Señor y Señora Maldonado💍 Quackity x TU +18 🔥|2/2 ¿Cuánto Vale Tu Amor?

Capítulo 11| Enfado.

Señor y Señora Maldonado.
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Tensión, miedo y pánico.

Sentía que mi corazón saldría por mi boca en cualquier momento, la mano de Alex apretaba de mi pierna por debajo de la mesa, me sentía incomoda por aquello. Una parte de mi sentía que era mi culpa.

—Bien—dijo uno de los señores—¿Hay trato?—preguntó alegre.

Silencio.

—¿Mi esposo puede pensarlo?—pregunté tomando la mano que estaba en mi pierna.

—¿Qué hay que pensar?—preguntó el segundo.—Los dos son los mejores abogados de la zona, no veo problema alguno de que ellos trabajen aquí.

—¿No cree que ya son muchos abogados?—pregunté.—Son tres pisos, los dos pisos están llenos de abogados y el tercer piso...—

—El tercer piso tiene espacio para otros dos abogados—interrumpió otro.

—No lo creo.—respondí con coraje, Alex me miró en silencio.

—Quedan dos oficinas.—recordó uno de ellos.

—No lo creo.

—¿Porque?—preguntó.

—Porque una de esas oficinas es mía.—respondí—Alex me miró con asombro—he decidido traer mi consultorio a la empresa.

—¿Una psicóloga en una empresa de abogados?

—¿Hay algún problema con eso?—preguntó ahora Alex.—Mi esposa puede tomar decisiones aquí también.

—No porque estén casados harán eso de lo tuyo es mío y lo mío tuyo—contestó uno sarcástico.

—Yo no tengo que hacer eso—contestó serio Alex—Mi esposa es dueña de la empresa también, gana un porcentaje como nosotros, cariño—me habló—¿Puedes confirmarme de cuanto porcentaje eres dueña?

—40% de la empresa.—respondí mirando a aquellos señores.

—¿Qué?—preguntó uno de pie—eso es equivalente a casi un piso de la empresa, ¿Desde cuando ella es dueña?

—Desde que nos casamos—Respondió Alex poniéndose de pie—incluso antes de casarnos ella ya era dueña del 40%—agregó mirando a Roier—Caballeros, mi esposa tomará una de las oficinas disponibles, si los nuevos abogados quieren trabajar para la empresa estará bien, pero, uno debe estar en el segundo piso y solo uno subirá a la oficina disponible.—tensó su mandíbula—ustedes decidirán quien sube y quien se queda abajo.

Su mano tomó la mía y de un pequeño jalón me puse de pie.

—Me mantendré en contacto con ustedes, mi esposa y yo debemos llegar a casa. Hasta entonces, buenas noches.

Aun tomado de la mano conmigo comenzó a caminar, no era rápido, pero podía sentir como si me estuviera arrastrando por los pasillos de la empresa hasta llegar al elevador.

—Esta mierda es lenta—Gritó contra el elevador.

—¡Señor Maldonado!

—¿¡QUÉ PASA CATALINA!?—Gritó, haciendo que las dos diéramos un brinco en nuestro lugar.

—Ya tomaron una decisión...—avisó con miedo.

¿Tan rápido lo habían echo?

Alex me miró frío, mi respiración estaba agitada al igual que mi pulso, en el fondo ambos sabíamos la respuesta y temíamos que esa fuera.