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La madrugada había caído sobre la ciudad, envolviéndola en un silencio inquietante. Hyunwoo se retorcía en su cama, incapaz de encontrar descanso. Su mente giraba en torno a lo que había sucedido, a las palabras de su madre, y sobre todo, a los sentimientos confusos que comenzaban a surgir dentro de él hacia Minho.

Finalmente, incapaz de soportar la turbulencia interna, se levantó de la cama. Su cabello rubio y largo caía desordenado sobre su rostro mientras se ponía una chaqueta y se deslizaba en un par de zapatillas. Salió de su habitación en silencio, asegurándose de no despertar a su madre ni a su hermano menor. Con pasos ligeros, abrió la puerta de entrada y salió al aire fresco de la madrugada, donde solo el sonido de sus pisadas rompía el silencio.

Sin un destino claro en mente, sus pies lo llevaron por las calles desiertas hasta que, casi sin darse cuenta, se encontró caminando en dirección al departamento de Minho. La idea de verlo, de confrontar lo que sentía, lo empujaba a seguir adelante, aunque no supiera del todo por qué.

Después de caminar por un tiempo, Hyunwoo llegó a un cruce de calles mal iluminado. Estaba a punto de girar la esquina cuando una figura emergió de las sombras. Su corazón dio un vuelco al reconocer a Dongsuk, el amigo de Minho, el mismo que lo había incomodado con comentarios desagradables semanas atrás.

—¿Qué haces por aquí tan tarde, niño? —preguntó Dongsuk, esbozando una sonrisa que hizo que la piel de Hyunwoo se erizara.

Hyunwoo sintió un nudo formarse en su estómago. Algo en la forma en que Dongsuk miraba le dijo que debía marcharse, pero sus pies parecían pegados al suelo.

—Solo… estaba caminando —contestó Hyunwoo, tratando de sonar seguro, pero notando que su voz temblaba.

Dongsuk acercó lentamente, acortando la distancia entre ellos. Hyunwoo intentó retroceder, pero Seojin lo alcanzó y lo agarró firmemente por la muñeca.

—No deberías estar aquí a estas horas. Podría pasarte algo malo —dijo Dongsuk, su voz adoptando un tono siniestro—. Pero no te preocupes, te llevaré a un lugar donde estarás seguro.

Hyunwoo trató de liberarse, pero la fuerza de Dongsuk superaba. El miedo comenzó a apoderarse de él, pero en ese momento, Dongsuk continuó hablando, lanzando palabras que lo dejaron helado.

—Minho no te quiere, ¿sabes? Solo te usó esa noche. Desde entonces ha estado saliendo con mujeres. Eres solo un juego para él.

Las palabras de Dongsuk cayeron sobre Hyunwoo como un golpe directo al pecho, dejándolo paralizado. La idea de que lo que Seojin decía pudiera ser verdad lo dejó sin aliento, haciendo que el miedo y la confusión lo envolvieran completamente.

—No… no es cierto —murmuró Hyunwoo, intentando convencerse a sí mismo tanto como a Dongsuk, pero notando la duda en su propia voz.

Aprovechando su desconcierto, Dongsuk intentó arrastrarlo hacia un callejón oscuro, pero el miedo y la desesperación despertaron una fuerza en Hyunwoo que ni él sabía que tenía. Con un esfuerzo desesperado, logró zafarse del agarre de Dongsuk y lo empujó hacia atrás.

—¡Aléjate de mí! —gritó, su voz cargada de adrenalina.

Sin perder un segundo, Hyunwoo se dio la vuelta y corrió tan rápido como pudo en dirección al departamento de Minho, sus pasos resonando en las calles desiertas. Podía oír a Dongsuk  maldecir detrás de él, pero no se detuvo hasta que finalmente llegó al edificio de Minho.

Subió las escaleras a toda velocidad, sintiendo que su corazón iba a estallar en su pecho. Cuando llegó a la puerta del departamento, golpeó insistentemente, casi desesperado.

La puerta se abrió momentos después, y Minho apareció en el umbral, mirándolo sorprendido. Su expresión cambió al ver el estado en el que se encontraba Hyunwoo.

—Hyunwoo, ¿qué te ha pasado? —preguntó Minho, su voz llena de preocupación.

Antes de que Hyunwoo pudiera responder, una mujer apareció detrás de Minho. Su cabello estaba despeinado, y su mirada pasó de Minho a Hyunwoo con curiosidad.

—¿Es este tu hijo, Minho? —preguntó la mujer, con una mezcla de sorpresa y burla en su tono.

Hyunwoo sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. Las palabras de Dongsuk resonaron en su mente mientras miraba a la mujer, quien estaba claramente desaliñada por haber sido interrumpida en medio de algo más. Su mente no podía procesar lo que estaba viendo.

Minho, sin soltar a Hyunwoo, lanzó una mirada fría a la mujer.

—Vuelve adentro, no es tu asunto —dijo con un tono cortante.

La mujer levantó las manos en un gesto de rendición, rodó los ojos y se alejó de la puerta, volviendo al interior del departamento. Minho, por su parte, se volvió hacia Hyunwoo, que todavía estaba inmóvil en el umbral, luchando por procesar lo que acababa de ver.

—Entra, Hyunwoo. Estás a salvo aquí —dijo Minho, guiándolo al interior del departamento.

Hyunwoo, aún en estado de shock, dejó que Minho lo condujera al interior. Su mente era un torbellino de emociones, y aunque parte de él quería apartarse y salir corriendo, había otra parte que no quería irse, una parte que aún lo veía como un refugio.

Cuando Minho cerró la puerta, Hyunwoo finalmente dejó escapar un suspiro entrecortado, sintiendo cómo la tensión lo abandonaba lentamente, dejándolo exhausto. No sabía cómo manejar todo lo que estaba sucediendo, pero en ese momento, estar en ese departamento, con Minho, a pesar de todo, era lo único que lo mantenía en pie.

entre sombras y deseos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora