Otro año llego...

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----------Harry-------

Desperté con un fuerte dolor de cabeza. Era de esperarse, después de tanto llorar la noche anterior. Pero no podía evitarlo. Me habían llamado su hijo... ¡su hijo! Aquello había removido tantas cosas en mí. Durante años, nunca tuve nada parecido. Crecí en una casa donde me trataban peor que a un elfo doméstico. Hasta que conocí a Severus, no sabía lo que significaba tener una familia, y ahora, de repente, la tenía. Estaba tan feliz que parecía que mi corazón iba a estallar.

Me levanté con cierta pesadez y me di una ducha rápida para despejarme. Cuando bajé al comedor, ya estaban Sirius y Severus desayunando. Sirius parecía estar de un humor extraordinario, casi rozando la locura. Severus, en cambio, estaba tranquilo, como siempre, leyendo el Profeta con una expresión imperturbable, como si nada pudiera alterarlo.

—¡Buenos días, cachorro! —me saludó Sirius con una energía tan vibrante que me desconcertó. Era raro verlo tan animado a esta hora. Por lo general, cuando Severus quemaba sus flores, estaba de mal humor, pero hoy algo era diferente. Miré la mesa, esperando encontrar cenizas, pero en su lugar vi las flores en un jarrón. ¡En un maldito jarrón!

—Ven, siéntate. Le pedí a Nimsy que preparara tu desayuno favorito —dijo Sirius mientras el plato aparecía con un chasquido. Severus, sin decir nada, dejó una poción junto a mi plato. La tomé sin dudarlo y el dolor de cabeza se desvaneció al instante.

—Gracias, Severus. Y... perdón por lo de anoche. No debí ponerme en ese estado... —murmuré, sintiendo la vergüenza subir por mi cuello.

—No tienes que disculparte, cachorro —dijo Sirius, acercándose y dándome un beso en la cabeza—. Somos tu familia, tus padres. Es hora de que esa bella cabeza lo asimile.

—Yo... yo lo intentaré —respondí, con la voz temblorosa. La calidez en el ambiente era algo que aún me resultaba nuevo y difícil de procesar. Buscando un cambio de tema, pregunté—: ¿Qué pasó anoche después de que nos fuimos?

Severus, siempre con su tono afilado, se encargó de responder.

—Un maldito desastre, eso fue lo que ocurrió. Gracias a Merlín que este chucho tuvo la sensatez de sacarte de allí inmediatamente. Hubo demasiados heridos y algunas muertes... La mayoría muggles e hijos de muggles —dijo con una expresión de desprecio hacia la incompetencia—. El Ministerio está en caos. Supuestamente, la seguridad era rigurosa, pero lo dudo mucho. Estaban desprevenidos o no les importaba en absoluto proteger a los más vulnerables.

Cada palabra de Severus me golpeaba con la crudeza de lo ocurrido. Recordaba el pánico, los gritos, el caos.

—Harry, este año debes estar más alerta que nunca —continuó Severus, con un tono más severo—. No solo se realizará la Copa de los Tres Magos, sino que la actividad de los mortífagos ha empezado a reavivarse, Junto con la marca oscura. Varios de ellos participaron en el ataque de anoche, y aunque el Señor oscuro no este, no han abandonado sus viejas costumbres.

La sola mención de la Marca Oscura hizo que se me helara la sangre. Sabía lo que significaba, lo que representaba. Los mortífagos eran seguidores de Voldemort, magos que habían jurado lealtad a la oscuridad, a costa de todo.

—La Copa de los Tres Magos —explicó Sirius, viendo mi expresión de desconcierto—, es un antiguo torneo que se celebra entre tres escuelas de magia: Este año serán Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang. Los campeones, uno de cada escuela, son elegidos para competir en una serie de pruebas peligrosas diseñadas para poner a prueba su ingenio, valor y habilidades mágicas. Y aunque se supone que solo los estudiantes de 17 años o más pueden participar, tú tienes una atracción hacia el peligro.

El Destino Fragmentado de Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora