🌹 Capítulo 96🌹

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Esa misma noche, después del incidente en la fiesta, Kizashi y Mebuki no podían esperar más para confrontar a Sakura sobre su comportamiento. Decidieron ir a su habitación de inmediato, encontrándola sentada en la cama con la mirada fija en el suelo.

— Sakura, necesitamos hablar.— Dijo Mebuki, su voz llena de tensión.

Sakura no levantó la vista. Su silencio fue la chispa que encendió la ira de Kizashi.

— ¿Qué te pasa?— Rugió Kizashi, dando un paso adelante.— Nos has humillado frente a todos. ¿Sabes lo que esto significa para nuestro reino? ¿Sabes el daño que has hecho?

Sakura levantó la vista lentamente, sus ojos llenos de una determinación fría.

— No me importa lo que signifique para tu reino.— Dijo con firmeza.— No me casaré con alguien a quien no amo. No seguiré siendo una pieza en tu juego.

Kizashi se acercó más, su furia aumentando con cada paso.

— No tienes elección, Sakura.— Gritó, su voz retumbando en la habitación.— Te casarás con Sasuke, te guste o no. Nosotros sabemos lo que es mejor para ti y para este reino.

— ¿Lo que es mejor para mí?— Respondió Sakura, su voz llena de sarcasmo.— ¿Crees que forzarme a casarme con alguien que no amo es lo mejor para mí? ¿Crees que puedes controlar mi vida para siempre?

— ¡Sí!— Rugió Kizashi.— Porque tú no sabes lo que te conviene. Nosotros sí. Hemos hecho todo esto por ti, por tu futuro, por el reino. No puedes tirarlo todo por la borda por tus caprichos.

Sakura se levantó de la cama, su cuerpo temblando de ira.

— No soy un peón en tu juego, padre.— Dijo con voz firme.— No soy una marioneta que puedes manejar a tu antojo. No me casaré con Sasuke, y no seguiré soportando esta mentira.

La furia de Kizashi alcanzó su punto álgido. Levantó la mano, dispuesto a golpear a Sakura. Mebuki, viendo lo que estaba a punto de suceder, intentó intervenir.

— ¡Kizashi, no!— Gritó, tratando de detenerlo.

Pero Sakura no retrocedió. Su mirada desafiante se clavó en la de su padre.

— Hazlo.— Dijo, sus ojos llenos de desafío.— Si vas a golpearme, hazlo. Mátame si eso es lo que quieres.

Las palabras de Sakura resonaron en la habitación, congelando a Kizashi en su lugar. Su mano tembló en el aire, incapaz de moverse. En ese momento, recordó otra ocasión de hace unos meses atrás, cuando había castigado injustamente a su hija por algo que no había hecho. La culpa y el remordimiento se arremolinaron en su interior.

— Sakura...— Murmuró, su voz quebrándose.— No puedo...

Sakura lo miró con una mezcla de desafío y tristeza.

— Hazlo, mátame, golpeame.— Dijo, sus ojos llenos de lágrimas.— Mátame y libérame de este dolor, prefiero morirme para poder estar con Kakashi y lejos de ustedes...

Kizashi bajó la mano lentamente, el peso de sus acciones y decisiones aplastándolo. La habitación quedó en silencio, roto solo por los sollozos de Mebuki, que había caído de rodillas, suplicando por la comprensión y perdón de su hija.

Sakura, sintiendo la angustia en el aire, se volvió hacia sus padres una última vez.

— No quiero vivir así.— Dijo con firmeza.— No seré una prisionera en mi propio hogar. No saben cuanto los odio por lo que me hicieron...— Sakura se gira, dándole las espalda y mostrando sus marcas de los latigazos que su padre le había dado.

Los dos se que daron horrorizados, miraban las cicatrices que tenia en su espalda, los dos se quedaron callados, si tiendo la culpa de lo que habían hecho meses atrás.

— Aún que traten de querer demostrarme que me "aman" jamás van a borrar estás cicatrices de mi espalda...— Decía con firmeza y con lágrimas en sus ojos.— Ni en otras vidas, podrán borrar el daño que me han hecho.

Con esas palabras, salió de la habitación, dejando a Kizashi y Mebuki en un mar de confusión y dolor. Sabían que habían perdido algo invaluable, y que recuperar la confianza de su hija sería una tarea monumental.

Mientras tanto, en Konoha, Kakashi continuaba luchando por su vida, su cuerpo mostrando pequeños signos de recuperación. La reina y el rey se aferraban a la esperanza de que, cuando despertara, podría arrojar luz sobre el misterio de su pasado y quizás, de alguna manera, ayudar a sanar las heridas que se estaban abriendo en el castillo de la Hierba.

En Konoha, la madre de Kakashi estaba sentada junto a su cama, tejiendo con delicadeza una manta mientras tarareaba suavemente una antigua canción de cuna. Era una melodía que había sido transmitida de generación en generación en las familias reales, una canción que solía cantar a su hijo cuando era un bebé.

Mientras tejía, su voz suave llenaba la habitación con la melodía nostálgica, su corazón lleno de esperanza y amor por el hijo que creía haber perdido.

— Duerme, pequeño, duerme en paz,
   Las estrellas velan tu descansar,
   En mis brazos te cuidaré,
   Sueña, mi amor, contigo estaré.

Kakashi, sumido en su coma, comenzó a percibir algo familiar en su inconsciencia. La melodía resonaba en su mente, evocando recuerdos lejanos y borrosos. Era una sensación cálida, un eco de tiempos más felices y seguros. Su cuerpo, aunque aún inmóvil, mostraba pequeños signos de respuesta. Los dedos de su mano derecha se movieron ligeramente, como si estuviera tratando de aferrarse a ese recuerdo perdido.

En su mente, las sombras de su pasado comenzaron a disiparse un poco. Recordó fragmentos de una voz suave y cariñosa que le cantaba esa misma canción cuando era niño. Aunque no podía ver el rostro, la sensación de seguridad y amor era inconfundible.

Recordaba la misma habitación que siempre soñaba cuando tenía esa pesadilla, pero ahora, se sentía tranquila, todo aún era borrosos, pero podía ver a la mujer desconocida sentada en una mesedora, cantando es canción, el se reía mientras miraba a esa mujer que no conocía.

— Duerme, pequeño, sueña en paz,
   Tu madre siempre aquí estará,
   En mis brazos te cuidaré,
   Sueña, mi amor, contigo estaré.

La madre de Kakashi, ajena a los pequeños movimientos de su hijo, continuaba cantando, con cada nota llenando la habitación de esperanza y añoranza. El rey y la reina observaban en silencio, aferrándose a la esperanza de que su hijo, su querido Kakashi, pronto regresara a ellos.

En ese momento, el médico entró en la habitación, notando los pequeños signos de mejoría en Kakashi. Observó los movimientos de sus dedos y el ligero cambio en su respiración, y una chispa de esperanza iluminó sus ojos.

— Está respondiendo.— Dijo en voz baja, sin querer romper la atmósfera mágica que la canción había creado.— Está comenzando a mostrar movimientos.

La reina, con lágrimas en los ojos, miró a su hijo y luego a su esposo. Ambos sabían que el camino hacia la recuperación de Kakashi sería largo y lleno de desafíos, pero en ese instante, se aferraron a la esperanza de que cada día lo acercara un poco más a ellos.

Continuará......🌹

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