Entre la furia y la ternura

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-------- Harry--------

Al llegar a la sala común, el ambiente estaba cargado de una mezcla de tensión y preocupación. Pansy estaba acurrucada junto a Blaise, quien la rodeaba con un brazo en un gesto protector. Theo, en cambio, permanecía al lado de la chimenea, observando las llamas con una mirada perdida, su rostro tenso y sus manos descansando sobre su regazo, aunque sus nudillos estaban pálidos por la fuerza con la que apretaba los puños. En sus piernas, Zarina se mantenía quieta, casi como si también sintiera el peso de lo que había ocurrido. Al percatarse de mi entrada, Pansy fue la primera en reaccionar.

—Harry, ¿cómo está Draco? —preguntó mientras se acercaba rápidamente. Para mi sorpresa, me abrazó con fuerza. Pansy no era de las que regalaba abrazos fácilmente, lo que me hizo darme cuenta de lo asustada que debía estar.

—Está bien, mañana despertará —respondí, acariciándole la espalda antes de apartarme de ella—. Podremos ir a visitarlo a la enfermería, pero... —la miré, arqueando una ceja—. ¿Así que no me tienes miedo después de lo que hice?

Pansy se apartó bruscamente y me dio un golpe en el estómago. Fue más fuerte de lo que esperaba, y me hizo soltar un pequeño gruñido de dolor. Con razón eran tan amigos Draco y Pansy eran igual de violentos.

—¡Por supuesto que no, idiota! —respondió, cruzándose de brazos y lanzándome una mirada reprobatoria—. Pero admito que me sorprendiste. No parecías tú en ese momento. Aunque, claro, debí suponerlo... tu cerebro deja de funcionar cuando se trata de Draco. Eres como un perro rabioso.

—Sí, bueno... yo también me sorprendí a mí mismo, pero no me arrepiento —dije encogiéndome de hombros, sin ningún remordimiento en la voz. Me acerqué a Theo, y Zarina, que había estado con él, levantó la cabeza en cuanto me vio, deslizándose rápidamente hacia mí hasta que la sentí enroscada alrededor de mi cintura.

—¿Dónde está mi cría? —preguntó Zarina, su tono era amenazante—. Hueles a su sangre... ¿qué ha ocurrido?

Tuvo un accidente, pero mañana te llevaré con el. Está bien, no te preocupes —intenté calmarla, aunque no me extrañaba que estuviera alterada. Draco no solo era importante para nosotros, sino también para ella.

Bien —respondió, aunque con un tono que dejaba claro que no estaba del todo satisfecha—, pero me dirás quién lo hizo... Nadie se atreve a lastimar a mi cría y salirse con la suya —hizo una pausa, como si estuviera midiendo mis palabras—. Lo mataré.

Sonreí ante su instinto protector. Al parecer, todos los que rodeaban a Draco estaban dispuestos a matar por él. ¿Quién podría culparnos?

De acuerdo, Zarina. Mañana lo resolveremos —le dije, acariciando suavemente su cabeza mientras ella se acomodaba de nuevo en mi estómago.

—Sigo sin poder acostumbrarme a que hables con serpientes —comentó Blaise desde su asiento, lanzando una mirada divertida hacia Zarina antes de mirarme a mí—. Pero bueno, cuéntanos, ¿qué pasó exactamente?

Suspiré, y les conté cada detalle de lo que había ocurrido en la enfermería, desde la furia de Lucius hasta la reacción de Dumbledore. Mientras hablaba, notaba cómo los ojos de todos estaban fijos en mí, sus expresiones oscilando entre el asombro y la preocupación. Sin embargo, Theo seguía sin reaccionar, su mirada perdida en el fuego. Los músculos de sus brazos se tensaban cada vez más, sus nudillos sobresaliendo por la fuerza con la que apretaba los puños.

—Bueno, si alguien tenía alguna intención de acercarse a Draco —intervino Blaise, con su típico tono calmado—, supongo que ahora entenderán que no te andas con jueguitos, Potty. Has dejado un mensaje bastante claro. —Intentaba aliviar la tensión, pero la broma solo consiguió que Pansy lo mirara con desaprobación.

El Destino Fragmentado de Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora