El Relámpago Y La Sombra

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La noche se había vuelto furiosa, un cielo desgarrado por la tormenta que azotaba con furia los muros del monasterio. El viento aullaba como un lamento y la lluvia caía con fuerza, una cortina impenetrable que parecía borrar el mundo exterior.

Los relámpagos rasgaban el cielo en destellos fugaces, iluminando por breves instantes la silueta de una figura envuelta en una negra túnica.

Sasuke, imperturbable ante la tempestad que lo rodeaba, aguardaba en silencio junto al sereno que lo conducía por los pasillos sombríos del monasterio.

El sereno, con una lámpara temblorosa en la mano, lo guió hasta el despacho del padre rector, obedeciendo la urgencia con la que Sasuke había solicitado su presencia.

Cada paso resonaba en los muros de piedra como un eco, mezclándose con el rugido de la tormenta que se desataba fuera, como si la naturaleza misma respondiera a la tensión que comenzaba a gestarse.

Cuando Naruto entró en el despacho, sus ojos quedaron atrapados de inmediato por esa mirada oscura que lo observaba desde las sombras como un depredador.

Eran los ojos de Sasuke, cargados de un deseo contenido, una mezcla de anhelo y resentimiento que no necesitaba palabras para expresarse.

Naruto sintió cómo el aire se volvía denso, como si el simple acto de respirar se hubiera vuelto una tarea imposible bajo el peso de esa mirada.

Los relámpagos brillaban fuera de las ventanas, iluminando por breves instantes los rostros de ambos hombres. La furia del cielo parecía reflejarse en el choque de sus miradas, un enfrentamiento silencioso donde los recuerdos del pasado revivían con cada trueno que sacudía el monasterio.

Naruto, atrapado en esa tormenta interior, finalmente apartó la mirada con esfuerzo. Sabía que tenía que actuar rápido, lejos de las miradas indiscretas de aquellos que no debían conocer el pasado que compartía con Sasuke.

—Ven conmigo —dijo Naruto, su voz tensa pero decidida.

Ordenó al sereno que se retirara a su lecho, asegurándole que él se haría cargo del visitante. Una vez que el sereno se perdió en la oscuridad de los pasillos, Naruto y Sasuke comenzaron a caminar en silencio hacia el ala privada del monasterio, el único lugar donde estarían a salvo de las miradas y oídos curiosos.

Cada paso que daban, el viento soplaba con más fuerza, como si quisiera seguirlos, como si la tormenta estuviera decidida a no dejarlos en paz.

Naruto guió a Sasuke a sus aposentos privados, un refugio dentro del monasterio reservado solo para el padre rector.

La habitación de Naruto era como un pequeño departamento oculto entre los muros de piedra: una cocina, un comedor modesto, un dormitorio sencillo, un baño privado y una sala de estar con una chimenea apagada.

Junto a la chimenea, una pequeña biblioteca albergaba libros antiguos, textos sagrados y algunos volúmenes olvidados por el tiempo.

Al cruzar el umbral, Naruto cerró la puerta detrás de ellos con un giro firme de la llave, asegurándose de que no habría interrupciones. Solo cuando escuchó el sonido del cerrojo encajando, su cuerpo pareció relajarse un poco, como si hubiera dejado caer una pesada armadura que había llevado durante años.

Sin embargo, el alivio fue efímero. Al girar para enfrentar a Sasuke, todas las emociones reprimidas durante tanto tiempo regresaron con una fuerza devastadora.

El dolor que había tratado de enterrar, los recuerdos que había intentado olvidar, todo se agolpaba en su pecho, transformando su rostro en una máscara de frustración y sufrimiento. Las palabras que salieron de su boca eran ásperas, cargadas de reproches no pronunciados.

Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora