El Destino Fragmentado de Draco

Lagrimas silenciosas

----------Harry------

La final de Quidditch al fin había llegado. Todos en el colegio estaban extasiados, más que nunca, porque este partido decidiría quién se llevaría la Copa de Quidditch. El ambiente estaba cargado de emoción, tanto en el aire como entre mis compañeros de equipo. Sabía que ese partido sería feroz, y no solo por la competitividad de las casas, sino porque todos los ojos estaban puestos en nosotros. Nuestro capitán estaba más determinado que nunca, su última oportunidad de alzar la copa como líder del equipo.

Me pidió que esperara antes de atrapar la Snitch. No quería solo ganar, quería humillar a Gryffindor. Quería una victoria tan aplastante que no dejaría dudas sobre quiénes eran los mejores. Me sorprendió su nivel de sed de victoria, pero lo complací. Esperé, aunque el zumbido de la Snitch dorada seguía llamándome cada vez que pasaba volando cerca de mi cabeza.

Finalmente, cuando la ventaja fue abrumadora, no esperé más. Atrapé la Snitch en un movimiento preciso y el rugido de la multitud fue ensordecedor. Slytherin había ganado, y no solo eso, habíamos arrasado. El sabor de la victoria era tan dulce como el viento que sentía en mi rostro mientras aterrizaba. Los compañeros de equipo me levantaron sobre sus hombros, y el sonido de los aplausos se quedó grabado en mis oídos.

La euforia de haber ganado la Copa de Quidditch me duró una semana entera. Era como si el clima lo celebrara con nosotros; los días se volvieron más cálidos y menos nublados. Junio estaba a la vuelta de la esquina, y cada vez era más tentador relajarse bajo el sol, tumbados en la hierba junto al lago, bebiendo zumo de calabaza o viendo los movimientos del calamar gigante en el agua. Pero no podíamos darnos ese lujo.

Los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, y en lugar de disfrutar del aire libre, estábamos atrapados en el castillo, luchando por concentrarnos mientras el cálido viento del verano entraba por las ventanas. Incluso Fred y George Weasley, que nunca parecían estudiar, estaban metidos de lleno en los libros, preparándose para sus TIMOs.

Percy, por supuesto, estaba más tenso que nunca, enfocado en sus ÉXTASIS. Estaba tan obsesionado con sus estudios que imponía un silencio absoluto. Nadie se atrevía a hacer ruido en su presencia. Pero si Percy estaba nervioso, no era nada comparado con lo que Draco, Hermione y yo sentíamos. Entre las clases y las materias optativas, parecíamos estar constantemente al borde del colapso.

Draco y Hermione, en particular, eran unos perfeccionistas absolutos. Durante estas fechas, era como si estuvieran en modo de guerra. No se les podía hablar sin recibir una respuesta cortante, y aunque Theo, Blaise, Pansy, Ron y yo intentábamos mantener las cosas ligeras, había momentos en los que todos preferíamos mantener cierta distancia. No era miedo exactamente, pero sí prudencia.

Cuando llegó la semana de los exámenes, el castillo se sumió en un silencio tenso. Los pasillos, normalmente llenos de vida, parecían desiertos. Todos estaban concentrados en sus estudios, con libros en las manos y miradas de puro pánico en los rostros de los estudiantes de séptimo curso.

El penúltimo examen, el jueves por la mañana, fue de Defensa Contra las Artes Oscuras. Lupin había preparado algo que nunca habíamos visto antes: una especie de carrera de obstáculos al aire libre. El sol brillaba intensamente mientras nos enfrentábamos a toda clase de criaturas mágicas. Vadear un estanque lleno de grindylows, atravesar agujeros repletos de gorros rojos y chapotear por ciénagas con hinkypunks intentando engañarnos fue agotador, pero también increíblemente emocionante.

Sin embargo, lo que más me marcó fue el final del examen. Teníamos que entrar en el tronco hueco de un árbol y enfrentarnos a un boggart.Pero cuando llegó el turno de Draco, todo se fue al carajo.