XLIII

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Harry dejó que el agua llenara la bañera, vigilando la temperatura para asegurarse de que estuviera perfecta para Louis. La calma de ese momento le hizo sonreír mientras observaba al omega profundamente dormido sobre las sábanas, con su expresión tranquila y serena.

Aprovechando que Louis descansaba, Harry se levantó en silencio y salió de la habitación para asegurarse de que Theo seguía dormido en su propia cama. Al asomarse, vio a su cachorro profundamente dormido, abrazando a su peluche favorito. Una paz lo invadió al ver a su familia en calma, y con cuidado volvió al cuarto, dispuesto a cuidar de ambos hasta el último detalle.

Regresó junto a Louis, tomando una toalla limpia y preparando todo para que cuando despertara, pudiera disfrutar del baño relajante.

Harry se acercó con suavidad, arrodillándose junto a la cama donde Louis dormía profundamente. Pasó sus dedos con ternura por su cabello, acariciándolo hasta que notó que comenzaba a abrir los ojos.

-Amor, omega mío... despierta, mi vida -susurró con voz suave, su tono lleno de cariño-. El agua está lista.

Louis parpadeó lentamente, adaptándose a la luz tenue de la habitación, y esbozó una leve sonrisa al ver a Harry allí, tan atento. Aún sintiéndose algo agotado, se dejó guiar por el alfa, quien lo ayudó a incorporarse con todo el cuidado del mundo.

-Vamos, quiero que te relajes -dijo Harry, sosteniéndolo con firmeza mientras lo llevaba hacia el baño.

Harry observó la dulce timidez en el rostro de Louis y, sin decir una palabra, lo ayudó a ponerse de pie con delicadeza. Sus brazos envolvieron la cintura de su omega, sosteniéndolo mientras lo guiaba lentamente hacia el baño, cada paso suave y lleno de cuidado, asegurándose de que Louis sintiera el amor y la protección en cada gesto.

Al llegar a la puerta del baño, Harry se detuvo y lo miró bajo la suave luz del cuarto. La bañera estaba llena, y el agua templada emanaba un vapor ligero que perfumaba el ambiente con el aroma sutil de las sales de baño que había elegido con esmero. La sonrisa de Harry reflejaba su orgullo y ternura, consciente de lo especial que era este momento para ambos.

-Aquí estamos -murmuró suavemente, acariciando la mejilla de Louis con el dorso de su mano-. Calenté el agua y dejé unos jabones nuevos... puse un par de sales de baño para que te relajes. Aquí tienes mi bata, una toalla... y tus pantuflas -dijo, señalando cada cosa con cariño y esmero-. Estaré cambiando las sábanas, ¿sí? Llámame si necesitas algo.

Louis lo miró en silencio, sus ojos llenos de gratitud y un leve sonrojo en sus mejillas que le daba un aire de inocencia y vulnerabilidad. Justo cuando Harry iba a girarse para salir, escuchó la voz de su omega, suave y casi susurrante.

-Harry...

Harry se detuvo en seco y se volvió, mirándolo con una calidez infinita. -¿Sí, mi vida?

Louis bajó la mirada, sus mejillas cada vez más rojas, como si lo que estaba a punto de decir le causara una dulce vergüenza.

-¿Me... me besas?

La petición fue un susurro tímido, pero sus palabras resonaron profundamente en el corazón de Harry. Sin dudarlo, se acercó de nuevo y llevó una mano a la mejilla de Louis, acariciándola con una ternura infinita antes de inclinarse y rozar sus labios con suavidad. El beso fue delicado, lleno de amor y calidez, un contacto que transmitía toda la tranquilidad y devoción que sentía por él.

-Siempre, amor -murmuró Harry contra sus labios, mientras sus dedos acariciaban la piel de su omega, transmitiéndole todo su apoyo-. Ahora relájate, yo estoy aquí.

Louis lo miró con una sonrisa pequeña, y apartó la mirada con una timidez que le hacía sentirse vulnerable y, al mismo tiempo, profundamente agradecido. Susurró, apenas audible, con la cabeza ligeramente inclinada:

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora