El Peso del Poder

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----------Draco---------

Hoy era el Día del Equinoccio Mágico . Una festividad sagrada que celebraba el equilibrio entre la luz y la oscuridad, el día y la noche, y el poder de la magia ancestral que fluía con más fuerza en ese instante. Los magos y brujas acudían a esta ceremonia para pedir deseos a Lady Magic, la encarnación misma del poder mágico, y a cambio, debían ofrecer una promesa sagrada. Se decía que durante este día, las líneas entre la realidad y el reino mágico se desdibujaban, y Lady Magic escuchaba más que nunca.

Nos dirigimos a la Mansión Nott, un lugar antiguo y poderoso, con raíces en la magia más arcaica. El aire vibraba con una energía casi tangible. A pesar de mi inquietud, un punto a favor era que Theo estaría ahí, acompañado de Blaise y Pansy, los pocos con quienes podía ser realmente yo mismo.

El festival estaba en su apogeo cuando llegamos. Decenas de magos y brujas se reunían en el vasto jardín de la mansión, vestidos con túnicas livianas de colores cálidos: dorados, anaranjados, rojizos, tonos que parecían reflejar el fuego del atardecer. Las telas flotaban alrededor de ellos como si fueran parte del viento mismo, y muchos llevaban tiaras de flores encantadas que brillaban débilmente con un resplandor místico, como si cada pétalo estuviera cargado de magia. Había una belleza casi irreal en la escena, como si estuviéramos en otro tiempo, uno más puro y olvidado.

Mi madre me tomó del brazo y me guió hacia la gran fogata que se alzaba en el centro del campo. Las llamas danzaban en colores sobrenaturales, verdes y azules entremezclados con el habitual naranja. Se inclinó hacia mí, sus ojos brillando con una intensidad que no había visto en mucho tiempo.

—Draco —dijo suavemente, su voz casi consumida por el crepitar del fuego—, hace muchos años, en un festival como este, le pedí un deseo a Lady Magic. Le rogué poder tenerte, hijo mío. No podía concebir... pero ella me escuchó. Y a cambio, le hice una promesa. Una promesa que debo cumplir hasta el final de mis días.

La escuché en silencio, sorprendido por la sinceridad de su confesión. La mirada en sus ojos era solemne, como si reviviera ese momento con cada palabra.

—Le prometí —continuó— que siempre te protegería, que te guiaría en el camino de la grandeza, sin importar el costo.

Me quedé helado. No era común que mi madre me hablara así, con tanta apertura. Sentí un nudo en la garganta al pensar en el peso de esa promesa. Luego, me miró directamente.

—Hoy es tu primer festival, Draco. Es tu turno de pedir un deseo. Lady Magic siempre escucha... pero recuerda, toda petición tiene un precio.

Su mano cálida apretó la mía, incentivándome. Me acerqué lentamente al fuego, juntando las manos en un gesto de súplica. El calor de las llamas me envolvía, y por un momento, el tiempo pareció detenerse. Mis labios apenas se movieron al susurrar mi deseo.

El Destino Fragmentado de Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora