Capítulo 16| Cansada.

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Señor y Señora Maldonado.

Observé por varios segundos en silencio a Roier, podía no creer en sus palabras, pero sabía de lo que eran capaz él y su madre, dentro de mi me debatía en sí creer o no.

—Tus mentiras a otro lado—susurré safandome de su agarre.

—¿Cuáles mentiras?, puedes observar con tus propios ojos, en mi oficina tengo los documentos.

—Yo no iré contigo a ningún lado, buenas noches.

Rápidamente abrí la puerta de mi consultorio y corrí rápidamente a la salida, abrí inmediatamente la puerta de la recepción y choque contra un pecho en seco.

—Perdón—dije rápidamente mientras me alejaba.

—Señorita Maldonado, ¿Todo bien?

Me detuve agradeciendo al cielo que fuera Gustavo y no otro socio de Alex, lo último que quería era ver más documentos.

—Sí, solo tengo prisa de ir a casa—Cerré la puerta detrás de mi y acomodé mi bolso.

—El señor Maldonado dijo que si usted gusta la puedo llevar a casa.

—¡Sí!—contesté rápidamente—por favor Gustavo.

Gustavo asintió con su cabeza un poco confundido, no era normal ver a su jefa tan agitada, aceleré mi paso y sin importarme si el seguia mk paso o no llegué rápido al ascensor, quería irme de aquí mismo y dejar atrás a Roier, peor, quería evitar un mal entendido.

La puerta de la recepción se abrió, mi corazón se aceleró, rápidamente apreté el botón del ascensor, pero al ser 5 pisos tardaba un poco en llegar.

Mal momento para estar en el piso número 4.

—Buenas noches Señor—saludó Gustavo a mi lado.

—Buenas noches.—Respondió sin vernos.

Mi mirada estaba enfocada a las puertas del elevador, mis manos estaban delante de mi mientras presionaban con fuerza de mi bolsa, me estaba empezando a desesperar, incluso la loca idea de bajar por las escaleras paso por mi cabeza.

—¿Esto siempre a sido tan lento?—pregunté en un susurro, pero Roier escuchó.

—Es la hora de la salida Señorita Maldonado, tardará en poco, supongo que todos lo estarán usando.

Solté un suspiro y presione nuevamente aquel botón.

—Presionar dos veces no hará que suba más rápido—señaló.

—Gustavo—ambos me miraron—¿Te ha hablado mi esposo?—pregunté ignorando a Roier por completo.

—¿Hoy?—asentí—no, señorita.

Tomé mi bolso y saqué mi teléfono, ninguna llamada y ningún mensaje, Alex no se había comunicado conmigo en todo el día.

El elevador hizo su clásico sonido, abrió ambas puertas y los tres nos subimos, cassie todavía se encontraba en recepción.

—¿Ella todavía no se va?—le pregunté a Gustavo.

—Su turno termina cuando usted se vaya.

—No estaba enterada—confesé.—¿Hay seguridad?

—Tenemos tres, para cuando ella se va ellos la están esperando en el estacionamiento. No se preocupe, ella estará bien.

Asentí con mi cabeza y presioné el botón del último piso, las puertas se cerraron y los 3 quedamos dentro, el silencio se hizo presente, ninguno hablaba, solo veíamos las paredes.

Comencé a mover mis pies de manera inquieta por dos razones, número uno, me dolían, número dos, estaba desesperada, jamás se me había echo tan eterno el uso del ascensor.

—¿Necesita ir al baño Señorita Maldonado?—preguntó divertido Roier.

Gustavo sonrió un poco pero lo ocultó mirando a otro lado.

Puse mis ojos en blanco y dejé de moverme en mi lugar.

La puerta se abrió y mágicamente me desaparecí del elevador, dejando atrás a Gustavo y A Roier. Convivir con el me dejaba sin aire.

—La camioneta esta de este lado—indiqué casi corriendo.

—Muy amable, pero mi coche está de otro lado—contestó Roier.

Detuve mis pasos en seco, giré mi cuerpo y ahí estaba el, justo detrás de mi.

—¿Dónde está Gustavo?—pregunté buscándolo con la mirada.

—Sí no hubieras salido corriendo te hubieras dado cuenta que se quedó hablando con el de seguridad.

—Dios—suspiré ya cansada.

Regresé a mi lugar y continúe mi camino hasta la camioneta, podía deducir que Roier seguía detrás de mi, me comenzaba a cansar.

—Suficiente—solté de pronto después de un rato de seguir escuchando sus pasos detrás de mi pero ahora con más rapidez.

—¿Pasa algo?—preguntó esta vez la voz de Gustavo.

Me detuve en seco y voltee a verlo, miré a todos lados y justo atrás de nosotros a un par de autos estaba Roier, tenía una risa divertida en sus labios y con su mano se despidió para luego subirse a su auto, solté un suspiré y le entregué las llaves de la camioneta a Gustavo.

—Sólo quiero ir a casa—contesté cansada.

Gustavo asintió, ambos nos subimos a la camioneta y nos colocamos nuestros cinturones de seguridad.

—Primero vamos a tu casa—me miró con sorpresa—Te dejaré ahí y me regresaré a mi casa.

—El señor Maldonado me dijo que no dejara que usted manejara.

—No le digamos, no te preocupes por eso. Mañana no vayas por mi, descansa un poco, no le diré nada a mi esposo.

Gustavo lo pensó por unos segundos y asintió, coloqué algo de música y empezamos nuestro trayecto en silencio, pero esta vez no era incómodo, era tranquilo, como si los dos quisiéramos descansar del pesado día que tuvimos.

Luego de dejarlo en su casa manejé cómodamente a casa, no vivíamos tan lejos y el tráfico no era tan pesado, así que había llegado rápido, dejé la camioneta en su lugar de siempre y con mis zapatos en mano entre, prendí las luces y dejé todo en los sillones, luego me encargaría del desorden.

Los días donde Alex no estaba eran los días más silenciosos en casa, incluso la oscuridad se apoderaba de todos los rincones, solía disfrutar de esto, pero ahora ya no, creo que lo extraño.

Dejé mi teléfono en la mesa de la cocina, pero antes lo miré, ninguna llamada y ningún mensaje. Observé la cámara de seguridad del comedor, esta prendió una luz verde, Alex me estaba mirando, supongo que la alarma de movimiento le indico que ya estaba en casa.

Esperé por unos segundos más con mi teléfono en mis manos pero nada.

Rendida y cansada lo dejé sobre la mesa, me adentré a la cocina y me preparé algo rápido para cenar, la cámara de la cocina se prendio.

—No me hablas pero me vigilas—dije en voz alta mientras comía.

La cámara se apagó nuevamente, supongo que se había cansado de vigilarme, tampoco es como si estuviera haciendo algo divertido, sólo era yo con mi soledad y un pan tostado con Nutella.

Al terminar de comer lavé los pocos trastos que utilice, apagué la luz de la cocina y tomé mi teléfono, subí por las escaleras, ahora la cámara de arriba se prendió.

—Que sorpresa—suspiré subiendo los últimos escalones para luego entrar a mi cuarto, con seguridad me despoje de mi ropa y tomé una ducha, agradeciendo que aquí no había cámaras.

Me coloqué mi pijama y revisé mi teléfono una última vez, ninguna llamada, ningún mensaje, me rendí, mañana será un nuevo día.

Señor y Señora Maldonado💍 Quackity x TU +18 🔥|2/2 ¿Cuánto Vale Tu Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora