La habitación, que durante tanto tiempo había sido un santuario de sombras y susurros, ahora comenzaba a llenarse de una energía nueva, una energía que fluía como el viento, trayendo consigo no solo movimiento, sino la promesa de algo más: la promesa de luz.
Boruto y Mitsuki, con el viento como su aliado, invocaban su chakra en un movimiento suave y armonioso, como dos corrientes que se encuentran en el cielo, envolviendo el cuerpo de Naruto con su poder. El viento, invisible y sutil, ahora se volvía tangible, una brisa llena de vida y energía, que acariciaba la piel de Naruto y lo envolvía como un abrazo eterno.
-Papá, confía en nosotros -murmuró Boruto, su voz baja pero firme, sus manos levantadas en dirección a su padre.
El viento danzaba a su alrededor, como si esperara la orden de liberar a Naruto de las cadenas invisibles que lo habían mantenido prisionero.
Mitsuki, sereno como siempre, concentraba su chakra con la misma precisión con la que manejaba su calma interior. Su viento era más suave, como el susurro de una hoja que cae suavemente al suelo, pero cargado de fuerza oculta.
El viento de Boruto era más fuerte, un torrente que empujaba y removía, pero ambos vientos, el de Boruto y el de Mitsuki, se encontraban en perfecta armonía, envolviendo a Naruto en un torbellino de luz y aire.
-Naruto, deja que el viento lleve tus sombras -murmuró Mitsuki, su voz suave como una brisa, y con esas palabras, el chakra del viento que emanaba de los dos comenzó a desvanecer la oscuridad que había en la mente de Naruto.
El viento era luz. Cada corriente que pasaba sobre el cuerpo de Naruto no solo lo envolvía físicamente, sino que penetraba en su ser, en lo más profundo de su mente, arrastrando consigo las sombras densas que Sai había plantado. Cada susurro del viento era un destello de claridad, un rayo que iluminaba las partes más oscuras del alma de Naruto, devolviéndole el control que había perdido.
Naruto comenzó a respirar más profundamente, como si cada bocanada de aire fuera una nueva oportunidad para llenar su ser con algo puro y limpio, libre de la corrupción mental que había soportado durante tanto tiempo. El viento de Boruto y Mitsuki era más que aire, era la esencia del amor y la protección que sentían por él, y con cada nueva brisa, los colores comenzaban a regresar a su rostro.
-Papá, ya estás a salvo -dijo Boruto, sus ojos llenos de lágrimas mientras sentía cómo el viento respondía a su llamado.
Los colores que habían abandonado el rostro de Naruto -el rubor de sus mejillas, la calidez de su piel- comenzaron a regresar lentamente, como si la vida estuviera siendo pintada de nuevo en su cuerpo.
Su piel, antes fría y pálida, se calentaba bajo el abrazo del viento y el chakra de sus seres más queridos. El brillo de sus ojos, que había sido apagado por la desesperación, comenzaba a encenderse, como una vela que vuelve a arder después de haber sido extinguida.
La luz inundaba la mente de Naruto. Cada rincón oscuro que Sai había llenado de miedo y paranoia era ahora arrastrado por el viento, barrido por la energía purificadora que Boruto y Mitsuki traían consigo.
El chakra del viento penetraba en su conciencia, limpiando cada resquicio de duda, llenando su mente de calor, de claridad, de vida. El viento era un río de luz, y con cada corriente, Naruto se sentía más fuerte, más libre.
-Ya no hay sombras, papá -dijo Boruto, apretando más su chakra, sintiendo cómo el viento que lo envolvía a él y a su padre comenzaba a brillar con más fuerza. El viento se llenaba de luz, y con él, la oscuridad se disipaba completamente.
Naruto exhaló, y en ese suspiro final, toda la oscuridad que lo había mantenido prisionero se desvaneció. Su respiración, antes entrecortada y temblorosa, se volvió suave y rítmica. El aire volvía a fluir libremente en su cuerpo, como un torrente de energía renovada. Sus ojos, llenos de vida, se abrieron de par en par, brillando con una intensidad que no había sentido en semanas.
La oscuridad había sido derrotada. Las cadenas que lo ataban habían sido destruidas. El calor del chakra del viento lo había envuelto por completo, y ahora, Naruto ya no era un prisionero en su propia mente. La luz lo había reclamado de nuevo, y su alma estaba libre.
Naruto se levantó lentamente de la cama, su cuerpo temblando ligeramente al principio, como si necesitara acostumbrarse nuevamente a la sensación de ser libre, de estar en control. Sus piernas, que antes no respondían, ahora lo sostenían con fuerza. Sus manos, que habían temblado con miedo, ahora se movían con confianza.
-Papá... -Boruto murmuró, sus ojos llenos de lágrimas de alivio al ver a su padre renacer frente a él.
Naruto lo miró con los ojos llenos de gratitud, una sonrisa temblorosa asomando en su rostro. El hombre que había sido devorado por las sombras ahora estaba completamente iluminado por la luz de su amor y el viento de su hijo.
-Boruto... -murmuró Naruto, su voz quebrándose por la emoción. El abrazo entre padre e hijo fue instantáneo, profundo, intenso.
Naruto envolvió a Boruto en sus brazos, apretándolo con fuerza, como si temiera que pudiera perderlo de nuevo. Las lágrimas corrían por su rostro, pero eran lágrimas de alivio, de sanación, de gratitud. Había estado atrapado en una pesadilla, pero Boruto lo había traído de vuelta. Lo había salvado de las sombras.
-Perdóname... por haberte dejado ir -sollozó Naruto, con su rostro enterrado en el cuello de su hijo-. Pensé que te había perdido para siempre.
Boruto lo sostuvo con fuerza, dejando que su padre llorara, sintiendo cómo el viento seguía envolviéndolos a ambos, como una promesa eterna de que ya nada podría separarlos de nuevo.
-No, papá. Nunca me perdiste. Estoy aquí, y no me iré de nuevo -dijo Boruto, sus lágrimas mezclándose con las de su padre.
Desde las sombras, Sasuke y Kawaki observaban el momento, sus propios corazones latiendo con fuerza al ver a Naruto finalmente libre. Habían estado allí todo el tiempo, silenciosos, respetando el proceso, pero ahora, viendo la sanación de Naruto, no pudieron contenerse más.
Sasuke fue el primero en acercarse, su mirada llena de emoción contenida. Sus ojos, siempre serios, estaban ahora suavizados por el alivio. Al ver a Naruto levantarse y abrazar a su hijo, Sasuke sintió que una enorme carga se desvanecía de su pecho. Sin dudarlo, se acercó y envolvió a ambos en sus brazos, formando parte del abrazo colectivo.
Kawaki, más reservado, también se acercó lentamente. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos, pero trataba de mantener la compostura. Sin embargo, cuando llegó al grupo, Naruto extendió una mano hacia él, invitándolo a unirse al abrazo.
-Ven aquí, hijo -dijo Naruto, su voz suave pero llena de amor.
Kawaki no pudo contenerse más y se lanzó al abrazo, dejando que las lágrimas fluyeran mientras el viento alrededor de ellos los envolvía en una burbuja de calor y luz.
Por primera vez en días, Naruto sentía paz. El viento que había traído consigo la oscuridad ahora era el viento que lo liberaba, que lo unía a su familia, que lo llenaba de vida una vez más. El calor de su familia, el amor que los rodeaba, era todo lo que necesitaba para saber que había vuelto a casa, a su verdadera esencia.
-Estoy en paz -murmuró Naruto, su voz suave y temblorosa, mientras abrazaba a su familia, rodeado por el calor y el viento, sintiendo por fin la luz dentro de su corazón.
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Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)
FanfictionEn el corazón de una sociedad aristocrática regida por las tradiciones y el honor, Boruto Hyuuga vive una vida de restricciones y secretos. Hijo ilegítimo de una noble fallecida al nacer y de un padre desconocido, Boruto ha sido criado en la sombra...