El Destino Fragmentado de Draco

El primer cumpleaños

----------Harry---------

Severus me recogió la plataforma 9 3/4, y antes de que pudiera reaccionar, ya habíamos aparecido en la mansión. Me dijo que desempacara y me alistara para la cena. Fue una sensación extraña, pero agradable, llegar a un lugar que, por primera vez, sentía como mío. Un lugar donde mis cosas podían estar seguras, donde nadie las destruiría ni las tocaría. Un pensamiento confuso y gratificante a la vez.

Coloqué la foto que Draco me regaló en Navidad en mi mesa de noche, su sonrisa me acompañaba cada día. Poco a poco fui acomodando los libros y objetos que Severus me había dado a lo largo de mi estancia, notando el silencio, la paz... Por primera vez, Duydley no podía irrumpir para romper nada, y eso me produjo una extraña satisfacción. Sentía como si un peso se hubiera levantado de mis hombros.

Durante la cena, Severus me observaba con su habitual mirada inquisitiva. Comentó que empezaríamos clases de etiqueta y que sería una buena idea aprender un segundo idioma. Decidimos que el francés sería el mejor, considerando mi nueva posición social. Me sorprendió un poco, pero asentí, aceptando el reto. Después de todo, los Slytherin habían hecho un buen trabajo enseñándome cosas sin que yo me diera cuenta.

—Es necesario que domines ciertos aspectos que no solo implican el manejo de una varita, Harry —dijo Severus con un tono neutral—. La oclumancia será otra prioridad; entre más temprano empieces, mejor.

No había espacio para la duda en su voz, y aunque la idea me intimidaba, entendía que era importante. Además, Severus comenzó a entrenarme en duelos. Al principio fue agotador. Severus no mostraba piedad alguna. Cada fallo era una lección dura, pero también me hizo más fuerte. Día tras día, me encontraba mejorando, aunque algunas noches terminaba exhausto y dolorido.

Cuando por fin obtuve el permiso de Severus para reunirme con mis amigos, sentí un alivio que no sabía que necesitaba. No fue fácil, pero después de haber completado todas mis clases y entrenamientos, Severus accedió. La emoción de volver a ver a todos se mezclaba con una sensación inquietante; había pasado casi un mes sin ver a Draco, y la espera era insoportable. Estaba tan acostumbrado a dormir cerca de él que cada noche en su ausencia me resultaba un martirio.

Llegué a la Mansión Nott a través de la Red Flú. La experiencia fue tan desagradable y terminé cayendo torpemente al suelo en cuanto salí de la chimenea. El suelo de mármol frío me recibió mientras intentaba recuperar la compostura.

—Siempre tan elegante, Potty —escuché una risa familiar. No hacía falta girar para saber que Theo estaba disfrutando de mi vergonzosa entrada—. No te preocupes, te enseñaremos a deslizarte por la Red Flú con algo de gracia.

—Qué amable de tu parte, Theo —respondí con sarcasmo, sacudiéndome el polvo mientras levantaba la vista.

El salón en el que me encontraba era impresionante. Candelabros de cristal colgaban del techo, iluminando las paredes adornadas con tapices antiguos que contaban la historia de la familia Nott. Los ventanales, que iban desde el suelo hasta el techo, daban al vasto jardín que se extendía más allá de lo que podía ver. Era un lugar majestuoso, con un aire de misterio y tradición.

Antes de saludar a todos, busqué a Draco con la mirada, pero no lo vi.

—¿Dónde está Draco? —pregunté sin pensarlo. Ron suspiró resignado y le entregó unas monedas a Theo.

—Te lo dije —Theo sonreía con superioridad—. No duraría ni un minuto antes de preguntar por él.

—Ya lo sabíamos —intervino Pansy, que estaba pintándole las uñas a Hermione—. Solo el incrédulo de Weasley pensó que no preguntaría por Draco primero.