Carlos y Max estaban muy inquietos y ellos los miraban como si no pasará nada.
—Disculpen, aquí está su pedido —. Interrumpió él camarero.
—Gracias —. Dijo Checo.
—Llámenme si necesitan algo más —. Se fue y los chicos empezaron a comer.
—Creo que pedimos demasiado —. Comentó Charles.
—En este estómago cabe todo. Son porciones pequeñas, amigo —. Respondió Checo.
—¿Quieres? —. Charles le ofreció comida de su plato a Carlos, pero él se negó.
—Vamos, Charles.
—No voy a dejar esto, salió demasiado caro como para tirarlo a la basura.
—Tienen que estar bromeando —. Max se enojó.
— Sólo estamos comiendo y disfrutando, si eso es demasiado para ti, no puedo hacer nada. ¿Acaso no podemos comer? —. Replicó Checo.
—¿Puedes dejar la ironía, Checo?
—Siéntense, por favor, ya me están haciendo enojar —. Respondió el mexicano.
Finalmente, se sentaron frente a ellos y comenzaron a observar el lugar y a clavarles la mirada a los hombres que les prestaban atención. Charles y Checo estaban tranquilos hablando y comiendo. Por momentos sonaba alguna canción conocida y cantaban, alegres. Pero lo que para ellos eran divertido, para los muchachos era una provocación. Max, impaciente, llamó al mesero.
—La cuenta. Puede preparar esto para que se lo lleven —. Le dijo.
—Todavía no nos vamos —. Intervino Checo.
—Se acabó la fiesta, perdí toda la paciencia que me quedaba —. Insistió él.
—¿Me llevo la comida o no? -- quiso saber él camarero.
—Puede llevarla. Aprovechen y paguen la cuenta —. Concluyó Checo mientras juntaba sus cosas para irse, al igual que Charles. Los chicos se miraron uno al otro. Luego de que Carlos pagará la cuenta y él mesero les diera el paquete, corrieron tras ellos tratando de seguirles el ritmo hasta que los alcanzaron.
—¿Puedes esperar? —. Dijo Max.
—Olvídalo —. Respondió Checo.
Llegaron a la mesa donde estaban antes y fueron al agua. Ellos se sentaron, irritados, sin atreverse a decir nada. Un rato más tarde, los chicos regresaron y se sentaron en las tumbonas.
—¿Te gustaría vivir en un lugar así, Charles? —. Preguntó Checo.
—No, me encanta la playa, pero prefiero venir sólo los fines de semana. Si no, me volvería loco.
—Es cierto, solo sería ocio.
—Chicos, ¿quieren cerveza? —. Ofreció Isadora.
—Sí, ¿tienes?
—Los muchachos van a comprar.
—Bueno —. Dijo Checo.
Max y Carlos, que se levantaron, se acercaron y se sentaron con ellos en sus asientos.
—¿Ya pasó el enfado? —. Preguntó Carlos.
—No —. Respondió Charles.
—Bueno, ya es hora de que se te pase.
—No sabía que tú lo decidías.
—Me alegra que ahora ya lo sepas.
—Sal de aquí.
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Un padre por contrato || Charlos
FanfictionCharles esta buscando trabajo desesperadamente, lo que lo lleva a firmar un contrato un tanto extraño que tiene como principal regla nunca enamorarse del padre del niño, llevando una relación distante con su jefe Carlos Sainz. ¿Quien romperá el cont...