El Caos de Samhain

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Las semanas se convirtieron en meses, y con el paso del tiempo, mi vida en Hogwarts comenzó a tomar un ritmo constante. Las rutinas, que al principio parecían abrumadoras, se volvieron reconfortantes. Draco y yo nos volvimos extremadamente cercanos, más de lo que jamás hubiera imaginado al principio del año. Tras aquellas primeras noches llenas de pesadillas, había una necesidad implícita de estar juntos. Al principio, yo me despertaba cada vez que él tenía una pesadilla, pero una noche, sin que ninguno de los dos lo dijera en voz alta, simplemente nos movimos para dormir juntos en su cama. Descubrimos que, de alguna manera, mi presencia alejaba las pesadillas de Draco, y pronto compartir la cama se convirtió en una rutina silenciosa que ambos aceptamos sin preguntas.

Cada vez que estaba cerca de él, sentía una calma extraña, algo que nunca había sentido antes. No era solo la cercanía física, sino una conexión más profunda, como si estuviéramos compartiendo algo que nadie más podía entender. Su rostro, tan sereno mientras dormía, era un recordatorio de lo vulnerable que era, a pesar de todo el poder que poseía. Sabía que, en esos momentos, él confiaba en mí de una manera que nunca habría esperado. Y esa confianza me fortalecía.

Hermione, por otro lado, también se había vuelto parte de nuestro grupo, algo que nunca hubiera imaginado cuando la conocí por primera vez en el tren. Aunque al principio parecía una adición incómoda, rápidamente encontró su lugar entre nosotros. Hermione y Draco compartían un amor inquebrantable por los estudios, algo que al principio me resultaba difícil de entender, pero que al final terminé aceptando. Ellos dos pasaban horas debatiendo sobre encantamientos y pociones, perdiéndose en largos intercambios que muchas veces me dejaban fuera de la conversación. Verlos juntos, tan inmersos en su mundo de libros y conocimiento, me hacía sentir tranquilo. Sabía que Draco estaba en buenas manos con Hermione, alguien que compartía su pasión.

Pansy, siempre observadora y crítica, terminó aceptando a Hermione en el grupo, aunque no antes antes asegurarse de que la chica supiera cómo comportarse. En ese tiempo, Pansy había decidido tomar bajo su ala a Hermione, asegurándose de que su apariencia reflejara su nuevo estatus en Slytherin. Para Pansy, la imagen lo era todo, y aunque al principio Hermione se resistió, poco a poco comenzó a adoptar los pequeños cambios que Pansy le sugería. En unos meses, Hermione ya no era la misma chica desaliñada que conocí el primer día. Ahora caminaba con más confianza, su cabello, antes salvaje, estaba más controlado, y su uniforme reflejaba la elegancia que Pansy siempre demandaba. Era curioso ver cómo se había adaptado, y aunque seguía siendo la misma Hermione, su integración en nuestro grupo era ahora innegable.

En cuanto a mí, Blaise y Theo se habían convertido en mis amigos más cercanos. Blaise, con su sarcasmo y su actitud despreocupada, era como un hermano algo que jamás, pensó que tendría. Compartíamos muchas bromas y comentarios ingeniosos, y su humor seco siempre sabía cómo sacar una sonrisa, incluso en los momentos más tensos. Era fácil estar con él, ya que nunca había presión ni expectativas.

"El Destino Fragmentado de Draco"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora