Los Vientos De La Libertad

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El sol brillaba alto sobre la ciudad, bañando cada rincón con su luz dorada, mientras el viento suave acariciaba las calles y los corazones de aquellos que habían conocido la oscuridad, pero que ahora caminaban hacia la luz.

Kawaki, Boruto, Mitsuki, Sasuke y Naruto se encontraban en un nuevo capítulo de sus vidas, uno donde la paz y la felicidad habían reemplazado el miedo y el dolor.

Kawaki regresó a clases, pero esta vez, su mente estaba más clara, su corazón más ligero. La ciudad, con sus elegantes edificios y caminos de piedra pulida, ya no parecía una jaula para él. Las grandes puertas del prestigioso colegio aristocrático se abrían ante él como si fueran las puertas de un nuevo mundo, un lugar donde, por fin, el peso de su pasado había sido dejado atrás.

Ada y Sumire, sus compañeras de clase, lo recibieron con sonrisas cálidas. Ada, con su belleza atrevida y sus ojos verdes brillando como las esmeraldas, le lanzó una mirada que contenía una promesa de aventuras futuras. Sumire, más reservada y serena, le dedicó una sonrisa dulce, su cabello violeta cayendo en suaves ondas sobre sus hombros.

-Bienvenido de nuevo, Kawaki -dijo Ada, sus ojos chispeando de emoción -. Te extrañamos.

-Sí, ya no es lo mismo sin ti -agregó Sumire, con su voz suave pero llena de cariño.

Kawaki sonrió, algo que antes le resultaba difícil, pero que ahora venía con naturalidad. Sus nuevos amigos aristócratas lo rodeaban, riendo y bromeando, y por primera vez en su vida, Kawaki se sintió verdaderamente aceptado.

El peso de su pasado, de su dolor, se había disipado como las nubes que desaparecen con el viento. Ahora, estaba rodeado de luz y amistad, y aprendía a disfrutar de los privilegios de la aristocracia sin sentirse atrapado por ellos.

Ada, Sumire y Kawaki se convirtieron en un trío inseparable. Sus risas resonaban en los grandes pasillos de mármol del colegio, y los jardines floridos que rodeaban el lugar se convirtieron en su refugio, donde pasaban horas conversando, planeando futuros viajes, y soñando con los días que vendrían.

Kawaki, que alguna vez había sentido que no pertenecía a ningún lugar, ahora encontraba su hogar no solo en su familia, sino en estas dos amigas que le mostraban la belleza de la vida aristocrática, sin las sombras que antes lo habían perseguido.

El viento soplaba a su alrededor, trayendo consigo la fragancia de las flores en primavera, llenando el aire de una promesa de alegría, y Kawaki dejó que ese viento lo envolviera, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, podía respirar con libertad.

Boruto también había encontrado su propio camino. El viento, siempre su aliado, ahora soplaba a su favor, guiándolo hacia un futuro lleno de luz. Liberado de las cadenas del pasado, Boruto comenzó a disfrutar de lo bueno que la aristocracia podía ofrecerle.

El apellido Uzumaki, ahora suyo por derecho, le abría puertas, pero más allá de eso, había encontrado algo más profundo: su libertad personal.

-Mitsuki, -dijo Boruto un día mientras paseaban por los elegantes bulevares de la ciudad-, somos libres ahora. Nadie nos puede quitar esto.

Mitsuki, siempre calmado y sereno, lo miró con una sonrisa que contenía todo el amor y la calma del mundo. Sus manos entrelazadas caminaban por los mismos caminos que antes habían recorrido con incertidumbre, pero ahora, el sol brillaba más fuerte sobre ellos, y cada rincón de la ciudad parecía vibrar con una energía nueva, una energía de posibilidades infinitas.

-Juntos siempre seremos libres -respondió Mitsuki, su voz suave como el viento.

Los días de lucha y oscuridad eran solo recuerdos distantes ahora, y Boruto y Mitsuki se permitieron disfrutar de lo que la vida aristocrática les ofrecía: las reuniones, los banquetes, pero, sobre todo, la libertad de ser ellos mismos, sin miedo, sin restricciones.

El viento que soplaba a su alrededor ya no traía consigo nubes de tormenta, sino el calor del sol y el susurro de la felicidad.

Mientras tanto, en la cabaña de los Uzumaki, rodeada de árboles y naturaleza, Naruto y Sasuke disfrutaban de la paz que tanto habían necesitado. La cabaña era un refugio, una isla en medio del caos del mundo, donde el tiempo parecía detenerse, permitiéndoles sanar y fortalecer sus espíritus.

El bosque que rodeaba la cabaña era denso y antiguo, con árboles cuyas ramas parecían tocar el cielo, y el suelo estaba cubierto de musgo suave, como una alfombra verde que invitaba a caminar descalzo.

El aire estaba lleno de vida, con el canto de los pájaros y el murmullo constante del arroyo que corría cerca, ofreciendo una melodía tranquila que envolvía a la familia en una sensación de bienestar.

-Este lugar es nuestro refugio, Sasuke - dijo Naruto, mientras ambos observaban el atardecer desde la terraza de la cabaña.

Los colores del cielo se mezclaban en tonos de dorado, rosado y violeta, como si el propio universo estuviera celebrando su victoria sobre las sombras.

Sasuke, que había estado al lado de Naruto en las peores batallas, asintió, su mirada suave mientras miraba a su compañero. El dolor de los últimos meses se estaba desvaneciendo, y en su lugar, una paz profunda lo inundaba.

-Aquí podemos curar nuestras heridas, y vivir como siempre quisimos -respondió Sasuke, tomando la mano de Naruto.

El viento soplaba entre los árboles, susurrando palabras de amor y serenidad. La cabaña, rodeada de naturaleza, era más que un hogar; era un símbolo de la nueva vida que estaban construyendo, lejos de la oscuridad, lejos de los fantasmas que alguna vez los atormentaron.

Kawaki regresaba al lugar cada fin de semana, trayendo consigo las historias de sus aventuras con Ada y Sumire, sus risas llenando los espacios de la cabaña mientras contaba cómo se sentía ser parte de ese mundo aristocrático que antes solo había visto desde afuera.

-No me imaginé que alguna vez pudiera disfrutar de todo esto -decía Kawaki, su mirada llena de luz-. Sumire y Ada son increíbles, y todos mis nuevos amigos me hacen sentir que pertenezco allí.

Naruto sonreía, viéndolo florecer, sabiendo que por fin había encontrado un lugar donde el dolor del pasado ya no podía alcanzarlo.

Pero mientras ellos sanaban, en las profundidades de un lugar oscuro y sombrío, Sai continuaba moviendo sus piezas. Su mirada, cargada de odio y venganza, brillaba en la penumbra de la habitación. Los ecos de sus pensamientos retumbaban en el aire, y aunque había sido derrotado momentáneamente, no tenía intención de rendirse.

-Pronto - murmuró Sai, sus ojos llenos de frialdad.

En la penumbra, una figura se movía lentamente, y cuando la luz parpadeante de una vela reveló su rostro, Neji Hyuuga apareció, su mirada vacía, su conciencia borrada. El paria del clan Hyuuga, ahora bajo el control de Sai, estaba listo para ser utilizado.

-Esto es solo el principio -dijo Sai con una sonrisa cruel, mientras observaba a Neji caer más profundamente en la oscuridad.

Pero lejos de las sombras, Naruto, Sasuke, Boruto, Mitsuki, Kawaki, y sus amigos seguían adelante, libres y felices, viviendo en la luz y el amor que habían construido. El viento que los había guiado a través de las tormentas ahora soplaba suave, trayendo consigo solo promesas de felicidad y paz.

El viento, la luz y la naturaleza los envolvían, y en ese rincón tranquilo del mundo, la familia Uzumaki vivía en plenitud, dejando atrás todo rastro de oscuridad, sabiendo que, sin importar lo que viniera después, juntos, serían invencibles.

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Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora