El Peso De La Verdad

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El sobre en las manos de Naruto temblaba como una hoja al viento, y con cada segundo que pasaba, el mundo a su alrededor parecía desmoronarse. Las palabras de Sasuke aún resonaban en su mente, retumbando como un eco que no podía acallar.

Boruto es tu hijo.

Aquellas cuatro palabras simples pero devastadoras golpeaban su pecho con la fuerza de una tormenta. El fuego de la chimenea seguía crepitando suavemente, pero todo el calor de la habitación se desvaneció para Naruto, como si de pronto el aire hubiera sido arrancado de sus pulmones.

Asombro, confusión, miedo. Cada emoción se apilaba sobre la anterior, como olas rompiendo contra una roca solitaria. Naruto sentía cómo el peso de la verdad se cernía sobre él, aplastando su capacidad para respirar.

Intentaba procesar lo que Sasuke acababa de decirle, pero su mente, como un río desbordado, era incapaz de contener la avalancha de pensamientos que lo inundaban.

Mi hijo...

Las palabras parecían extrañas en su mente, como si no le pertenecieran. Boruto, el joven al que había estado entrenando, con quien había compartido esos momentos de calma y paz, era su hijo. Un hijo que jamás supo que existía.

Naruto, con la respiración entrecortada, sintió cómo el aire a su alrededor se volvía denso, sofocante. Era como si el mundo se cerrara sobre él, apretando su pecho con una fuerza invisible.

De repente, un recuerdo oscuro, enterrado en las sombras de su pasado, surgió en su mente, golpeándolo con la misma brutalidad que un trueno estallando en una noche sin estrellas.

Hinata Hyuuga.

La noche en que todo cambió, la noche en que lo drogó para poder poseerlo, despojándolo de su voluntad, de su control. Naruto había sido una marioneta, un cuerpo sin conciencia, y ahora, de esa noche nublada por la oscuridad, surgía la verdad más dolorosa: Boruto fue concebido en medio de su incapacidad para resistir.

Su mente giraba como una tormenta, reviviendo el dolor de esa noche. Nunca quiso aquello. Nunca tuvo la oportunidad de elegir, y ahora se daba cuenta de que las consecuencias de esa noche lo habían alcanzado en formas que nunca habría imaginado.

Los Hyuuga lo sabían.

Habían escondido a Boruto de él, lo habían mantenido en secreto, y lo habían tratado como una vergüenza, cuando en realidad, era la carne y sangre de Naruto.

Naruto sintió que le faltaba el aire. El dolor lo envolvía como un manto oscuro, asfixiándolo, cerrándole la garganta. Su visión se nubló mientras intentaba respirar, pero cada intento era como tragar aire enrarecido. Su cuerpo se dobló sobre sí mismo.

Naruto cayó de rodillas, sus manos temblorosas aún aferrando los papeles que confirmaban la verdad. El peso de la revelación lo aplastaba, como si el mundo entero estuviera colapsando sobre él.

El aire se hacía cada vez más denso, y su pecho se cerraba, impidiéndole respirar. Sentía como si estuviera sumergido bajo el agua, incapaz de escapar, sus pensamientos atrapados en un torbellino de confusión, dolor y recuerdos.

Boruto... mi hijo...

Las palabras retumbaban en su mente, pero junto con ellas, la oscura sombra del recuerdo de Hinata se filtraba en sus pensamientos.

Esa noche, la noche en que su voluntad le fue arrebatada, cuando su cuerpo fue utilizado sin su consentimiento. Boruto había sido concebido en esas circunstancias, y el pensamiento lo asfixiaba aún más.

Los Hyuuga lo sabían.

Habían mantenido a su hijo en secreto, lo habían aislado, lo habían castigado por una culpa que no era suya. Naruto sintió una mezcla de dolor y rabia arder en su pecho, una furia que se encendía lentamente, como brasas que comenzaban a avivarse con el viento de la verdad.

Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora