🌹 Capítulo 71🌹

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Las semanas se convirtieron en meses mientras la búsqueda de la princesa Sakura continuaba sin descanso. Las tropas del reino de Hierva recorrieron cada rincón conocido y desconocido, enfrentando peligros y obstáculos en su misión.

El capitán Takeshi lideró a sus hombres a través de densos bosques y montañas escarpadas, enfrentando bestias salvajes y tormentas implacables. Los aldeanos en cada pueblo y ciudad interrogados eran amables pero inútiles; nadie había visto a Kakashi ni a la princesa.

En el castillo, el rey Kizashi se volvía cada vez más impaciente. Sus ojos, antes llenos de sabiduría, ahora estaban hundidos y enrojecidos por la falta de sueño. La desesperación lo consumía.

Una tarde, mientras el sol comenzaba a ponerse detrás de las montañas, Takeshi regresó al castillo con las manos vacías y el corazón pesado. Había agotado todas las pistas y contactos posibles sin encontrar rastro de Sakura o de Kakashi.

El rey recibió a Takeshi en su salón privado, un lugar que antes era un refugio de paz para él. Ahora, las sombras parecían alargarse y el aire estaba cargado de tensión.

— Majestad, lo lamento profundamente — Dijo Takeshi, arrodillándose ante el rey— Hemos buscado incansablemente, pero no hemos encontrado nada. Kakashi parece haberse desvanecido en el aire.

Kizashi golpeó la mesa con un puño cerrado, derramando tinta sobre el mapa que tanto había estudiado.

— ¡No es posible! —Rugió, su voz resonando en las paredes de piedra. — No puede haber desaparecido sin dejar rastro. ¡Sigan buscando! ¡No paren hasta encontrar a mi hija!

Takeshi asintió, sabiendo que cualquier protesta sería inútil. Los soldados estaban exhaustos, pero la orden del rey era clara.

— Así se hará, Majestad. Seguiremos buscando. — Dijo Takeshi antes de retirarse.

Esa noche, el rey Kizashi se quedó solo en su estudio, rodeado de mapas y cartas. La angustia lo consumía y el remordimiento se hacía cada vez más fuerte. Sabía la verdad sobre la desaparición de su hija, pero no podía admitirla. No a su gente, no a sus consejeros, y mucho menos a sí mismo.

La luna brillaba débilmente a través de la ventana, arrojando una luz pálida sobre la mesa. Kizashi se dejó caer en su silla, su rostro enterrado en sus manos. Sabía que el tiempo estaba en su contra. Si no encontraba a Sakura pronto, el reino entero podría desmoronarse bajo el peso de su culpa y desesperación.

En las profundidades de su mente, una pequeña voz le susurraba que debía contar la verdad, que solo así podría encontrar la paz y tal vez, solo tal vez, recuperar a su hija. Pero el miedo y la vergüenza eran demasiado grandes. Por ahora, la búsqueda continuaría, y con ella, la agonía del rey.

La visita de la familia real del Reino de la Lluvia trajo un breve alivio al castillo, pero las tensiones subyacentes pronto salieron a la superficie. Una noche, mientras los reyes y consejeros discutían los planes de búsqueda, el rey Kizashi decidió hablar en privado con Sasuke.

En una sala alejada del bullicio, Kizashi y Sasuke se enfrentaron en un tenso intercambio de palabras.

— Príncipe Sasuke, necesito hablar con usted sobre un asunto de gran importancia. — Comenzó Kizashi, su voz temblando ligeramente.

Sasuke, desconcertado, asintió.

— Claro, Majestad. ¿De qué se trata?

Kizashi respiró hondo, tratando de controlar su furia y angustia.

—Se que fuiste tú quien sedujo a mi hija, el día antes de que ella escapara. — La voz del rey se volvió más severa. — Porque se que mi hija sería incapaz de hacer eso...

Sasuke frunció el ceño, confundido.

— Majestad, no entiendo. Si sabe la verdad, ¿por qué me acusa?

Kizashi apretó los puños, su rostro torcido por el dolor y la culpa.

— Mi hija no fue secuestrada, Sasuke. Ella huyó del castillo. Huyó porque yo, su propio padre, la castigué sin escuchar su versión de los hechos. — El rey hizo una pausa, luchando por mantener la compostura. — Sakura me dijo que no había hecho nada malo, pero no la escuché. La castigué injustamente, y por eso se fue.

Sasuke se quedó boquiabierto al escuchar la confesión del rey. La imagen de Sakura, llorando y pidiendo ser escuchada, llenó su mente.

— Majestad, ¿por qué me está contando esto ahora? — Preguntó Sasuke, su voz llena de confusión y preocupación.

Kizashi lo miró con una mezcla de desesperación y determinación.

— Porque, Sasuke, hay algo más que debes saber. Mis guardias descubrieron que le fuiste infiel a Sakura. — La voz del rey se endureció. — Ella no sabe esto, pero sé que si se entera, la herirá profundamente.

Sasuke palideció al escuchar esas palabras. Había un fondo de verdad en las acusaciones del rey. Había conocido a otra mujer, una aventura que no significaba nada para él, pero que podría destruir su relación con Sakura si ella lo supiera.

— Lo siento, Majestad. No quería hacerle daño. Yo también la amo. — Su voz se quebró al admitirlo. — Quiero encontrarla y arreglar las cosas.

Kizashi lo miró con desdén.

— Hablar es barato, Sasuke. Demuestra tu arrepentimiento encontrándola y protegiéndola. Si realmente la amas, haz lo correcto por una vez.

Sasuke asintió, sintiendo el peso de sus errores sobre sus hombros. Estaba decidido a hacer todo lo posible para encontrar a Sakura y reparar el daño que había causado.

Mientras tanto, en otra parte del castillo, Mebuki y Mikoto discutían la situación. Mikoto había notado la tensión entre Sasuke y Kizashi y decidió hablar con Mebuki al respecto.

— Mebuki, he notado que algo grave está ocurriendo entre Kizashi y Sasuke. ¿Qué está pasando realmente? — Preguntó Mikoto con preocupación.

Mebuki suspiró, sabiendo que no podía ocultar la verdad por más tiempo, mientras acaeiciaba su vientre un poco más grande que se podia notar su embarazo.

— Mikoto, la verdad es que Sakura huyó porque Kizashi la castigó sin escuchar su versión de los hechos. — Mebuki bajó la mirada. — Ella nos intentó explicarnos lo que pasó ese dia en su habitación, pero ambos estabamos cegado por la ira. Además, recientemente descubrimos que Sasuke le había sido infiel. Sakura no sabe esto, pero temo que si se entera, será un golpe devastador para ella.

Mikoto asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

— Debemos encontrarla, Mebuki. No solo por el bien de Haruno, sino también por el bien de Sakura y Sasuke. Necesitan resolver esto juntos.

— Si, nuestros hijos son los únicos que puede seguir manteniendo la armonía entre nuestros dos países.

Esa noche, el castillo se sumió en un silencio inquietante. Las palabras duras intercambiadas entre Kizashi y Sasuke, así como la revelación de la verdad, pesaban sobre todos. Pero había una chispa de esperanza. A pesar de todo, Sasuke estaba decidido a encontrar a Sakura y demostrarle que su amor por ella era verdadero.

Al día siguiente, Sasuke se unió a la búsqueda con renovada determinación, decidido a no descansar hasta encontrar a Sakura y redimir sus errores. Mientras tanto, Kizashi, aunque aún lleno de rabia y dolor, sabía que debía confiar en que el amor verdadero podría superar incluso los obstáculos más oscuros.

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