El monasterio se despertaba bajo un cielo gris, pero en el corazón de Boruto, la tormenta rugía con una furia que nadie podía ver. El dolor lo envolvía como un manto de sombras, sofocante, inescapable.
Su amado Mitsuki, el faro que había sido su luz en medio de la oscuridad, lo había olvidado. Esa verdad desgarradora lo atravesaba como un cuchillo que no dejaba de girar en su pecho. Cada latido de su corazón era un recordatorio del abandono, de que el viento que antes lo unía a Mitsuki ahora solo traía silencio.
La mañana avanzaba lentamente, pero para Boruto, todo parecía inmóvil. El tiempo era un susurro distante, sin significado, sin propósito. No habló, no participó en las clases, ni siquiera escuchaba las palabras de los maestros.
Las voces eran ruido blanco, un murmullo que flotaba a su alrededor, incapaz de penetrar la barrera de dolor que lo rodeaba. Incluso cuando Kawaki, su único amigo en ese lugar, intentó hablarle, Boruto no respondió. Kawaki, sabio en su silencio, decidió dejarlo solo, sabiendo que algunas heridas necesitan tiempo antes de ser tocadas.
El mundo de Boruto estaba vacío, como un cielo sin estrellas, como un jardín sin flores. El viento, su fiel compañero desde que había aprendido a controlarlo, era ahora su único consuelo. Pero incluso el viento, que había sido su vínculo con Mitsuki, ahora solo le traía la cruda verdad: Mitsuki lo había olvidado.
Boruto lo intentaba una y otra vez, enviando su chakra a través del aire, buscando una respuesta, buscando cualquier rastro de la conexión que alguna vez habían compartido. Pero siempre recibía lo mismo: un vacío. Un silencio que lo destruía desde adentro, lentamente.
Cada intento de conectar con Mitsuki era como una flecha disparada al viento, solo para perderse en la inmensidad del cielo.
Las lágrimas, invisibles pero presentes, caían dentro de su alma, deslizándose por las grietas de su corazón roto. Mitsuki no lo amaba, nunca lo había hecho, pensaba Boruto.
Había creído en un amor que ahora se sentía como una mentira, una fantasía que se había desvanecido ante sus ojos. ¿Cómo era posible que alguien que amaba tanto pudiera olvidarlo?
El resto del día transcurrió en una neblina. Boruto caminaba por los pasillos del monasterio como un fantasma, sus pasos silenciosos, su mirada vacía. Los otros internos lo miraban, algunos con envidia, otros con desprecio, pero Boruto no los veía. Ya no los veía a ninguno ni sentía el frío del invierno en su piel.
No podía ver nada más allá de su propio dolor, que se apretaba alrededor de su corazón como un puño de hierro, impidiendo que respirara, impidiendo que pensara en algo que no fuera la pérdida de Mitsuki.
Cuando el sol comenzó a esconderse detrás de las colinas, cubriendo el monasterio con sombras alargadas, Naruto llamó a Boruto a sus aposentos privados.
El aire en la habitación de Naruto era cálido, iluminado por el suave resplandor de la chimenea, pero Boruto solo sentía frío. Un frío que venía desde su interior, el tipo de frío que no desaparece, no importa cuánto calor lo rodee.
Naruto, con los ojos llenos de una mezcla de amor y preocupación, miró a Boruto en silencio durante unos segundos, sabiendo que lo que estaba a punto de decir cambiaría la vida de su hijo para siempre.
-Boruto, hay algo importante que debo decirte - comenzó Naruto, su voz suave pero firme, cargada de la responsabilidad de la verdad que estaba a punto de revelar - Te he hablado de tu pasado, de los Hyuuga, pero ahora es el momento de que sepas toda la verdad.
Boruto, aún inmerso en su dolor, apenas pudo mirarlo. El peso de sus pensamientos lo mantenía hundido en un pozo oscuro del que no podía escapar. Pero Naruto continuó, con una ternura infinita.
-Boruto, soy tu padre biológico.
Las palabras de Naruto rompieron el silencio como un trueno en una noche sin estrellas. Boruto parpadeó, su mente aturdida por lo que acababa de escuchar. Su padre... Naruto era su padre.
En ese momento, la opresión en su pecho se hizo más intensa, pero de una manera diferente. El alivio de saber que finalmente tenía a alguien, que no estaba solo, se mezcló con el dolor que ya lo desgarraba por dentro.
Boruto no pudo contenerse. Se arrojó a los brazos de Naruto, sollozando con una desesperación que no había sentido en toda su vida. Las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo finalmente fluyeron libremente, cayendo sobre el pecho de su padre, mojando la túnica que lo envolvía.
-Papá... con que tú eras mi padre -susurró Boruto entre sollozos, su voz rota - Gracias por salvarme de esos monstruos...Pero, por favor, ayúdame... No puedo más, siento que voy a morir...
Naruto lo sostuvo con fuerza, sus brazos rodeando a Boruto con la calidez que solo un padre puede ofrecer. Sentía el dolor de su hijo como si fuera propio, y aunque no podía borrar las heridas que Boruto llevaba en su alma, estaba decidido a protegerlo, a no dejar que cayera de nuevo en la oscuridad.
-Ya no te preocupes por los Hyuuga, Boruto -murmuró Naruto, su voz llena de amor - Ellos ya no forman parte de tu vida. Tu abuelo te ha quitado su apellido, y ahora yo soy tu tutor... yo soy tu padre, hijo. Ya no estás solo.
Boruto lloraba más intensamente, aferrándose a Naruto como si fuera la última cosa que lo mantenía unido a este mundo. El alivio de saber que no tenía que volver a vivir bajo la sombra de los Hyuuga, que finalmente era libre, se mezclaba con el dolor de haber perdido a Mitsuki. Porque, aunque ahora tenía a su padre, había perdido al amor de su vida.
Entre sollozos, Boruto levantó la cabeza y, con los ojos enrojecidos y el rostro empapado en lágrimas, miró a Naruto con desesperación.
-Papá, Mitsuki... él me ha olvidado -dijo Boruto, su voz temblando de tristeza- Lo sé porque lo sentí. He logrado controlar el viento... y lo usé para intentar llegar a él, pero... papá, no respondió. Ya no me recuerda.
Naruto sintió cómo el corazón se le rompía al escuchar esas palabras. El sufrimiento de Boruto era como un eco de su propio pasado, de los momentos en que él también había sentido el abandono y la soledad.
Supo, en ese instante, que el dolor de su hijo no provenía solo de los Hyuuga, sino del amor perdido, del vacío que solo el corazón roto puede conocer. Naruto lo abrazó más fuerte, deseando poder protegerlo de todo el sufrimiento que el mundo le había causado.
-Lo siento, Boruto... lo siento tanto -murmuró Naruto, sintiendo la impotencia crecer en su interior - Pero estoy aquí, hijo. No dejaré que te enfrentes a esto solo.
Boruto lloraba en silencio en los brazos de su padre, sintiendo por primera vez en mucho tiempo que alguien lo entendía, que alguien estaba allí para él. Pero el vacío que Mitsuki había dejado en su corazón seguía siendo una herida abierta, una herida que el amor de su padre, aunque inmenso, no podía sanar por completo.
Y así, en esa noche silenciosa, mientras el viento continuaba susurrando entre los árboles del monasterio, Boruto encontró un pequeño consuelo en los brazos de su padre, aunque el dolor del abandono de Mitsuki siguiera latiendo en lo más profundo de su ser.
ESTÁS LEYENDO
Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)
FanfictionEn el corazón de una sociedad aristocrática regida por las tradiciones y el honor, Boruto Hyuuga vive una vida de restricciones y secretos. Hijo ilegítimo de una noble fallecida al nacer y de un padre desconocido, Boruto ha sido criado en la sombra...