guerras perdidas, de masacres en las que las almas habían sido rotas y olvidadas. El rojo no era solo un color, sino un abismo de sangre densa y putrefacta, una sustancia que parecía burbujear con vida maligna, pulsante como un corazón enfermo.

La túnica había sido tejida con filamentos de un material infernal, tejidos con la trama de la agonía y el tormento. Los hilos, negros y rojos, fueron extraídos de las flores de guerra, esas plantas que crecieron en terrenos saturados de huesos y sangre, germinadas en lugares de una violencia desgarradora. Los pétalos de estas flores, empapados con el sudor y la sangre de los moribundos, se maceraban y destilaban en un pigmento maldito, conferiendo a la túnica un rojo incandescente, casi líquido, que parecía vibrar con un odio antiguo y primordial.

Cada capa de Vhalor era una cicatriz viva, una herida que no se cerraba. El tejido, viscoso y denso, parecía deslizarse sobre la piel como una serpiente infectada, sus costuras revelaban runas de una antigua magia oscura, sellos de maldición y de locura. Estos signos no eran decoraciones, sino marcas de condena, símbolos de una crueldad perpetua que se manifestaba en cada pliegue, en cada contorno.

El rito que Lexa estaba a punto de enfrentar era un baño de sangre y de ritos infernales, una prueba de resistencia y desesperación. En las aguas del lago, que ya estaban manchadas por décadas de oscuridad y sacrificios humanos, Vhalor no flotaba, sino que parecía absorber cada partícula de maldad, cada instante de agonía que el agua contenía. Cada vez que Lexa se sumergía en el lago, las aguas, en su momento puras, se convertían en un tumulto de sangre y oscuridad, como si la túnica evocara desde el fondo de las entrañas del lago una masa de dolor y venganza.

El contacto con el agua no purificaba, sino que transformaba. El rojo escarlata de la túnica se expandía, extendiéndose en vórtices de sangre líquida, como si el lago mismo fuera engullido por un abismo de tormento. Cada gota, cada ola era una manifestación de la furia de aquellos que habían sido sacrificados, y el rojo intenso de Vhalor se reflejaba como una lluvia de sangre escarlata. El tejido parecía absorber la energía maligna del agua, volviéndose cada vez más pesado, como si fuera una condena encarnada.

The Grounders (Versión en Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora