Capítulo 27: Traiciones y Sombras de Sangre

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Clarke caminaba por los fríos y oscuros pasillos de la Torre, con el corazón lleno de una mezcla de ansiedad y determinación. Las paredes eran frías como la verdad que sospechaba encontrar. Decidida a descubrir el motivo del creciente distanciamiento de Lexa, Clarke se dirigió al consejo de los Terrestres mientras Lexa estaba en misión. Sentía que el consejo escondía algo, algo que estaba envenenando el corazón de Lexa y socavando toda esperanza de paz entre sus pueblos.

Al entrar en la sala del consejo, Clarke fue recibida con miradas gélidas e inquisitivas. El consejo de los Terrestres, un grupo de individuos duros e implacables, parecía casi divertido con su presencia. Clarke se obligó a mantener la calma. "Quiero saber por qué Lexa sigue en misión", comenzó, su voz firme pero velada de preocupación. "¿Por qué sigue huyendo de sus deberes?"

El jefe del consejo, un hombre alto y delgado con ojos fríos como el hielo, le respondió con una voz cortante. "Lexa hizo un juramento. Como comandante, debe mantenerse fiel a su pueblo. Cualquier relación se vería como una señal de debilidad y distracción en este momento."

Clarke sintió un nudo formarse en su garganta. "¿Quién decidió estas reglas?" preguntó, tratando de mantener la calma.

"La misma Lexa escribió estas leyes", respondió otro miembro del consejo, una mujer con el rostro marcado por cicatrices y ojos de piedra. "Juró servir a su pueblo sin distracciones. Si mostrara debilidad, sería juzgada por nosotros, hasta pagar con su vida si fuera necesario."

Las palabras del consejo golpearon a Clarke como puñaladas. Se sentía traicionada y devastada. "¿Cuándo se decidió todo esto?" preguntó, con la voz temblorosa.

"Lexa participó en cada reunión, tomó estas decisiones voluntariamente", explicó el jefe del consejo. "Siempre ha puesto el bienestar del pueblo en primer lugar."

Clarke se sentía abrumada. Las revelaciones la dejaron sin aliento. Todo lo que había tratado de construir, cada esperanza de paz y amor, había sido barrido. Con el corazón roto, Clarke salió de la sala del consejo, sintiendo el peso de la traición aplastarla.

Mientras tanto, Lexa estaba inmersa en una feroz batalla. Cada golpe asestado, cada vida tomada, era un paso hacia la restauración del orden entre sus pueblos. Pero mientras luchaba, el pensamiento de Clarke no la dejaba. Sentía una punzada en el corazón, una sensación de que algo terrible estaba sucediendo. Esperaba poder hablar con Clarke, explicarle sus decisiones, pero temía que ya fuera demasiado tarde.

Clarke, por su parte, decidió dejar la torre. Ya no podía permanecer en un lugar que solo representaba dolor y traición. Decidió regresar con su pueblo, prepararse para la batalla contra Lexa y sus aliados. Mientras caminaba durante millas, reflexionaba sobre todo lo que había sucedido. El dolor de descubrir las acciones de Lexa la atormentaba. Sentía que el amor que había sentido no era más que una ilusión.

La noche caía cuando Clarke finalmente llegó a su campamento. Cada paso que la alejaba de la torre era un paso hacia el inevitable enfrentamiento. Sentía el peso de la decepción y la ira crecer dentro de sí. Sabía que tendría que luchar, no solo contra las tropas de Lexa, sino también contra sus propios sentimientos. La certeza de que Lexa había elegido el deber por encima del amor era una carga difícil de soportar.

Mientras tanto, Lexa, ajena a la partida de Clarke, seguía luchando. Aún esperaba poder aclarar todo a su regreso. No sabía que Clarke ya lo había descubierto todo y que su alianza pendía de un hilo. Lexa se concentró en la batalla, dejando tras de sí un rastro de sangre y destrucción. Trataba de recuperar lo que le pertenecía, aunque eso significara enfrentarse a Clarke y al resto del mundo.

Clarke, con el corazón lleno de amargura, continuaba su camino. Sabía que el tiempo de las palabras había terminado y que la batalla era inminente. La historia entre Clarke y Lexa se había transformado en una red intrincada de engaños y traiciones, donde el amor había sido sacrificado en el altar del poder. Clarke ya no podía confiar en Lexa y sabía que tendría que enfrentarse a su destino, incluso si eso significaba enfrentarse a la única persona que había amado con todo su corazón.

La luna brillaba alta en el cielo cuando Clarke finalmente alcanzó a su pueblo. Sus decisiones habían sido tomadas, y con una última mirada a la torre que una vez llamó hogar, Clarke se preparó para el inevitable enfrentamiento. Su mente estaba firme y decidida, lista para poner fin a un capítulo de amor y dolor, para abrir uno nuevo lleno de fuerza y resistencia.

Cada noche, Clarke era atormentada por pesadillas. Revivía las palabras del consejo, el frío en sus voces, la cruel verdad de que Lexa había elegido el poder por encima de ella. Sus sueños estaban llenos de sangre y traición, el rostro de Lexa un constante espectro que la perseguía. Clarke despertaba gritando, con el corazón en la garganta y el cuerpo temblando.

Pero cada mañana, Clarke se levantaba más decidida. Tenía que proteger a su pueblo, tenía que luchar por la verdad. Mientras organizaba a sus tropas, sentía que la ira y la decepción se transformaban en una feroz determinación. No permitiría que Lexa y el consejo destruyeran todo por lo que había luchado.

Del otro lado, Lexa sentía crecer la ansiedad. Cada batalla ganada la acercaba más a un enfrentamiento con Clarke que sabía inevitable. Sentía el peso de sus decisiones gravitar sobre su corazón. Cada vida que tomaba, cada aldea conquistada, era un paso hacia un destino que temía.

Lexa aún esperaba poder explicarle todo a Clarke, poder hacerle entender que sus decisiones se habían tomado por el bien de su pueblo. Pero sabía que Clarke difícilmente lo comprendería. Su relación se había convertido en un campo minado de emociones y traiciones.

Clarke, por su parte, se preparaba para el enfrentamiento final. Cada noche entrenaba, perfeccionando sus habilidades. Sentía el peso del deber sobre sí misma. Tenía que proteger a su pueblo, tenía que luchar por la justicia. Y, en el fondo de su corazón, sabía que tendría que enfrentarse a Lexa.

La noche de la batalla, Clarke estaba lista. Sus tropas estaban alineadas, listas para luchar. Sentía el corazón latir con fuerza en su pecho, la respiración agitada. Pero sabía que no podía dudar. Tenía que ser fuerte, tenía que ser la líder que su pueblo necesitaba.

The Grounders (Versión en Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora