Clarke caminaba bajo la lluvia, un manto de gotas incesantes que caían como un velo gris sobre ella. Cada paso que daba parecía ser un paso más lejos de la vida que había compartido con Lexa, un paso hacia una soledad profunda e ineludible. La lluvia le empapaba el rostro y la ropa, y cada gota era un recuerdo de Lexa, de lo que habían tenido y de lo que habían perdido. El ritmo de la lluvia, incesante y monótono, parecía latir en sintonía con el pulso de su corazón, que ahora era un torbellino de ira y dolor. Clarke se sentía consumida por la furia y el arrepentimiento, su mente un torbellino de pensamientos confusos y dolorosos. Cada charco que sorteaba era como un obstáculo insuperable, un símbolo de la distancia creciente entre ella y Lexa.
Las calles desiertas que recorría eran un reflejo de su soledad interior. Las farolas iluminaban esporádicamente su camino, proyectando sombras largas e inquietantes que parecían bailar con su angustia. La lluvia no hacía más que amplificar su dolor, cada gota un eco de las lágrimas que no había podido llorar cuando vio a Lexa arrodillada frente a ella.
El recuerdo de Lexa la atormentaba, cada sonrisa compartida, cada palabra dicha con amor, ahora transformadas en una serie de puñetazos en el estómago. Clarke era consciente de que, a pesar de la distancia física, el vínculo entre ellas era una sombra persistente, un tatuaje indeleble en su alma.
Mientras Clarke continuaba vagando bajo la lluvia, su mente era un campo de batalla, constantemente bombardeada por recuerdos y emociones contradictorias. La lluvia no era solo un velo físico, sino un símbolo de su tristeza y su ira. Cada gota parecía reflejar un aspecto de su relación con Lexa, desde la alegría hasta el dolor, desde la esperanza hasta la desesperación.
Clarke se encontraba en un limbo emocional, incapaz de encontrar una salida a la tormenta interior. El arrepentimiento por lo que había sido y la ira por la traición la consumían, creando una tormenta que amenazaba con arrasarla. Cada vez que cerraba los ojos, veía a Lexa, su figura arrodillada, su expresión de profundo arrepentimiento. Pero la ira era más fuerte, un fuego que ardía intensamente y que parecía devorar cualquier posibilidad de reconciliación.
Sus pasos se volvieron cada vez más frenéticos, como si intentara alejar los pensamientos que la atormentaban. La lluvia seguía golpeándola, pero no lograba lavar el dolor que sentía. Cada paso, cada respiración, era una batalla contra el caos emocional que la estaba consumiendo.
La calle desierta que recorría parecía extenderse infinitamente, y sin embargo, en el fondo, Clarke sabía que no encontraría respuesta a su angustia en un lugar físico. El conflicto interior era demasiado grande, demasiado profundo, y no había rincón del mundo que pudiera ofrecerle una salida.
Pasaron las semanas, y el dolor de Lexa y Clarke parecía intensificarse, pero sus vidas continuaban inexorablemente. Lexa se había retirado aún más, viviendo en un aislamiento cada vez más profundo. Su determinación de mantener una fachada de fuerza y distanciamiento era solo una cobertura para el dolor que sentía dentro de sí misma. Su trayectoria seguía suspendida entre el pasado y el futuro, un viaje difícil y tortuoso que requería tiempo y paciencia. Pero, por ahora, ambas habían encontrado una especie de cierre, un reconocimiento del dolor y de la esperanza que, de alguna manera, seguían uniéndolas, a pesar de todo.
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The Grounders (Versión en Español)
FanfictionEn una época de tumultuosos cambios en la Tierra, dos pueblos se enfrentan en una guerra sin cuartel: los fieros Grounders y el Pueblo del Cielo. En el torbellino de este conflicto interminable, destacan dos figuras destinadas a cambiar el curso de...