Las Sombras De La Desesperación

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Neji caminaba en silencio por el borde de la noche, su figura envuelta en la oscuridad como una sombra más entre los muros fríos de la ciudad. Sus ojos, normalmente tan serenos y orgullosos, ahora estaban llenos de una angustia profunda, casi irreal.

El control sobre su cuerpo le había sido arrebatado, y con cada paso que daba hacia su destino, la desesperación lo envolvía como un manto pesado e invisible. El aire frío de la noche entraba en sus pulmones, pero su respiración era entrecortada, como si el oxígeno mismo se negara a traerle el alivio que tanto necesitaba.

-Sai me tiene... atrapado -murmuró Neji para sí mismo, sus labios temblando en el silencio. El eco de su voz, apagado por la oscuridad, no le traía consuelo.

En su mente, una tormenta de pensamientos giraba sin cesar, como una corriente de agua agitada que no encontraba salida. Sabía que Sai tenía razón. Como el paria de los Hyuuga, a ninguno de los miembros de su clan le importaba realmente lo que le ocurriera. Siempre había sido una sombra, una vergüenza no reconocida, y si caía en desgracia, nadie levantaría un dedo por él.

El peso de esa soledad era una piedra que aplastaba su pecho, haciendo que cada respiración fuera un recordatorio de su impotencia. Neji no solo estaba atrapado por Sai, sino también por los años de indiferencia y desprecio que había sufrido. Su alma, antes firme y orgullosa, ahora parecía estar cayendo en un abismo oscuro del que no sabía cómo escapar.

-Soy un esclavo, una marioneta -pensaba, su mente dividida entre la resistencia y la aceptación de su destino.

Pero dentro de él, una chispa seguía encendida, una pequeña llama que se negaba a ser extinguida. Cada vez que Sai lo obligaba a actuar, Neji intentaba, aunque fuera por un segundo, recuperar el control de su propio cuerpo.

Sus músculos se tensaban, tratando de resistir las órdenes, pero era inútil. Su voluntad había sido secuestrada, y ahora, solo quedaba una capa superficial de consciencia, un testigo silencioso de las acciones que no podía detener.

La desesperación en su alma crecía con cada paso. Sabía lo que debía hacer, sabía lo que Sai esperaba de él: secuestrar a Boruto, su propio sobrino, el hijo de Naruto, el joven al que había visto crecer en la distancia. Neji no quería hacerle daño, no quería convertirlo en víctima de este cruel juego de venganza. Pero el poder de Sai sobre él era absoluto.

-Perdóname, Boruto -susurró Neji, su voz rota por la culpa que lo corroía - No tengo otra opción. Sai me tendió una trampa, y como un idiota, caí en ella. Ahora me tiene esclavizado.

El viento nocturno susurraba a su alrededor, arrastrando consigo el eco de sus palabras, llevándolas más allá de las sombras. El viento, con su naturaleza libre y etérea, escapaba de las manos de Sai, y en su libertad, llevó la advertencia y el dolor de Neji hasta Boruto, quien en ese momento salía despreocupadamente de su mansión para dirigirse a la mansión de Mitsuki.

Boruto, envuelto en la calma de la noche, sintió de repente un escalofrío recorrer su cuerpo. El viento que lo rodeaba cambió, llevándole un mensaje que no esperaba: el grito silencioso de Neji, su tío, que luchaba por su propia libertad. La angustia y desesperación de Neji, atrapado en su propia mente, llegaron a Boruto como una bofetada.

-Tío Neji... - susurró Boruto, paralizado por un segundo, su mente tratando de procesar lo que acababa de sentir.

El aire se tensó a su alrededor, y antes de que pudiera reaccionar por completo, Boruto supo que algo terrible estaba a punto de suceder. El viento traía consigo una advertencia, una advertencia que lo empujaba a actuar rápidamente.

Boruto, con el corazón acelerado, envió un mensaje rápido a Mitsuki, quien estaba dentro de su mansión, sintiendo que el tiempo se le escapaba.

-Mitsuki, ayúdanos. - escribió con dedos temblorosos -. Mi tío Neji me acaba de secuestrar, pero no es su culpa. Está siendo manipulado por un tal Sai. Sálvanos, por favor mi amor.

El mensaje fue enviado justo en el último momento, porque en cuanto Boruto acababa de invocar el chakra del viento, Neji apareció desde las sombras, su mirada vacía pero cargada de una tristeza profunda que Boruto pudo percibir. Su tío se movía como un autómata, como alguien que había perdido el control de sí mismo.

-Perdóname, Boruto -murmuró Neji en el borde de su conciencia, mientras sus manos, traicionadas por el control de Sai, envolvían un pañuelo empapado en cloroformo alrededor del rostro de Boruto.

Boruto sintió cómo la oscuridad lo envolvía rápidamente, el olor dulce y amargo del cloroformo llenando sus pulmones, robándole la conciencia poco a poco. El mundo a su alrededor se desvanecía, y la última imagen que tuvo fue el rostro de Neji, un rostro deformado por la culpa y la desesperación.

Neji lo arrastró hacia su auto con movimientos mecánicos, sin poder detenerse ni un segundo. Su cuerpo no respondía a su voluntad, solo a las órdenes de Sai. Boruto, ahora inconsciente, fue arrojado en el asiento trasero del vehículo, y las puertas del auto se cerraron con un golpe seco.

El coche arrancó y se perdió en la oscuridad de la noche, desapareciendo entre las sombras que cubrían las calles. El motor rugía suavemente, pero el viento a su alrededor no dejaba de susurrar, llevando consigo la última llamada de Boruto hacia Mitsuki.

Mitsuki, dentro de su mansión, recibió el mensaje con el corazón en la garganta. El viento a su alrededor cambió, trayéndole la noticia que tanto temía. Boruto, su amado sol, estaba en peligro.

-Descuida, mi sol -murmuró Mitsuki con los ojos entrecerrados mientras sentía la dirección del viento - Te salvaré. Los salvaré a ambos, tanto a ti como a tu tío Neji.

Sin perder un segundo, Mitsuki se lanzó fuera de la mansión, montando su motocicleta con una determinación férrea. El viento, su aliado constante, lo guiaría hacia Boruto, llevándole el rastro de su amado, donde quiera que estuviera.

-Voy por ti, Boruto -murmuró Mitsuki mientras aceleraba en la oscuridad, el viento moviéndose a su alrededor como una fuerza imparable, una promesa de que su amor encontraría el camino, sin importar cuán lejos estuvieran.

-Voy por ti, Boruto -murmuró Mitsuki mientras aceleraba en la oscuridad, el viento moviéndose a su alrededor como una fuerza imparable, una promesa de que su amor encontraría el camino, sin importar cuán lejos estuvieran

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Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora