La Ira de un Guardián

1.8K 226 107
                                    


—-----------Severus—------------

Acababa de recibir una carta urgente de Nott que me heló la sangre: Draco estaba inconsciente en la enfermería, y Potter acababa de entrar a la cámara donde se encontraba la piedra. Una furia incontenible brotó en mí. ¿Cómo se les ocurría meterse en semejante peligro sin medir las malditas consecuencias?

—Tú lo sabías, ¿verdad, Albus? Sabías que Potter y sus amigos intentarían ir tras la piedra para "protegerla". Por eso me hiciste venir contigo al ministro, ¿verdad? —No era una pregunta, era una afirmación, y el anciano lo sabía. Mi voz se volvió gélida, llena de ira contenida, como si estuviera a punto de estallar—. Te lo advierto, Albus, no permitiré que les encajes tus garras a Potter ni a Draco. No dejaré que les pase nada por tu maldito bien común, ¿te quedó claro?

—Severus, mi muchacho —me respondió con su acostumbrado tono condescendiente, como si estuviera tratando con un niño—. Por supuesto que no sabía que los niños se pondrían en semejante peligro. Pero verás que están bien, no creo que haya sido tan grave.

—Por tu bien, Albus, espero que así sea —lo amenacé, sin importarme lo que pensara en ese momento. La urgencia por saber que Draco y Potter estaban a salvo me consumía.

Con un chasquido, me aparecí a las afueras de Hogwarts, sin esperar a Albus, y me apresuré hacia la enfermería. Al llegar, Poppy me recibió con una expresión grave.

—Severus, el señor Malfoy se encuentra bien. Solo recibió un hechizo del señor Potter que lo dejó inconsciente; pasará el efecto en unos minutos. En cuanto al señor Potter, al parecer sufrió una gran conmoción en la cabeza. Ya le di las pociones necesarias; despertará en tres días, pero ya está fuera de peligro.

Solté un suspiro que no sabía que tenía, un alivio mezclado con una tensión latente. Me senté entre las dos camas, vigilando sus sueños como un guardián, dispuesto a protegerlos de cualquier mal.

De repente, escuché la voz de Draco, débil y cargada de culpa:

—Padrino... Perdón. Tratamos de comunicarnos contigo, pero no te encontramos en ningún lado. Harry repetía una y otra vez que tenía un mal presentimiento, que teníamos que ir por la piedra. Yo... yo no podía dejarlo solo. ¿Estás molesto conmigo?

Su vulnerabilidad me atravesó como un puñal. Ya sabía que en poco tiempo comenzaría a llorar. Me levanté de manera instintiva y lo abracé.

—No, dragón, no estoy molesto contigo... Simplemente estaba muy asustado. Pensé que les podría haber pasado algo. Necesito que entiendas que tu seguridad y la de Potter son muy importantes para mí. Si vuelve a ocurrir algo así, necesito que me trates de localizar por todos los medios, y si no es a mí, que sea al profesor Flitwick. ¿Entiendes? —Le dije con un tono más severo, porque necesitaba que comprendiera la seriedad de la situación.

—Sí, padrino. Yo... intentaré no volver a estar en esta situación. Padrino, ¿por qué aún llamas a Harry "Potter"? —Me sorprendió su pregunta. No supe qué contestarle.

—No se supone que eres su guardián mágico? —Draco me miró con esos ojos grandes y grises, como un pajarito curioso intentando descifrarme.

—Yo... Es complicado, dragón. No me llevaba bien con su padre, y Potter me recuerda mucho a él. El padre de Potter me hizo muchas cosas que preferiría no mencionar.

—Pero, padrino, ¿qué te hizo Harry? ¿Por qué aún lo tratas y te diriges a él con tanta frialdad? Él no dice nada, pero yo veo el anhelo en sus ojos. Busca tu aprobación en todo lo que hace, aunque no lo haga conscientemente. Eres el único adulto que le ha brindado algún tipo de hogar verdadero.

El Destino Fragmentado de Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora