Capitulo 11

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Cuando Charles por fin se despertó, sé dio cuenta de que había dormido hasta más tarde de lo habitual. Echó un vistazo al dormitorio y quedó sorprendido por lo hermoso que era: estaba decorada con tonos gris y blanco, no era una habitación oscura, pero sí era diferente y elegante. El perfume de Carlos parecía estar impregnado en el aire, por lo que el cerró los ojos e inhaló para sentir el aroma, que le recordó a cuando bailaron tan de cerca durante la fiesta de aniversario. Ignorando esos pensamientos inapropiados, se levantó de prisa e hizo la cama. Luego, sé dirigió a su cuarto para ducharse y vestirse. Cuando llegó la hora, fue a despertar a la niña y la bañó para que se despabilara. Le puso el uniforme de la escuela y bajaron a la sala a desayunar.

Parecía que faltaba algo en la mesa, pues la silla donde se sentaba Carlos estaba vacía y solo eran ellos dos durante el desayuno. Por esa razón, Carola optó por hacerles compañía y comer con ellos. Apenas terminaron, Charles llevó a Isabella al coche para que el chofer las llevará a la escuela.

—Que tengas un lindo día, mi amor. Paso a buscarte luego, ¿sí? —. Se despidió.

—Sí, papi.

—Pórtate bien —. Charles le dió un beso, y la niña entró corriendo feliz al edificio. El chico volvió al coche y fue a su casa a buscar algunas cosas. Cuando llegó allí, Checo le sonrió al verlo.

—Hola, amigo —. Lo saludó con calidez.

—Hola, Checo. ¿Cómo estás?

—Yo estoy bien, ¿y tú?

—También. Cuéntame qué pasó después de la fiesta —. Dijo Charles.

—Estuvo increíble. Me acosté con Max y vine el otro día. Pasamos todo el domingo juntos y fue sensacional —. Respondió con una sonrisa.

—¡Qué bueno!

—¿Y tu cita?

—También estuvo bien.

—Oye, tengo otra invitación. Max va a tener una reunión en su casa el sábado, ¿vienes?

—¿El sábado? No puedo, tengo un compromiso con un amigo.

—¡Wow! ¿Estás saliendo con un tipo? —. Estaba sorprendido por la noticia.

—No. Es un amigo que hice el domingo. Le prometí que íbamos a salir para conocernos mejor.

—Ah, genial. Ve y haz todo lo que yo haría —. Checo se echó a reír.

—Eres una loco —. Charles también largó una carcajada.

—Cualquier cosa, llámame y te busco. Por si el besó es malo, ya sabes.

—Eres el mejor. Me tengo que ir.

—Está bien, hablamos por mensaje. Cuídate.

—Tú también.

Se despidieron con un abrazó, y Charles subió al coche. En cuanto llegaron a casa de su jefe, fue a su cuarto a desempacar sus cosas y pasó toda la mañana ordenando. En ese momento, sonó el móvil. Era Carlos.

—Hola, Carlos ¿Cómo estás? —. Saludó él cuando atendió.

—Bien, ¿y tú?

—También. ¿Isabella fue a la escuela?

—Sí, ya la llevé.

—Perfecto. Tengo que colgar.

—Vienes en dos días, ¿no?

—Sí, ¿por qué? —. La pregunta le pareció extraña.

—Nada, para saber —. Respondió el.

—Bueno. Cualquier cosa, me llamas. Adiós —. Dijo y colgó el teléfono.

Un padre por contrato || CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora