El amanecer se filtraba a través de las pesadas cortinas, difundiendo una luz dorada y cálida en la habitación. Las sombras jugaban en las paredes, creando una atmósfera casi surrealista. Clarke y Lexa estaban envueltas en ese momento, un último oasis de intimidad antes de volver a sus deberes. Sus cuerpos desnudos seguían entrelazados, la piel brillaba con sudor. Sus ojos se encontraban con intensidad, cargados de deseo. Clarke se estaba vistiendo, tratando de dominar la cascada de emociones que la abrumaba. Lexa, con una sonrisa maliciosa y los ojos brillando de deseo, se acercó a ella. "Clarke," susurró, con voz ronca, "¿y si te quitas la ropa de nuevo? Hagamos el amor una vez más, antes de enfrentar el día."
El corazón de Clarke latió más fuerte. Sentía el mismo deseo, pero sabía que debían cumplir con sus deberes. "No, Lexa," respondió con firmeza, aunque por dentro luchaba contra las ganas de ceder. "Tenemos responsabilidades. Tú reescribiste las leyes, no lo olvides. Debemos cumplir con nuestros deberes sin mezclarlos con nuestros sentimientos."
Lexa no pudo contenerse. Con un gesto rápido y decidido, agarró a Clarke por las caderas y la empujó contra la pared. El contacto era electrizante, sus respiraciones se volvieron más entrecortadas. "Las leyes son mías, Clarke. Yo soy la reina y decido qué está bien o mal," dijo, mordiéndose los labios mientras se acercaba cada vez más.
Clarke sintió el desafío en las palabras de Lexa, el deseo palpitante e imparable. "¿Quieres romper la ley por nosotras?" preguntó, la voz reducida a un susurro, sus labios temblando por la anticipación.
"Por ti haría cualquier cosa," respondió Lexa, con una determinación que ardía en sus ojos. "Las leyes no aplican para ti. Eres mía, Clarke, y puedo hacer lo que quiera contigo." Y sin esperar una palabra más, la besó con fuerza, el beso estaba cargado de pasión y posesión. Clarke se dejó llevar, respondiendo con la misma intensidad, sintiendo el deseo arder dentro de ella.
Sus labios se movían con urgencia, sus lenguas entrelazadas en una danza salvaje. Lexa ya no podía contenerse, el hambre que sentía por Clarke era insaciable. Sus manos se movían febrilmente, explorando cada curva del cuerpo de Clarke. El contacto de la piel cálida de Lexa contra la suya la hacía temblar de placer. Clarke se dejó llevar por completo, las manos de Lexa estaban por todas partes, su toque seguro, decidido, capaz de despertar cada fibra de su ser.
Sus deseos se entrelazaban, sus cuerpos se movían en perfecta sincronía, cada toque, cada beso era una promesa de placer infinito. Clarke sentía el cuerpo de Lexa pegado al suyo, la presión de sus labios, la fuerza de sus manos que la mantenían firme. Era un placer casi doloroso, un deseo que no podía ser contenido.
"Eres mía, Clarke," susurró Lexa, la voz rota por el deseo, mientras sus labios trazaban un rastro de besos a lo largo del cuello de Clarke. "Solo mía."
Clarke no podía hacer otra cosa que gemir, las manos de Lexa estaban por todas partes, explorando, acariciando, poseyendo. Lexa la besaba con una intensidad que la hacía sentir como si fuera a explotar. Cada beso, cada toque era una promesa de placer que se cumplía.
Pero Clarke, a pesar de estar completamente perdida en el placer, trató de ralentizar. Sus labios se separaron lentamente, Clarke trató de hacer el beso más tranquilo, más dulce. "Lexa, está bien," susurró, tratando de calmar la furia del deseo en ese momento entre ellas.
Lexa la miró con los ojos llenos de deseo y frustración. Clarke tomó una pieza de su armadura y terminó de vestir a Lexa, en silencio. Luego se dedicó a su cabello, arreglando cada mechón con cuidado. Lexa estaba resentida, pero Clarke trataba de hacerle entender que había algo más entre ellas.
Después de haber terminado de arreglar a Lexa, Clarke tomó su rostro entre las manos y le dijo: "Lexa, lo que pasó fue hermoso. Deseo hacer el amor contigo una y otra vez, pero no quiero que sea solo eso."
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The Grounders (Versión en Español)
FanfictionEn una época de tumultuosos cambios en la Tierra, dos pueblos se enfrentan en una guerra sin cuartel: los fieros Grounders y el Pueblo del Cielo. En el torbellino de este conflicto interminable, destacan dos figuras destinadas a cambiar el curso de...