La Jaula Invisible

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El mundo de Naruto se había convertido en una prisión sin muros visibles. El aire, que alguna vez había sido su aliado, moviéndose libre y ligero a su alrededor, ahora se sentía pesado, como si cada respiración fuera un esfuerzo. El viento, su elemento, no le traía respuestas ni consuelo, sino un eco vacío de sus propios miedos.

Sai estaba allí. Siempre allí, aunque nunca de forma directa. Siempre justo al borde de su visión, en las esquinas de su mente, como una sombra que no se podía tocar pero que lo rodeaba sin descanso.

Sai, el psiquiatra astuto y calculador, sabía exactamente cómo mover sus piezas en este juego de sombras. No necesitaba levantar la mano contra Naruto ni pronunciar una sola palabra amenazante.

Jugaba con la mente de Naruto como un maestro en su oficio, caminando por la delgada línea entre lo legal y lo abusivo, siempre cuidadoso de no cruzar los límites establecidos por la ley, pero haciéndolo de una manera que erosionaba la cordura de su víctima poco a poco.

Cada encuentro con Sai era un recordatorio de su vulnerabilidad, un golpe invisible que dejaba marcas más profundas que cualquier agresión física. Sai conocía los rincones más oscuros de la mente humana, sabía cómo plantar pequeñas semillas de miedo que crecerían en la oscuridad hasta convertirse en una selva de paranoia.

Sus estrategias eran sutiles, metódicas, frías. Y lo más perverso de todo: lo hacía dentro de los márgenes de lo permitido, haciendo imposible para Naruto buscar protección legal.

Naruto recordaba cada una de esas "casuales" apariciones de Sai, como si fueran fotogramas de una película de terror que no podía detener. Un paseo por la calle y allí estaba Sai, con su sonrisa serena, sin decir nada, solo mirándolo.

Un almuerzo con Sasuke y, desde la distancia, Sai se encontraba en una mesa cercana, leyendo tranquilamente, como si no existiera ninguna tensión.

La aparente inocencia de esas interacciones era lo que las hacía insoportables. Sai nunca cruzaba la línea, pero su presencia, constante e inquebrantable, se volvía una sombra sobre los hombros de Naruto.

Y aunque no había contacto físico ni palabras explícitas, Naruto sentía cómo su mente se fracturaba lentamente. La presión psicológica era como una soga que se apretaba alrededor de su cuello, invisible pero sofocante.

Cada vez que intentaba respirar tranquilo, Sai aparecía, y aunque no hacía nada más que estar allí, esa mera presencia era suficiente para hacer que su corazón comenzara a latir desbocado, como si estuviera siendo cazado.

Sai era un experto en el acoso psicológico, sabiendo exactamente cómo empujar a Naruto al límite sin sobrepasarlo del todo. Sabía dónde estar y cuándo estar, cómo presentarse en los momentos más vulnerables para intensificar la sensación de aislamiento de Naruto.

Naruto comenzó a sentirse observado incluso cuando estaba solo, como si las paredes de su mansión pudieran traicionar su intimidad en cualquier momento.

Los días pasaban, y con cada nuevo "encuentro", la mente de Naruto se alteraba más y más. Las noches eran las peores. La mansión, que alguna vez había sido un refugio, se había convertido en una jaula asfixiante.

Las sombras de las esquinas se estiraban, y cada crujido de las paredes, cada susurro del viento, se transformaba en la risa sutil de Sai. Naruto ya no sabía qué era real y qué era producto de su mente desbordada por el terror.

Sasuke intentaba consolarlo, pero Naruto se encontraba sumido en un estado de paranoia constante. Su mente era un campo de batalla, donde la lógica y el miedo luchaban en cada rincón de su pensamiento.

Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora