Protección y calidez

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-------------Lucius---------

Maldito Potter, tocando a mi hijo como si ya le perteneciera. La sola imagen de sus manos sobre Draco me hacía hervir la sangre. Pero lo que más me frustraba era que no podía hacer nada para separarlos. Aunque lo detestara, no había duda: Potter era la mejor opción para mantener a salvo a mi hijo. El chico venía de una gran familia, con un linaje respetable. Cuando fuera mayor, tendría bajo su poder tres señoríos y una fortuna considerable. Además, estaba dotado de un poder mágico notable.

Lo que más me tranquilizaba, sin embargo, era que Harry Potter haría todo por el bienestar de Draco. Eso lo había visto con mis propios ojos en más de una ocasión. Era innegable que su prioridad siempre sería mi hijo, aunque admitirlo me quemaba por dentro.

Aun así, la rabia permanecía. El partido había terminado, y aunque los mortífagos comenzaban a moverse en las sombras, yo tenía algo claro: llevaría a Narcisa y Draco de vuelta a la mansión antes de que el caos se desatara. No iba a poner a mi familia en riesgo. Sabía lo que algunos de los antiguos seguidores del Señor Tenebroso planeaban: atacar el Mundial de Quidditch, causar caos, y eliminar a tantos muggles y sangre sucia como pudieran.

Ya no podía involucrarme en eso. A pesar de seguir creyendo en la superioridad de los sangre pura, no arriesgaría mi posición ni mi seguridad. Mucho menos pondría a mi familia en la mira. Mi Señor ya no estaba con nosotros, y no me sacrificaría por los necios que aún lo seguían ciegamente.

Nos aparecimos en la mansión Malfoy. Draco lucía agotado y un poco nervioso. Lo conocía demasiado bien para no notarlo.

—¿Estás bien, padre? —preguntó Draco, con esa preocupación tan suya, aunque él era el que lucía exhausto.

—Sí, Dragón. Solo ha sido una noche larga —respondí con un tono suave, buscando desviar su atención—. Pero dime, ¿cuándo pensabas informarme que tu relación con Potter había avanzado?

Draco se tensó brevemente, pero Narcisa, siempre con su toque de dulzura, intervino antes de que Draco pudiera responder.

—Amor, no seas tan duro con nuestro dragón —dijo Narcisa en complicidad, recostándose con elegancia en el sofá, una sonrisa encantadora en sus labios.

—Yo quería que fuera una sorpresa... —Draco sonrió nervioso—. ¿Te gustó la sorpresa, padre?

Levanté una ceja ante su intento de suavizar la situación.

—¿Que si me gustó la sorpresa? —repetí, sin poder ocultar una leve sonrisa.

Draco adoptó una postura más seria, como si hubiera dejado de lado su broma inicial.

—Es un buen partido, ¿no, padre? Es el Elegido, después de todo. Además, él me cuidará bien.

Mi hijo, siempre tan perspicaz. No podía negarlo, Potter era un buen partido en todos los aspectos, pero eso no significaba que me agradara verlo tan cerca de Draco.

El Destino Fragmentado de Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora