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La última campana del día sonó, marcando el final de las clases en la academia. Hyunwoo suspiró mientras recogía sus cosas. Había sido un día largo y, aunque normalmente estaría ansioso por regresar a casa, esta vez decidió hacer una parada antes de dirigirse al hogar. Jihoon le había pedido sus galletas favoritas, y Hyunwoo no quería decepcionarlo.

Mientras caminaba hacia la tienda cercana, notó que el ambiente estaba algo extraño. Las calles estaban más tranquilas de lo habitual, y tenía una sensación inquietante en el estómago. No le dio demasiada importancia, pero no bajó la guardia. Su entrenamiento como policía le había enseñado a estar siempre alerta, incluso en situaciones que parecían normales.

Al girar en una esquina, de repente sintió un fuerte tirón en su camisa que lo arrastró hacia un callejón oscuro. Hyunwoo apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de verse rodeado por el mismo grupo de chicos que lo había estado molestando en la academia.

—Mira quién tenemos aquí —dijo uno de ellos con una sonrisa maliciosa, mientras los demás se acercaban lentamente, rodeándolo.

Hyunwoo los miró con calma, su mente trabajando rápido. Sabía que no podría escapar fácilmente, y el enfrentamiento era inevitable. Uno de los chicos dio un paso al frente y, sin mediar palabra, lanzó un puñetazo directo a su cara. Hyunwoo lo esquivó por poco, sintiendo cómo el viento del golpe rozaba su mejilla. Otro intentó golpearlo por la espalda, pero Hyunwoo giró rápidamente, atrapando el puño del agresor y torciéndole la muñeca.

—¡Ah! —gritó el chico, cayendo de rodillas por el dolor.

—¿Eso es todo lo que tienen? —murmuró Hyunwoo con una sonrisa desafiante, liberando al chico y retrocediendo unos pasos para ganar espacio.

Los demás se abalanzaron sobre él al ver la oportunidad. Hyunwoo recordó sus días en la policía, los entrenamientos intensivos y las peleas callejeras en las que se había visto involucrado. Aunque ya no estaba en el cuerpo, esas habilidades seguían siendo útiles. Esquivó y bloqueó los golpes con precisión, lanzando contragolpes rápidos que dejaban a sus atacantes tambaleándose. El sonido de los puños chocando resonaba en el callejón, mezclado con los jadeos y los gritos de los chicos que intentaban derribarlo.

Uno de ellos logró conectar un golpe en su rostro, partiéndole el labio. El dolor era agudo, pero en lugar de derrumbarse, Hyunwoo usó la adrenalina que corría por sus venas para tomar el control de la situación. Con un movimiento rápido, barrió las piernas de uno de los chicos, haciéndolo caer al suelo con fuerza. Los demás, al ver la ferocidad de Hyunwoo, comenzaron a titubear.

Hyunwoo los miró a los ojos, uno por uno, viendo el miedo que se había apoderado de ellos. Ninguno se atrevió a acercarse más.

—¿Ya terminaron? —les preguntó con voz baja pero firme, su mirada fija en ellos.

Los chicos, heridos y atemorizados, dieron un paso atrás, murmurando entre ellos. Uno de ellos escupió en el suelo, frustrado, pero al ver la determinación en los ojos de Hyunwoo, supo que no ganarían esta pelea.

—Nos veremos luego, maldito —gruñó uno, antes de que el grupo se retirara lentamente, dejándolo solo en el callejón.

Hyunwoo se quedó un momento allí, respirando hondo para calmar su acelerado corazón. Se llevó una mano al labio y sintió la sangre caliente que corría por él. Con una expresión de disgusto, limpió la sangre con el dorso de su mano y se aseguró de que no tenía ninguna otra herida seria.

Salió del callejón, sus pasos algo más lentos debido a la adrenalina que comenzaba a desvanecerse. A pesar de todo, no dejó que el incidente lo desviara de su objetivo. Se dirigió a la tienda como había planeado, entrando y buscando rápidamente las galletas favoritas de Jihoon. Al sostener la caja en sus manos, una leve sonrisa cruzó su rostro.

entre sombras y deseos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora