Capitulo 7

4.3K 437 290
                                    

Una vez en la habitación, Charles sentó a Isabella en la cama para sacarle los zapatos.

—¿Era papá? —. Preguntó la niña, confundida.

—No, mi amor, era otra persona. Tu papá está abajo comiendo pastel.

La mentira pareció convencerla, pues la pequeña asintió con la cabeza y no dijo más nada. Tras acomodar la frazada, Charles se acostó con ella y empezó a acariciarle el cabello para hacerla dormir, por lo qué Isabella le abrazó la cintura y cerró los ojos. En cuestión de minutos, se quedó dormida; sin embargo, el padre entró a la habitación poco tiempo después.

—¿Qué haces aquí?

—Shh. Tenía sueño, así que vine a acostarla.

Frunciendo el ceño, él pegó media vuelta y se fue. Charles continuó acariciando el cabello de la niña hasta que se aseguró de que no iba a despertarse. En cuánto salió de la habitación, alguien la empujó al cuarto de al lado.

—¿Ella me vio? —. Preguntó Carlos.

—¿Qué?

—Si Isabella me vio.

—No, pero tenía sus dudas. Me preguntó si era usted, y le dije que no.

—Basta de "usted". Ayer no me tratabas así —. Se quejó, desesperado.

—Porqué ayer no estaba trabajando —. Explicó el. —Cuando estoy en el trabajó, soy profesional.

—Bueno, bueno —. Dijo él sin prestarle mucha atención. Luego de una pausa breve y visto que su jefe no tenía nada más para decirle, Charles decidió ir a su habitación.

—Adiós —. Pero, cuando estaba a puntó de irse, Carlos lo detuvo.

—Espera.

—¿Necesita algo?

—Ese besó no significó nada —. Espetó.

—Bueno. No sé por qué me lo dice, pero está bien —. El abrió la puerta y se fue.

Él se quedó allí pensando por qué le dijo eso y, de la frustración, terminó golpeando la pared. Caminó de un lado a otro hasta que se calmó y, luego bajó a la sala. Al entrar, vio a Charles bailando con Gustavo; el baile era lento y la mano de su primo estaba apoyada apenas por debajo de la cintura del chico. A su vez, se notaba que estaban charlando y sonriendo el una al otro. Carlos se sirvió un vaso de whisky y lo bebió de un tirón, razón por lo cual su padre se acercó para hablarle.

—¿Disfrutando de la fiesta, hijo?

—Sí, padre. Felicidades.

—Gracias. Me pareció que estabas nervioso, ¿qué te pasa?

—Nada, papá. Estoy tranquilo —. Respondió a regañadientes.

—No debería beber tanto —. Comentó su padre —.¿Por qué no vas con Charles y lo invitas a bailar?

—¿De qué hablas?

—Hijo, te conozco desde que eras un bebé y, además, soy hombre; sé cómo son estas cosas. Noté cómo lo mirabas, lo mucho que te molestabas al verlo bailar y lo tenso que te ponías cuando tu madre hablaba de presentarle a Gustavo.

—Estás viendo cosas donde no las hay papá.

—¿Ese es el caso o te estás engañando? —. Dudó el señor. —Sabes muy bien que es un chico guapo y no lo puedes negar. También es inteligente, simpático y tiene muchas cualidades a favor. Cualquier hombre quedaría encantado solo con su sonrisa.

—Ve directo al grano —. Dijo Carlos, impaciente.

—No estará soltero siempre. Algún día, un hombre la cosquistará y podrán enamorarse. ¿Sabes lo que pasa cuando alguien se enamora de verdad? Queda tan cegado por ese amor que es difícil volver atrás.

Un padre por contrato || CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora