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La noche era fresca, y la tranquilidad del vecindario hacía que la caminata hacia la tienda fuera relajante para los hermanos. Hyunwoo y Jihoon caminaron juntos, charlando de manera casual mientras Jihoon compartía su entusiasmo por los dulces que esperaba comprar. Hyunwoo sonreía, aunque sabía que ceder a los deseos de su hermano pequeño podría traerle problemas con su madre más tarde.

—¿Qué dulces vas a escoger esta vez? —preguntó Hyunwoo, mirando a Jihoon con una sonrisa.

—¡Gomitas y caramelos! —respondió Jihoon con los ojos brillando de emoción.

Al llegar a la tienda, Hyunwoo dejó que Jihoon corriera hacia la sección de dulces mientras él lo seguía de cerca. Jihoon comenzó a revisar las estanterías con entusiasmo, tomando su tiempo para decidir qué comprar. Hyunwoo lo observaba con paciencia, pero de repente sintió una extraña sensación. Algo no estaba bien.

Mientras Jihoon revisaba las opciones de dulces, la puerta de la tienda se abrió y entraron unos hombres. Hyunwoo notó que uno de ellos lo miraba fijamente, una mirada que le envió una señal de alarma a su cerebro. No sabía por qué, pero algo en el aire cambió, una tensión palpable que le erizó la piel.

Sin perder tiempo, Hyunwoo se acercó a Jihoon y lo agarró del brazo con suavidad, tratando de no alarmarlo.

—Jihoon, tenemos que irnos —dijo en un tono calmado, aunque sus ojos reflejaban la urgencia.

—¿Qué pasa? —preguntó Jihoon, notando la preocupación en el rostro de su hermano mayor.

—No es nada, solo... creo que ya hemos pasado suficiente tiempo aquí. Vamos a casa, mamá nos espera.

Jihoon asintió, aunque algo confundido. Hyunwoo comenzó a guiarlo hacia la salida, intentando mantener la calma. Salieron de la sección de dulces y se dirigieron hacia la puerta de la tienda. Jihoon salió primero, pero cuando Hyunwoo estaba a punto de seguirlo, el hombre que lo había estado observando se interpuso en su camino.

—¿Adónde crees que vas, chico? —preguntó el hombre, con una voz profunda y amenazante.

Antes de que Hyunwoo pudiera reaccionar, el hombre lo agarró con fuerza por el brazo y lo arrastró fuera de la tienda. Hyunwoo intentó resistirse, pero la fuerza del hombre era abrumadora. En medio de la confusión, Hyunwoo gritó a Jihoon.

—¡Jihoon, corre a casa! ¡No pares hasta llegar! —su voz era firme, pero en su interior sentía un miedo que apenas podía contener.

Jihoon, asustado, corrió lo más rápido que pudo, sin mirar atrás, siguiendo las instrucciones de su hermano. Hyunwoo lo vio desaparecer en la distancia, y su único consuelo era que Jihoon llegaría a salvo a casa.

Sin embargo, Hyunwoo no tuvo la misma suerte. El hombre lo empujó hacia un vehículo que estaba estacionado cerca de la tienda. Antes de que pudiera gritar o pedir ayuda, otro hombre abrió la puerta del auto y lo metió a la fuerza en el asiento trasero. Hyunwoo luchó con todas sus fuerzas, pero era inútil; lo tenían bien sujeto.

El vehículo arrancó a toda velocidad, alejándose de la tienda y llevándose consigo a Hyunwoo. Mientras el auto avanzaba por las calles oscuras, Hyunwoo trató de calmar su mente y pensar en cómo salir de esa situación, pero la realidad de su secuestro comenzaba a hundirse en su mente, llenándolo de una desesperación creciente.

Las horas que pasaron después del secuestro fueron un torbellino de confusión y terror para Hyunwoo. La velocidad del vehículo, los rostros desconocidos, y la venda en sus ojos lo dejaron completamente desorientado. Sentía su corazón palpitar con fuerza mientras intentaba mantenerse calmado, aunque el miedo lo dominaba.

entre sombras y deseos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora