🌹 Capítulo 119🌹

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Mientras la luna ascendía lentamente en el cielo nocturno, las tropas del País de la Hierba se preparaban para regresar a sus respectivos hogares. La atmósfera estaba llena de una mezcla de alivio y cansancio, pero también de una calma reconfortante que solo llega después de una batalla ganada.

Kakashi, su padre Sakumo, y el resto de los soldados de Konoha se encontraban reunidos en el campamento temporal que habían establecido en las afueras del castillo de Kizashi. Aunque la victoria les pertenecía, la fatiga y las heridas del combate eran evidentes en sus rostros. Sin embargo, la noticia de su inminente regreso a Konoha traía consigo una renovada energía.

Kakashi, sentado cerca de la hoguera, miraba las llamas danzantes con la mente en Sakura. La promesa de reencontrarse con ella lo había mantenido fuerte durante la batalla, y ahora que todo había terminado, lo único que deseaba era regresar a su lado. A su lado, Sakumo lo observaba con una mirada de orgullo y satisfacción.

— Lo hiciste bien, hijo.— Dijo Sakumo, colocando una mano en el hombro de Kakashi.— Tai ya no es una amenaza, y el reino del País de la Hierba está en paz.

Kakashi asintió, aunque su mente seguía enfocada en Sakura y en el bebé que esperaban. Sabía que la lucha por el reino había sido crucial, pero ahora su prioridad era su familia.

— Gracias, padre. Pero lo único en lo que puedo pensar es en volver a casa, con Sakura.— Su voz era suave, llena de anhelo.

Sakumo sonrió, comprendiendo perfectamente lo que su hijo sentía.

— Y así será. Partiremos al amanecer, y estarás con ella antes de que el sol se ponga de nuevo.

Mientras tanto, en otro rincón del campamento, Sasuke y su padre, Fugaku, se preparaban para emprender el viaje de regreso a su propia aldea en el País de la Lluvia. Sasuke, aunque había luchado con valentía y destreza, estaba sumido en un silencio pensativo. Sus pensamientos estaban con Sakura, pero sabía que su camino con ella estaba lleno de obstáculos que aún no sabía cómo superar.

— Debemos regresar y asegurarnos de que nuestro pueblo esté protegido.— Le dijo Fugaku, interrumpiendo sus pensamientos.— El País de la Lluvia necesita estabilidad, y nosotros debemos garantizarla.

Sasuke asintió, aunque su corazón estaba dividido. Quería estar al lado de Sakura, pero sabía que su deber con su pueblo también era crucial.

— Lo sé, padre. Pero no puedo evitar pensar en ella... Me siento culpable de que ella haya sido tan destichada en nuestro compromiso.— Su voz se apagó al final, como si estuviera debatiendo consigo mismo.

Fugaku observó a su hijo con empatía. Sabía que Sasuke había tenido sentimientos profundos por Sakura, pero también sabía que la vida a menudo los llevaba por caminos difíciles.

— El tiempo dirá cuál es tu destino, Sasuke. Pero ahora, debemos cumplir con nuestras responsabilidades.

Sasuke asintió una vez más, sabiendo que Fugaku tenía razón. A pesar de sus sentimientos, su deber estaba en su aldea.

Al amanecer, cuando el primer rayo de sol tocó el campamento, las tropas de Konoha y el País de la Lluvia comenzaron a desmontar sus tiendas y prepararse para la marcha. Kakashi, Sakumo, y sus hombres partieron hacia Konoha, mientras que Sasuke y Fugaku lideraban a sus tropas de regreso al País de la Lluvia.

El viaje de regreso fue tranquilo, con el aire fresco del amanecer llenando los pulmones de los soldados y elevando sus espíritus. Kakashi no pudo evitar sonreír al pensar en Sakura, sabiendo que pronto estaría en sus brazos.

En el castillo de Konoha, Sakura permanecía en su habitación, esperando con impaciencia. La noche había sido larga, pero la promesa de que Kakashi regresaría la mantuvo despierta, con el corazón lleno de esperanza.

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