Las antorchas flameaban a lo largo de los pasillos de madera de la gran posada, proyectando sombras temblorosas sobre las paredes ásperas. El crepitar del fuego se mezclaba con el murmullo apagado de las personas que abarrotaban la sala principal, cada una ocupada en sus propios preparativos. Lexa, la Comandante de los guerreros, se movía entre ellos como una sombra, con un andar lento y controlado, los sentidos en alerta. Sus ojos verdes, de una intensidad que podía traspasar, se posaban en cada detalle a su alrededor, cada rostro, cada gesto. Debía teñirse el cabello de rubio, en obediencia a la antigua tradición de su pueblo, un rito que realizaba cada año en honor a los dioses y a los muertos.
El rubio, en el mundo de Lexa, no era simplemente un color, sino un símbolo de transición, de paso entre la vida y la muerte. En el pasado, los guerreros solían teñirse el cabello antes de enfrentar batallas decisivas, como una especie de amuleto que invocaba la protección de los dioses y aseguraba la victoria o una muerte gloriosa. Era un color sagrado, asociado a la fuerza y la resiliencia, un medio para conectarse con los espíritus de los caídos y con el poder ancestral del clan. Lexa sabía que cada mechón de esos cabellos rubios llevaba consigo el peso de las expectativas de su pueblo, y la responsabilidad de guiarlos hacia la victoria.
El ritual era una antigua práctica envuelta en misterio y sacralidad, transmitida a través de generaciones de sabios y guerreros, cada uno de los cuales había añadido significados y símbolos, transformándolo en un proceso profundo e intrincado. La ceremonia de purificación siempre comenzaba con la fase más temida y respetada: la inmersión en las aguas heladas del Lago de Aenor, un lugar considerado sagrado, el límite entre el mundo de los vivos y el de los espíritus. Aquí, Lexa debía sumergirse completamente, dejando que el agua abrazara cada fibra de su ser. Este gesto, llamado *Ethrala*, simbolizaba no solo la purificación física, sino también un viaje simbólico al más allá, donde sus antepasados la observaban y la juzgaban. El frío penetraba en los huesos, como una hoja que cortaba cada impureza, cada vacilación, preparándola para lo que vendría después.
Tras la inmersión, Lexa salía del agua, envuelta en un halo de vapor, casi como si hubiera emergido de un mundo diferente, un renacimiento simbólico. La fase siguiente, *Tir'na Ethros*, la vestimenta ritual, era el momento en que el alma de Lexa era adornada y preparada para el contacto con las energías antiguas. Cuatro túnicas eran vestidas, cada una de un color y un significado preciso, una capa tras otra, como velos que protegían y transformaban.
La primera túnica: Vrexion - El Negro del Abismo
La primera túnica era de un negro profundo, casi opaco, tejida con fibras obtenidas de plantas que solo crecían en tierras lejanas y desoladas. Llamada *Vrexion*, esta túnica representaba el Abismo, el vacío primordial del cual todo había surgido y al cual todo volvería. Vestirla significaba abrazar el caos y la potencia oscura que residía en cada guerrero, aceptar que antes de la creación existía la destrucción, y que solo atravesando la oscuridad se podía llegar a la luz.
En el corazón de tierras lejanas, rodeado por montañas que parecían sostener el cielo mismo, yacía el Lago de Aenor. Sus aguas, profundas e inmóviles, reflejaban una oscuridad que no era simple ausencia de luz, sino un llamado antiguo, una memoria del tiempo antes del tiempo. Era aquí donde Lexa se encontraba, sumergida hasta las rodillas, mientras el frío de las aguas le penetraba los huesos y el murmullo de los ancianos se deslizaba en el viento, casi un susurro que se mezclaba con el eco de un pasado perdido.
Sus pies se hundían ligeramente en el barro del lago, y Lexa sentía el peso de la ceremonia sobre ella. Ese día no era solo un rito de paso, sino una revelación, un acto que la uniría para siempre a fuerzas antiguas y oscuras que pocos podían comprender. Los ancianos, los guardianes del saber antiguo, se habían reunido alrededor del lago. Sus rostros, surcados por arrugas profundas como grietas, llevaban la sabiduría de siglos, y sus ojos brillaban con una luz innatural, una luz que testimoniaba el acceso a verdades secretas y temidas.
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The Grounders (Versión en Español)
FanfictionEn una época de tumultuosos cambios en la Tierra, dos pueblos se enfrentan en una guerra sin cuartel: los fieros Grounders y el Pueblo del Cielo. En el torbellino de este conflicto interminable, destacan dos figuras destinadas a cambiar el curso de...