Corazones Encerrados

13 10 0
                                    

En la penumbra silenciosa de una lujosa mansión, el tiempo parecía detenerse. Los muros de mármol blanco reflejaban el brillo tenue de las lámparas doradas, pero el aire dentro de aquella sala era frío, cargado de una tensión invisible que no podía ser ignorada.

Las cortinas de terciopelo oscuro colgaban pesadamente, atrapando todo atisbo de luz exterior. En el centro de la habitación, un tablero de ajedrez descansaba sobre una mesa de caoba antigua, sus piezas perfectamente alineadas, como soldados esperando la orden de un general oscuro.

Sai, el amo de este juego perverso, se sentaba en silencio frente al tablero, su mirada fría y calculadora observando cada pieza como si cada una fuera una vida que podía destruir a voluntad. Sus dedos largos y delgados se movían con precisión sobre las piezas, tomando un peón y avanzándolo en un movimiento sutil pero decisivo.

Un susurro de estrategia, como si jugara contra un oponente invisible, resonó en la atmósfera. Sin embargo, el único otro ser en la sala era Neji Hyuuga, de pie, con una mirada vacía.

Neji no jugaba, no movía una sola pieza. Era simplemente una sombra en la estancia, su cuerpo rígido, atrapado en una red invisible tejida por el maestro del juego, Sai.

Su mirada, aunque vacía ante el mundo, guardaba en lo más profundo una chispa de conciencia que luchaba por no apagarse. Neji podía ver, sentir, comprender lo que le estaba ocurriendo, pero su cuerpo no le respondía. Estaba atrapado en su propia mente, como un prisionero mirando al mundo desde detrás de unos barrotes invisibles.

-Neji... eres solo un peón, al igual que las piezas de este juego, -murmuró Sai con una sonrisa gélida mientras hacía otro movimiento en el tablero-. Un paria para tu familia, una mancha en el orgulloso linaje Hyuuga. Nadie te extrañará. Nadie cuestionará lo que vas a hacer.

La voz de Sai era suave y serpenteante, como el veneno que lentamente se filtra en una herida, debilitando la voluntad de su víctima. Neji escuchaba cada palabra, pero no podía responder.

Dentro de él, una tormenta de emociones se desataba: desesperación, impotencia, un miedo abrumador que se extendía como raíces por todo su ser. La conciencia de Neji estaba viva, pero enterrada bajo capas de control mental que Sai había tejido con maestría.

-Tu familia siempre te ha despreciado -continuó Sai, levantando la reina del tablero con delicadeza y colocándola en una nueva posición -. Y ahora, nadie dudará de que el paria fue quien cayó en desgracia, el que finalmente se deshizo de su sobrino.

Neji temblaba por dentro, sintiendo cómo las palabras de Sai eran como cuchillos que se hundían más y más en su psique. Quería gritar, quería escapar, pero no podía. El control que Sai tenía sobre él era como una sombra implacable que lo envolvía por completo, dejándolo sin poder alguno sobre su propio destino. Sus ojos, que solían reflejar orgullo y fuerza, ahora estaban vacíos, sumidos en una oscuridad que él mismo no podía combatir.

-Secuestra a Boruto, llévalo al psiquiátrico que te dije -ordenó Sai con voz baja pero firme, su mirada fría y despiadada - Encierra a tu sobrino y allí lo enloqueceremos, como parte de la venganza perfecta. Nadie te creerá, Neji. Todos dirán que fue tu idea, tu obsesión.

Neji, atrapado en su propio cuerpo, sentía cómo sus pensamientos luchaban por liberarse de esa prisión mental. Boruto, su sobrino, el joven que alguna vez vio crecer en silencio, ahora era la pieza clave en este macabro juego. Sai había decidido que la mejor forma de vengarse de Naruto era a través de lo que más amaba: su hijo biologico.

El silencio en la sala era sofocante, solo interrumpido por el leve sonido de las piezas de ajedrez deslizándose sobre el tablero. Cada movimiento de Sai era calculado, preciso, como si estuviera moviendo no solo piezas de madera, sino las vidas de aquellos que estaban bajo su control.

-Vete, Neji. Es hora de que empieces tu misión -dijo Sai finalmente, con una sonrisa apenas perceptible en sus labios.

Neji, aunque quería resistirse, se giró lentamente, incapaz de controlar su cuerpo. Sus pies lo llevaron fuera de la mansión, mientras su mente gritaba en silencio. El viento frío de la noche le golpeaba el rostro, pero no le traía consuelo, solo le recordaba la jaula en la que se encontraba.

Lejos de allí, en la mansión de Mitsuki, Boruto estaba ajeno a todo lo que se estaba tejiendo en las sombras. El aire era cálido y ligero, y el viento que antes traía consigo las tensiones del mundo ahora solo traía la brisa suave del amor.

Mitsuki y Boruto estaban juntos, abrazados en la tranquilidad de una tarde soleada, sus corazones latiendo al unísono, como si cada respiración de uno fuera una melodía que complementaba al otro.

El amor que compartían los envolvía como el mismo viento que jugaba entre las hojas de los árboles que rodeaban la mansión. Cada mirada que intercambiaban, cada caricia suave, era una promesa silenciosa de que, sin importar lo que el mundo les arrojara, estarían juntos para siempre.

-Nunca pensé que podríamos tener esto -susurró Boruto, su voz apenas un eco en el viento-. Libertad. Amor. Paz.

Mitsuki lo miró con una sonrisa serena, sus ojos claros reflejando la luz del atardecer.

-Siempre lo tuvimos, Boruto -respondió, con un amor profundo resonando en su voz-. Solo necesitábamos encontrar el momento adecuado para vivirlo.

El viento que los rodeaba era cálido, como un abrazo que no necesitaba palabras. El mundo a su alrededor parecía detenerse, y por un momento, nada más importaba. El amor que compartían era su refugio, un escudo invisible contra cualquier oscuridad que pudiera acechar desde las sombras.

Pero lejos de allí, en una mansión fría y distante, Sai seguía moviendo sus piezas, y aunque Boruto aún no lo sabía, el viento pronto le traería consigo la sombra de una nueva batalla.

Pero lejos de allí, en una mansión fría y distante, Sai seguía moviendo sus piezas, y aunque Boruto aún no lo sabía, el viento pronto le traería consigo la sombra de una nueva batalla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora