II

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Terminó el artículo al otro día por la mañana, cuando su mente no le permitió seguir durmiendo. Se levantó tan temprano que el sol aún no había salido, y la casa estaba sumida en un silencio casi reverencial. Era un sábado, y en otros momentos, ese día representaba la libertad y el descanso, pero esa mañana, todo lo que podía pensar era en el pequeño Theo y en Louis.

Mientras se sentaba en su escritorio, la luz tenue del amanecer comenzaba a filtrarse por la ventana, pintando las paredes de su habitación con suaves tonos dorados. Harry sintió una mezcla de satisfacción y alivio al haber completado el artículo, pero en el fondo, la inquietud por la situación de su vecino persistía. ¿Cómo estaría Louis? ¿Habría podido descansar un poco? ¿Necesitaba más ayuda?

Con una taza de café humeante en una mano y el artículo impreso en la otra, decidió que no podía ignorar la necesidad de chequear a Louis y al bebé. Después de todo, algo dentro de él lo impulsaba a actuar, a ser parte de esa historia que había comenzado de manera tan inesperada.

Así que se vistió rápidamente, optando por una camiseta cómoda y unos jeans, y salió de su apartamento, sintiendo la fresca brisa de la mañana en su rostro. La lluvia de la noche anterior había dejado las calles brillantes y limpias, y el aire fresco olía a tierra húmeda. Caminó hasta la puerta de su vecino, el corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Harry dudó un instante antes de tocar la puerta, preguntándose si había hecho lo correcto. Pero al recordar la vulnerabilidad de Louis, la preocupación por su bienestar y el pequeño Theo, su determinación se fortaleció. Finalmente, tocó con suavidad, pero lo suficiente para que se oyera.

-¿Louis? -llamó, esperando escuchar algún movimiento del otro lado.

Pasaron unos momentos que parecieron eternos antes de que la puerta se abriera lentamente, revelando a Louis, que lucía un poco más descansado, aunque aún con ojeras visibles.

-Harry... -dijo, una sonrisa tímida asomando en su rostro-. No esperaba verte tan temprano.

-Me desperté y pensé en ustedes -respondió Harry, sintiéndose un poco nervioso pero decidido-. ¿Cómo están?

Louis miró hacia adentro, donde el suave llanto de Theo se podía escuchar a lo lejos.

-Ha sido un poco complicado, pero estamos sobreviviendo -admitió, su voz llena de sinceridad.

Harry sintió un impulso inmediato de entrar y ayudar. Quizás ese sábado no sería como los otros; tal vez se convertiría en algo más significativo, algo que cambiaría su vida y la de Louis de una manera que aún no podía comprender del todo.

Cuando iba a hablar, su teléfono sonó en su bolsillo, rompiendo el silencio del momento. El sonido del timbre parecía resonar en el aire tenso entre él y Louis.

-¿Me disculpas un minuto? -dijo Harry, sintiendo que era una molestia interrumpir, pero también sabía que debía atender la llamada. La preocupación que había visto en los ojos de Louis lo seguía pesando en la mente.

Salió del departamento de Louis, sintiendo la mirada curiosa del omega en su espalda, la cual lo hizo dudar un segundo antes de girar la manija de la puerta. Sacó su teléfono del bolsillo y vio el nombre de su hermana parpadeando en la pantalla. Su corazón dio un pequeño salto; Gemma siempre tenía el poder de hacer que se sintiera como si estuviera en casa, incluso cuando la vida se complicaba.

-Hola, Gemma -respondió Harry, tratando de mantener la voz tranquila, aunque por dentro se sentía un poco nervioso por la situación que había dejado atrás. La preocupación por el joven y su bebé seguía calando en su mente.

-¡Hola! ¿Cómo estás? -la voz de su hermana era cálida, pero había un tono de preocupación que hizo que su corazón se acelerara. Podía casi imaginarla, con esa expresión atenta que adoptaba cada vez que sentía que algo no iba bien.

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora