22

1 0 0
                                    

Hyunwoo estaba a punto de sentarse a la mesa con su madre y Jihoon cuando su teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo. Frunció el ceño, preguntándose quién podría estar llamándolo a esa hora. Al sacar el teléfono, vio el nombre del jefe de policía en la pantalla, lo que hizo que un pequeño nudo se formara en su estómago.

-Lo siento, mamá, tengo que contestar esto -dijo Hyunwoo, levantándose de la mesa y dirigiéndose al pasillo para responder la llamada.

-No te preocupes, hijo. Ve, ve -respondió su madre, aunque no pudo evitar preocuparse un poco.

Hyunwoo deslizó el dedo sobre la pantalla y acercó el teléfono a su oído.

-¿Jefe? -dijo con voz firme, aunque en su interior sentía una leve inquietud.

-Hyunwoo, necesito que vengas a la comisaría de inmediato. Hay algo muy importante de lo que debemos hablar -dijo la voz del jefe al otro lado de la línea, su tono serio y algo preocupado.

Hyunwoo tragó saliva. No era común recibir una llamada del jefe a esas horas, y mucho menos con esa urgencia.

-Entendido, jefe. Salgo para allá ahora mismo -respondió Hyunwoo, tratando de mantener la calma.

Colgó la llamada y volvió a la sala, donde su madre y Jihoon lo esperaban para cenar. Se sintió mal al tener que dejar la cena, especialmente después de haber pasado tan poco tiempo con ellos, pero no tenía otra opción.

-Mamá, lo siento mucho, pero tengo que irme -dijo Hyunwoo, sintiendo el peso de la situación en su pecho-. Me llamaron de la comisaría, es urgente.

Su madre lo miró con preocupación, pero asintió comprensiva.

-No te preocupes, hijo. Ve con cuidado. Nosotros estaremos bien -le dijo, sonriendo levemente, aunque la preocupación no desaparecía de sus ojos.

Hyunwoo se acercó a Jihoon y le revolvió el cabello con cariño.

-Cuida de mamá, ¿sí? -le dijo, tratando de sonreír.

-Lo haré, hyung. Vuelve pronto -respondió Jihoon, aunque su mirada reflejaba la misma preocupación que la de su madre.

Hyunwoo asintió, se calzó los zapatos y salió rápidamente de la casa. El aire nocturno estaba fresco, y mientras caminaba hacia la comisaría, no podía sacudirse la sensación de que algo no estaba bien.

Al llegar, notó que algunos de sus compañeros lo miraban con una mezcla de tristeza y preocupación. Hyunwoo frunció el ceño, sintiendo cómo la inquietud en su pecho crecía con cada paso que daba hacia la oficina del jefe.

Cuando finalmente llegó, golpeó suavemente la puerta antes de entrar. El jefe estaba sentado detrás de su escritorio, con una expresión seria que hizo que Hyunwoo sintiera un nudo en la garganta.

-Siéntate, Hyunwoo -dijo el jefe, señalando la silla frente a su escritorio.

Hyunwoo obedeció, sintiendo la tensión en el aire.

-¿Qué sucede, jefe? -preguntó Hyunwoo, tratando de mantener la voz firme, aunque el temor empezaba a hacerse evidente.

El jefe suspiró profundamente, mirando a Hyunwoo con pesar antes de hablar.

-Hyunwoo, he recibido una notificación oficial del departamento central. Después de revisar tu historial y tus condiciones, han decidido que ya no puedes continuar trabajando como policía -dijo, sus palabras llenas de seriedad y compasión.

Hyunwoo sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies. Su corazón comenzó a latir con fuerza, y un frío indescriptible recorrió su cuerpo.

-¿Qué...? No... Esto tiene que ser un error, jefe... -dijo Hyunwoo, su voz temblando mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar.

-Lo siento mucho, Hyunwoo. Sé lo importante que es este trabajo para ti, pero la decisión ya está tomada -dijo el jefe, con una voz suave, intentando consolar a Hyunwoo.

Hyunwoo apretó los puños, sintiendo una mezcla de incredulidad y desesperación. Este trabajo había sido su vida, su forma de cuidar a su familia, de mantenerse a flote. Y ahora, de repente, todo eso se estaba desmoronando ante sus ojos.

-Jefe, no puedo dejar esto. No puedo... -susurró, su voz rota por la emoción.

-Sé que es difícil, Hyunwoo, pero... no hay nada que podamos hacer. Quiero que sepas que estamos aquí para apoyarte, lo que necesites -dijo el jefe, con genuina preocupación en su mirada.

El jefe observó a Hyunwoo por un momento, viendo cómo luchaba por contener sus emociones. Después de un breve silencio, respiró hondo y dijo:

-Hyunwoo, antes de que te vayas, necesito que me entregues tu placa y tu arma.

Esas palabras cayeron sobre Hyunwoo como un peso adicional. Hasta ese momento, había mantenido la esperanza de que, de alguna manera, todo fuera un malentendido, de que pudiera volver a su vida como si nada hubiera cambiado. Pero ahora, al pedirle la placa y el arma, el jefe sellaba el final de su carrera como policía.

Hyunwoo asintió lentamente, con los ojos todavía húmedos por las lágrimas. Con manos temblorosas, desabrochó el cinturón y sacó su placa. La miró por un largo momento, recordando todo lo que había hecho para llegar hasta allí, las veces que había arriesgado su vida, los momentos de orgullo y también de sacrificio. Finalmente, extendió la mano y se la entregó al jefe.

Luego, con un nudo en la garganta, alcanzó su arma y la colocó sobre el escritorio. Ese simple gesto lo llenó de una mezcla de dolor y vacío. Sin su placa, sin su arma, se sentía despojado de todo lo que había sido en los últimos años.

-Gracias, Hyunwoo -dijo el jefe con suavidad, tomando la placa y el arma con cuidado-. Puedes irte a casa ahora. Tómate el tiempo que necesites.

Hyunwoo no pudo decir nada. Asintió con la cabeza, sin poder mirar a su jefe a los ojos. Se dio la vuelta y salió de la oficina, sintiendo que cada paso que daba era más pesado que el anterior. Mientras caminaba por la comisaría, notó cómo algunos compañeros lo observaban con tristeza, otros inclinaban la cabeza en señal de respeto.

Afuera, la noche era fresca, pero Hyunwoo apenas lo notó. Todo lo que podía sentir era un inmenso vacío dentro de él. Sin su trabajo, sin su identidad como policía, no sabía qué haría. Pero una cosa era segura: tenía que regresar a casa y enfrentarse a su nueva realidad. Con un suspiro profundo, empezó a caminar hacia su casa, sin saber cómo explicarle a su madre lo que había sucedido.

entre sombras y deseos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora