Señor y Señora Maldonado💍 Quackity x TU +18 🔥|2/2 ¿Cuánto Vale Tu Amor?

Capitulo 17| Flores moradas.

Señor y Señora Maldonado.

Mi nuevo día había empezado, pero esta vez sin alarma ruidosa, que tranquilidad, al darme la mañana libre a Gustavo manejé con toda la tranquilidad del mundo, aun no había recibido llamadas o mensajes de Alex, pero estaba decidida a que nada arruinaría mi estupendo día.

—Buenos días Cassie—saludé, ella sonrió al verme—¿Tenemos el gafete de Cristy?—pregunté.

—Lo tenemos—sonrió—Sé lo entregaré en cuanto llegue.

—Hoy no llega—recordé—guárdalo para mañana—asintió.

Me adentré a la oficina y cerré la puerta, caminé a mi consultorio y sorpresa, un bello ramo de flores ya hacían en mi pequeña mesa.

No había dedicatoria, pero inmediatamente deduje que eran de Alex, pues solo el sabía lo de las flores moradas. Más tarde le agradecería.

Mi mañana empezó siendo tranquila al igual que mi tarde, solo había atendido a un par de pacientes, el resto del día me la había pasado en mi consultorio acostada, relajándome un poco e ignorando la existencia de Roier, quería evitar a toda costa salir y toparmelo.

De igual manera quería evitar una tercera guerra mundial entre Alex y Roier, mientras todo entre ellos este en paz todo estará bien.

Le di mil vueltas al traslado de Roier, tantas vueltas quedé mareada mentalmente y entre tantas caía en lo mismo, Alex fue el causante, no tengo dudas, su familia hizo lo mismo con la psicóloga, sólo que ella tuvo un triste final.

Si algo tenía en claro es que eso no debía pasar, no sé si sería capaz de llevar eso conmigo siempre.

Los Maldonado tenían la sangre fría, yo ya era uno de ellos, pero no creo ser capaz de hacerle daño a alguien que consideré como mi mejor amigo por mucho tiempo.

Me encontraba en mi cuarto relax del día, cuando mi teléfono sonó, ansiosa y sin mirar quien era lo tomé.

Después de todo sólo esperaba una llamada de una sola persona en este mundo.

—¿Sí?—contesté peinando mi cabello como si el pudiera verme.

—¿Muy ocupada?—preguntó.

—No—contesté con una sonrisa de adolescente enamorada.

—Entonces me gustaría saber el motivo del porque no me ha hablado.

—¿Yo?—pregunté divertida—le recuerdo que usted es mi esposo, usted debería hablarme.—sonreí.

—De acuerdo, me tienes—soltó una risa—Perdón por no hablar, tuve demasiadas cosas por hacer el día de ayer, fue un día de locos.

—Lo mismo por acá, jamás había subido y bajado tanto en mi vida.—suspiré.

—¿Estás segura de eso?—preguntó en un susurro.

—Alex—regañé con mis mejillas sonrojadas.

—Perdón, es que ya te extraño.

—Lo noté, las cámaras de la casa no se dejan de prender, son mágicas—Alex y yo soltamos una risa.

—Me atrapaste—pude imaginármelo sonriendo.