Capitulo 23

3K 286 90
                                    

Carlos levanto su rostro para mirarlo.

—Vamos a ser felices juntos, ¿de acuerdo?

—Esta bien.

—Ven aquí —dijo llevándolo hacia el agua.

—¿Que haces? —pregunto Charles confundido.

—Vamos a limpiar juntos tu alma y tu cuerpo, quiero que liberes tu mente y que a partir de ahora vivamos una vida nueva. Una vida en donde haya felicidad; felicidad y nada más. Hagamos que el agua se lleve tu angustia y tristeza del pasado.

Charles le acarició el rostro y entraron juntos al mar, se agacharon para que este los cubriera por completo y se sumergieron abrazados bajo la noche oscura, dejando que el agua se llevara toda la pena, tristeza y malos sentimientos.

Después de un rato salieron del mar y regresaron a la casa mas tranquilos, como ya no había nadie afuera, subieron a la recamara, y en el pasillo escucharon gemidos, así que Carlos paso tocando las puertas de los demás cuartos hasta que se escucharon los quejidos de un muchacho. Luego entraron al cuarto y Carlos se iba a salir para que Charles se cambiara, pero el lo llamó.

—¿Te bañarías conmigo?

—Pero...

—Con ropa interior.

—Claro.

Se quitaron la ropa mojada y se metieron en la ducha. Charles llevaba un boxer que se le transparentaba un poco, pero Carlos no pensaba en sexo, si no en cuidarlo y protegerlo, nada mas.

Le lavo el cuerpo para sacarle la sal del mar mientras Charles de relajaba, le lavo el cabello dejando que esta escurriera sobre su piel. En el costado de su abdomen noto un tatuaje, y al verlo mas de cerca se dio cuenta que debajo había una cicatriz.

Luego, Charles comenzó a lavar a Carlos con delicadeza y cariño, eran dos cuerpos casi desnudos cubiertos solamente por un trozo de tela, y los dos tenían buenas intenciones, sin dar paso a pensamientos inapropiados. Solo se miraban con ternura y se tocaban con amor y cariño, al terminar fueron a vestirse.

—Tengo hambre —dijo Charles.

—Yo también ¿Vamos a la cocina?

Carlos volvió a tocar la puerta de las había mientras iban a la cocina, cuando llegaron los empleados ya no estaban, pues ya era de madrugada. Charles reviso el refrigerador y preparo unos sándwiches. Carlos, que no sabia hacer nada, simplemente iba pasando y guardando los ingredientes que su chico utilizaba.

Después se sentaron a comer y en ese momento aparecieron Max y Checo.

—Ni los sueñes, son nuestros —dijo Carlos

—No dijimos nada —dijo su amigo entre risas.

—Pero lo pensaron.

—¿Y uno solito? —soltó Checo

—Tómalo, hare mas —dijo Charles

—Gracias, amigo.

—Amor, estos tragones se comerán todo.

—Anda, muerto de hambre —se quejó Max.

—Ya basta, no hay problema —Charles se rio y fue a hacer mas bocadillos. Ademas, tomó un pastel del refrigerador para que pudieran comer

Un padre por contrato || CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora