El Refugio Del Viento Y El Fuego

15 10 0
                                    

Los días en el monasterio transcurrían con una nueva armonía, una suave cadencia que envolvía a Boruto mientras pasaba más tiempo junto a su padre, Naruto, y su amigo Kawaki.

El peso del dolor que había estado arrastrando por la ausencia de Mitsuki aún no desaparecía por completo, pero poco a poco, ese vacío comenzaba a llenarse de algo nuevo. Con cada entrenamiento, cada momento compartido con Naruto y Kawaki, Boruto comenzaba a experimentar una sensación que hasta entonces le había sido extraña: la pertenencia.

Naruto, siempre con su presencia serena pero firme, había asumido su rol como padre de Boruto con una devoción callada, una que Boruto nunca había conocido. Naruto observaba cómo su hijo aprendía a dominar el viento con una gracia que solo un verdadero guerrero podía alcanzar, y se llenaba de orgullo, pero también de una tristeza que no podía compartir abiertamente.

Boruto había sido arrebatado de él durante tantos años, y aunque ahora lo tenía cerca, Naruto sabía que las cicatrices del pasado no desaparecerían tan fácilmente.

Kawaki, con su elemento fuego, complementaba perfectamente el viento de Boruto. Los dos jóvenes entrenaban juntos bajo la supervisión de Naruto, sus movimientos fluyendo en perfecta sincronía.

El fuego y el viento danzaban juntos, creando una conexión profunda entre ellos, mientras Boruto empezaba a sentirse más a gusto en ese lugar que, finalmente, comenzaba a parecer su hogar.

Kawaki, al enterarse de que Boruto era hijo de Naruto, no se sorprendió. El parecido entre ambos era innegable, no solo en lo físico, sino en la fuerza interna que compartían, esa resiliencia que los definía a ambos.

Pero mientras Boruto encontraba su lugar en el mundo, Mitsuki, lejos en la ciudad de Konoha, vagaba en una neblina perpetua. Su vida había perdido todo color, su alma estaba vacía, y aunque no podía recordar lo que le faltaba, algo dentro de él sabía que había perdido algo vital, algo que lo hacía despertarse cada día con un peso en el pecho que no sabía cómo aliviar.

La mente de Mitsuki era como un desierto gris, sin horizonte, sin destino. Cada día transcurría igual al anterior, una sucesión de horas que no llevaban a ninguna parte. Las conversaciones con su hermano Long, los estudios, las caminatas por la ciudad aristocrática, todo carecía de sentido.

Mitsuki sentía como si su vida estuviera suspendida en el aire, sin raíces, sin dirección, atrapado en una monotonía que lo devoraba lentamente desde dentro. El vacío era su única compañía, y aunque no entendía el origen de su dolor, ese dolor era su única certeza.

Había días en que Mitsuki se quedaba mirando al cielo, viendo cómo las nubes se desplazaban lentamente, pero incluso el movimiento de la naturaleza le parecía lejano, desconectado de él.

Era como si el mundo continuara girando mientras él se quedaba atrás, atrapado en un lugar donde el tiempo no tenía significado. Su alma sangraba en silencio, sin saber por qué, y el gris que lo rodeaba se apoderaba de cada rincón de su ser.

Mientras tanto, en el monasterio, la rutina continuaba. Boruto, a pesar del dolor que aún sentía por la ausencia de Mitsuki, encontraba consuelo en los entrenamientos con Kawaki y Naruto.

Por primera vez en mucho tiempo, sentía que no estaba completamente solo. La sensación de hogar, algo que siempre le había sido ajeno, comenzaba a florecer en su corazón, como una pequeña llama que se negaba a extinguirse.

Pero esa noche, en los aposentos privados de Naruto, el ambiente era diferente.La calma que había estado rodeando a Boruto y Naruto en los últimos días no estaba presente en esa habitación, donde Naruto y Sasuke se encontraban cara a cara, envueltos en una tensión que ninguno de los dos había querido enfrentar durante años.

Sasuke, con su habitual mirada intensa, había llegado al monasterio con una determinación que no admitía dudas. Él no quería que Naruto permaneciera en ese lugar. No podía soportar verlo atrapado en una vida que, a los ojos de Sasuke, nunca le había pertenecido.

-Naruto, esto ya es suficiente -comenzó Sasuke, su voz baja pero cargada de una frustración que había estado conteniendo durante demasiado tiempo -. No tienes por qué seguir aquí. Ven conmigo, trae a Boruto y vámonos. No hay nada que te ate a este lugar.

Naruto, que hasta ese momento había estado mirando el fuego en la chimenea, levantó la vista lentamente hacia Sasuke. Sus ojos, normalmente tranquilos, estaban oscurecidos por una tormenta interna que apenas podía contener.

Sabía que esta conversación tarde o temprano llegaría, pero no estaba preparado para enfrentar las verdades que Sasuke estaba a punto de soltar.

-¿Y qué se supone que haga, Sasuke? -respondió Naruto, su voz teñida de una tristeza que Sasuke no esperaba-. Este es mi lugar ahora. Aquí es donde pertenezco.

Sasuke frunció el ceño, avanzando un paso hacia él, su frustración evidente en cada palabra que pronunciaba.

-No es verdad, y lo sabes -insistió Sasuke, su tono elevándose ligeramente - Estás aquí porque no tienes otra opción. Te han obligado a vivir esta vida, te arrebataron todo, pero ya puedes salir. ¡Puedes venir conmigo, Naruto! Ya no tienes que estar aquí, en este maldito monasterio. Esto no es lo que habías planeado para ti.

Las palabras de Sasuke golpearon a Naruto como un martillo, desenterrando sentimientos y heridas que había intentado ocultar durante tanto tiempo. Naruto sintió cómo el dolor del pasado volvía a abrirse dentro de él, como una herida que nunca había sanado del todo. Su corazón, que había estado tratando de proteger, ahora latía con una furia que no podía controlar.

-¿Por qué te niegas? -exclamó Sasuke, con los ojos llenos de una intensidad que solo podía nacer del amor -. Lo único que veo es que no me amas lo suficiente para elegir estar conmigo. Eso es lo que realmente está pasando, ¿verdad?

Esas palabras fueron la gota que hizo estallar a Naruto. Todo el control que había intentado mantener durante tanto tiempo se desmoronó en un segundo. El dolor, la traición, la ira acumulada durante años, se liberaron de golpe, como un torrente imparable.

-¡Maldito seas, Sasuke! - gritó Naruto, su voz quebrándose bajo el peso de sus emociones - Tú mejor que nadie sabes que esta vida jamás estuvo en mis planes cuando tenía la edad de Boruto. ¡Mis sueños, mis metas, todo lo que alguna vez quise fue arrebatado de mí!

Naruto se levantó de golpe, sus manos temblando de rabia. El fuego de la chimenea proyectaba sombras en su rostro, mientras su mirada, normalmente llena de bondad, ahora reflejaba un profundo dolor.

-Me quitaron el apellido Uzumaki, me arrojaron a las calles como si no fuera nada. Mis amigos me dieron la espalda, mi madre... ¡mi propia madre me despojó de todo porque no era conveniente para ella! -Naruto casi escupió esas palabras, como si el solo hecho de pronunciarlas lo lastimara físicamente - Me negaron la posibilidad de ser padre desde el principio. Boruto vivió toda su vida sin mí, y cuando finalmente lo encuentro, tengo que luchar para recuperar lo que me quitaron.

Cada palabra de Naruto era una daga, un recordatorio de todo lo que había perdido, de todo lo que el mundo le había arrebatado sin piedad. Y lo peor de todo era que, en el centro de todo ese dolor, estaba Sasuke, el único al que había amado verdaderamente.

- Y tú, Sasuke... - continuó Naruto, su voz ahora más baja pero cargada de una amargura desgarradora -. Tú me diste la espalda cuando más te necesitaba. Si no hubiera entrado en este monasterio, habría muerto. Así que no me vengas con tus malditas tonterías sobre amor o lealtad. ¡Tú no estuviste allí cuando te necesitaba!

Sasuke, por primera vez, no supo qué decir. El peso de las palabras de Naruto cayó sobre él como una piedra, aplastándolo con la verdad que no podía negar. Sabía que había fallado, que en el momento más crítico, había elegido protegerse a sí mismo en lugar de a Naruto.

-Naruto, yo... - intentó decir Sasuke, su voz apagada, llena de arrepentimiento.

Pero Naruto lo interrumpió, sus ojos fijos en él, reflejando un dolor que Sasuke no podía soportar ver.

-Es demasiado tarde, Sasuke -murmuró Naruto, su voz apenas un susurro, pero llena de una tristeza que lo consumía - Es demasiado tarde para nosotros.

Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora