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El sol comenzaba a ocultarse tras los rascacielos de Seúl, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y púrpuras. Lee Hyunwoo observaba la escena desde la ventana de su pequeño apartamento mientras se preparaba mentalmente para la misión que le habían asignado. Apenas tenía 22 años y era su primera tarea en solitario desde que se graduó de la academia de policía. Había demostrado ser uno de los mejores, con una inteligencia aguda y un sentido del deber que superaba al de muchos de sus compañeros. Pero esta misión no era como las demás.

El expediente que había recibido esa mañana contenía toda la información sobre Jung Minho, un hombre de 24 años que acababa de ser liberado tras cumplir cinco años de prisión por fraude y agresión. Minho había sido descrito como peligroso y manipulador, un hombre capaz de envolver a cualquiera en su red de engaños. A pesar de su condena, el sistema judicial no confiaba en su rehabilitación, por lo que Hyunwoo había sido asignado para vigilarlo de cerca, siguiendo cada uno de sus movimientos.

Horas antes, en el centro de detención de Seúl, la liberación de Minho había sido un evento discreto. El hombre salió por las puertas de la prisión con una pequeña bolsa en la mano, conteniendo las pocas pertenencias que le quedaban. Vestía ropa sencilla y gastada, una camisa blanca y pantalones negros, pero lo que más destacaba era su porte, sereno y desafiante a la vez.

Mientras firmaba los últimos documentos, Minho sintió las miradas de los oficiales sobre él. Sabía que no lo dejaban ir porque creyeran en su inocencia o en su arrepentimiento; lo hacían porque su condena había llegado a su fin, pero la desconfianza permanecía en el aire. Cuando le devolvieron su reloj y la billetera, miró a su alrededor, notando la presencia de un joven oficial que lo observaba desde una esquina. Minho le lanzó una mirada fría, que solo consiguió que el joven desviara los ojos.

Ya en la calle, Minho respiró profundamente, disfrutando del aire libre por primera vez en años. Se dirigió al apartamento que había sido preparado para él, una vivienda modesta en un barrio común, lejos del lujo que había conocido antes de su arresto. Sabía que lo estaban vigilando, pero no le importaba. Había aprendido a vivir bajo la mirada de otros, a mantener el control sobre sus emociones y sobre aquellos que se cruzaban en su camino.

Mientras tanto, Hyunwoo revisaba una vez más la información en su expediente antes de dirigirse al barrio donde vivía Minho. Conocía cada detalle del caso: los crímenes de Minho, su comportamiento en prisión, las evaluaciones psicológicas que lo describían como un hombre carismático, pero con un trasfondo oscuro. Era consciente de la importancia de no subestimarlo.

La noche caía cuando Hyunwoo llegó al vecindario. Se movía con cuidado, manteniéndose a una distancia prudente mientras observaba el edificio donde Minho vivía. Al cabo de una hora, lo vio salir. Minho se movía con una calma que contrastaba con el ambiente bullicioso de la ciudad. Parecía saber exactamente a dónde iba, lo que facilitaba la labor de Hyunwoo, quien lo siguió de cerca, asegurándose de no ser descubierto.

El recorrido los llevó a un pequeño restaurante, escondido en una calle lateral. Hyunwoo esperó unos momentos antes de entrar, asegurándose de que Minho no sospechara nada. Dentro, el ambiente era acogedor, con luces cálidas y mesas de madera. Los clientes conversaban en voz baja, disfrutando de la tranquilidad del lugar.

Hyunwoo tomó asiento en una mesa cerca de la entrada, desde donde podía observar a Minho sin levantar sospechas. Desde su posición, podía ver al hombre sentado al fondo del restaurante, estudiando el menú con una expresión neutra. Hyunwoo intentaba mantenerse relajado, pero no podía evitar sentirse tenso, sabiendo que estaba a cargo de su primera misión importante.

El tiempo pasaba lentamente mientras Minho seguía sumido en sus pensamientos, o al menos eso parecía. Hyunwoo había pedido una bebida para no levantar sospechas, aunque apenas la había tocado. Observaba cada movimiento de Minho, buscando cualquier señal de que el hombre estuviera tramando algo.

De repente, Minho levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Hyunwoo. El corazón del joven policía dio un vuelco. Había algo en la mirada de Minho que lo inquietaba, una mezcla de curiosidad y desafío que lo desarmó. Por un momento, Hyunwoo pensó en desviar la mirada, pero sus ojos se quedaron atrapados en los de Minho, como si algo más allá de su voluntad lo impidiera.

Para su sorpresa, Minho sonrió ligeramente, una sonrisa apenas perceptible pero lo suficientemente clara como para hacer que Hyunwoo se sintiera aún más incómodo. Antes de que pudiera reaccionar, Minho se levantó de su mesa y, con una calma inquietante, se dirigió hacia él.

Hyunwoo sintió cómo su corazón comenzaba a latir con fuerza mientras Minho se acercaba. Pensó en levantarse, en decir algo, pero sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Minho no se detuvo hasta estar justo frente a él. Luego, sin pedir permiso, se sentó en la misma mesa, directamente enfrente de Hyunwoo.

Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Hyunwoo intentó recuperar la compostura, pero el aura intimidante de Minho lo mantenía en un estado de alerta. Finalmente, fue Minho quien rompió el silencio.

—¿Quién eres? —preguntó Minho, su voz baja y firme, mientras lo observaba con una intensidad que hizo que Hyunwoo sintiera como si su alma abandonara su cuerpo—. ¿Y por qué me sigues?

Las palabras golpearon a Hyunwoo como un balde de agua fría. Se había preparado para muchas situaciones en la academia, pero nunca para esto. Minho estaba demasiado cerca, su presencia era abrumadora, y Hyunwoo sintió cómo todo su entrenamiento se desmoronaba ante la mirada penetrante de aquel hombre.

—Yo... no sé de qué estás hablando —murmuró finalmente, intentando sonar convincente, aunque sabía que Minho no se dejaría engañar tan fácilmente.

Minho inclinó la cabeza ligeramente, estudiando cada detalle de Hyunwoo. Parecía disfrutar de la incomodidad del joven policía, como si estuviera jugando con él. Luego, sonrió de nuevo, una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—No soy tan fácil de engañar, chico —dijo con suavidad—. Sé cuándo alguien me sigue. Y tú, lamentablemente, no eres muy discreto.

Hyunwoo tragó saliva, sintiendo que la situación se le escapaba de las manos. Pero en lugar de sentirse acorralado, algo dentro de él se rebeló. No podía dejar que Minho lo intimidara, no podía permitir que este hombre, por muy peligroso que fuera, lo hiciera perder su objetivo.

—Solo estoy cenando —respondió Hyunwoo, esta vez con más firmeza—. No tengo idea de lo que estás hablando.

Minho lo miró por un largo instante, y luego, para sorpresa de Hyunwoo, soltó una suave risa.

—Eres valiente, lo admito —dijo Minho, recostándose en la silla como si disfrutara del momento—. Pero recuerda esto, chico: siempre sé quién me sigue, y siempre sé por qué lo hacen. Así que si vas a jugar este juego, asegúrate de estar preparado para lo que viene.

Dicho esto, Minho se levantó de la mesa y, sin mirar atrás, salió del restaurante. Hyunwoo se quedó en su lugar, intentando procesar lo que acababa de suceder. La adrenalina corría por su cuerpo, y se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración durante gran parte de la conversación.

Cuando finalmente se recuperó, pagó su bebida y salió del restaurante, aún sintiendo los efectos del encuentro. Minho había dejado claro que no sería fácil de manejar, y Hyunwoo sabía que su misión había tomado un giro inesperado. Sin embargo, lejos de desanimarse, sintió un renovado sentido de determinación. No podía permitirse fallar.

Esa noche, mientras caminaba de regreso a su apartamento, el rostro de Minho seguía apareciendo en su mente, junto con la inquietante certeza de que su vida estaba a punto de volverse mucho más complicada de lo que había anticipado.

entre sombras y deseos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora