El Refugio Del Amor

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La mansión de Mitsuki se mantenía en un profundo silencio, como si el aire mismo estuviera conteniendo la respiración, a la espera de algo inminente. Neji yacía en la cama, aún atado, pero el verdadero encarcelamiento estaba dentro de su mente.

Las sombras de Sai seguían acechando, apretando su voluntad, sofocando cualquier intento de liberarse. El dolor era constante, como un puño invisible que le presionaba las sienes, impidiendo que pudiera pensar con claridad.

Long, el hermano mayor de Mitsuki, se encontraba de pie junto a la cama de Neji, observándolo con una mirada seria y concentrada. Él era un psiquiatra experto, un hombre que conocía los entresijos de la mente mejor que nadie.

Había tratado a personas cuya psique estaba rota, a quienes habían sido sometidos a torturas mentales, pero lo que veía en Neji era diferente. Sai no solo había manipulado a Neji, lo había encerrado dentro de sí mismo, creando una prisión mental que era difícil de romper.

—Neji… —murmuró Long, sus manos firmemente colocadas sobre la frente de Neji, mientras intentaba deshacer las ataduras invisibles que lo mantenían prisionero.

El rostro de Neji estaba empapado en sudor, su respiración era errática, y sus ojos, aunque abiertos, no veían nada. El dolor mental era insoportable, como si una presión constante estuviera estrujando su mente. La presencia de Sai, aún distante, estaba arraigada en su psique, como una sombra que se negaba a desvanecerse.

Long trabajaba en silencio, su mente enfocada en desentrañar los nudos que mantenían a Neji bajo el control de Sai. Era un proceso lento y doloroso, tanto para Neji como para Long.

El dolor que Neji sentía no solo era físico, era un tormento mental que lo devoraba poco a poco. Cada vez que intentaba liberarse, sentía cómo las sombras de Sai tiraban de él, como si cada intento solo lo empujara más profundo en el abismo.

—Resiste, Neji —dijo Long, su voz firme pero tranquilizadora — Estoy aquí. Vamos a sacarte de esto.

Neji sentía que sus fuerzas se extinguían lentamente. Cada segundo que pasaba, la oscuridad en su mente parecía volverse más espesa, más densa.

Era como estar sumergido en aguas profundas, incapaz de nadar hacia la superficie, incapaz de respirar. El peso del control de Sai lo mantenía atrapado, y cada intento de liberarse lo agotaba más.

—No puedo… — pensaba Neji, su mente fragmentándose bajo la presión — No tengo más fuerzas…

Las manos de Long, cálidas y firmes, se mantenían sobre él, enviando una oleada de energía que lentamente comenzaba a romper las cadenas invisibles que lo ataban.

La presión en la mente de Neji comenzó a disminuir, pero cada avance era como una batalla ganada en una guerra larga y dolorosa. El sudor caía por su frente, y su respiración se volvía más rápida, como si estuviera peleando una batalla sin cuartel dentro de su propia mente.

—No me rendiré, Neji —dijo Long, sus ojos cerrados en concentración— Vamos a sacarte de aquí.

Mientras tanto, en la habitación de Mitsuki, el aire era cálido y suave, lleno de una quietud que solo el amor podía crear. Boruto, recostado sobre la cama, miraba a Mitsuki con una mezcla de alivio y amor profundo. Habían pasado por mucho, y ahora, después de todo, estaban juntos de nuevo.

La habitación estaba bañada por la luz suave de la luna, que entraba a través de las cortinas y proyectaba sombras sobre el suelo de mármol.

El ambiente estaba cargado de calma, pero también de una electricidad sutil, esa energía que solo nace cuando dos personas profundamente conectadas están juntas. El silencio entre ellos no era incómodo, era un espacio lleno de entendimiento y emociones no dichas.

Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora