Capítulo 13: Entre las Sombras de la Intimidad

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En la penumbra de la habitación, el silencio era tangible, envolviendo a Clarke y Lexa en una atmósfera cargada de tensión e incertidumbre. Era como si el aire mismo contuviera la respiración, mientras las dos mujeres se encontraban frente a frente, separadas por un abismo emocional profundo y oscuro. Clarke, aún aturdida por el beso apasionado, luchaba por descifrar el tumulto de emociones pintado en los profundos ojos verdes de Lexa. Con un suspiro tembloroso, rompiendo el silencio que pesaba como una losa, Clarke susurró el nombre de Lexa, buscando una grieta en la coraza que la reina portaba con tanta maestría.

Lexa, siempre imperturbable, levantó apenas la mirada, sus ojos brillaban con una intensidad que proyectaba sombras danzantes en las paredes que las rodeaban. "No hay necesidad de hablar", respondió con calma, pero el tono frío cortaba el aire como una cuchilla afilada. Las palabras de Lexa resonaron en la habitación, cargadas de significados no dichos, como un eco proveniente de un pasado no resuelto.

Clarke se mordió el labio inferior, luchando con el tumulto de emociones que la golpeaban como olas impetuosas contra una solitaria roca. "No podemos ignorar lo que pasó", replicó con firmeza, decidida a sacar a la luz la verdad que había quedado suspendida en el aire como polvo dorado en un rayo de sol.

Lexa se alejó unos pasos, creando una distancia física que amplificaba el abismo emocional entre ellas. "Quizás tú no puedas", dijo, su voz tan cortante como el frío del invierno. "Pero yo sí puedo."

Las palabras de Lexa se estrellaron contra las paredes de la habitación, dejando a Clarke luchando con el peso de lo que fue y lo que podría haber sido. Con paso incierto, Clarke se acercó a Lexa, el calor de la luz tenue iluminando el rostro de la reina, haciéndola aún más enigmática, como una sombra esquiva en la noche.

Con la respiración contenida, Clarke posó delicadamente los dedos en el rostro de Lexa, como si ese contacto pudiera derretir el hielo que envolvía el corazón de la reina. Era un gesto cargado de significados no dichos, una última súplica silenciosa de comprensión y aceptación, como una flor que florece en el desierto árido de su relación.

Lexa cerró los ojos de repente, una reacción inesperada que sorprendió a Clarke. Había imaginado que Lexa se retiraría, como una ola que retrocede en la playa después de haber lamido la orilla, pero en cambio la reina aceptó el toque con un suspiro casi imperceptible. En ese momento suspendido en el tiempo, el aire mismo parecía contener la respiración, mientras Clarke y Lexa intercambiaban miradas cargadas de deseo y tormento, como dos faros que se buscan en la oscuridad de la noche.

En la oscuridad de la habitación, se encontraban abrazadas en silencio, sus corazones latiendo al unísono en el ritmo de una intimidad compartida. Había tantas palabras que podrían haber dicho, tantas verdades que podrían haber revelado, pero en ese momento el silencio era su refugio, una manera de comunicarse sin necesidad de hablar, como dos almas que se encuentran en el éter, sin necesidad de palabras para comprenderse mutuamente.

Y así, entre las sombras del palacio, Clarke y Lexa se encontraban sumidas en un limbo de emociones tormentosas, donde el pasado se entrelazaba con el presente, y el futuro permanecía envuelto en misterio. En ese momento, la habitación no era solo un lugar físico, sino un escenario para el drama de sus corazones rotos y de sus almas deseosas de paz, como dos estrellas que asoman en el firmamento, brillando con luz y oscuridad al mismo tiempo.

Y así, mientras el tiempo continuaba fluyendo, llevando consigo el peso de sus secretos y sus esperanzas rotas, Clarke y Lexa se aferraron una a la otra en la oscuridad de la noche, conscientes de que, a pesar de todo, el lazo que las unía era más fuerte que cualquier palabra que pudieran expresar.

The Grounders (Versión en Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora