XIX

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Theo estaba sentado cómodamente sobre el regazo de Harry, sus pequeños dedos jugando con la manga de la camisa de Harry mientras se llevaba la mano a la boca, chupando distraídamente. Habían pasado casi dos semanas desde el cumpleaños de Harry, pero todo seguía con esa misma calma doméstica que a ambos les había empezado a gustar.

El alfa tecleaba en su computadora, ajustando documentos y atendiendo emails, mientras, de vez en cuando, apartaba la vista de la pantalla para asegurarse de que Theo estuviera bien. Era una escena tranquila, casi rutinaria, pero para Harry, esa simple cotidianidad era algo que valoraba profundamente. El calor del pequeño niño apoyado contra él y el suave sonido de su respiración lo anclaban a una realidad que, en otros tiempos, le habría resultado inimaginable.

Theo soltó un pequeño suspiro y se movió, acurrucándose más contra Harry. El alfa sonrió, dejando una mano en la cabecita del niño mientras escribía con la otra.

-Eres el mejor asistente, ¿sabes? -murmuró Harry, inclinándose para darle un beso en la coronilla.

El pequeño Theo murmuró algo, apenas audible, un balbuceo que se perdió entre sus labios mientras mantenía la cabeza apoyada en el pecho de Harry. Era un sonido suave, cálido, como si estuviera sumido en un sueño a medias.

-Lobito, debo trabajar -murmuró Harry en voz baja, acariciando con delicadeza la cabecita de Theo, su tono suave pero con una leve sonrisa dibujada en sus labios.

Theo, en respuesta, simplemente se acomodó más, aferrándose ligeramente a la camisa de Harry, como si entendiera pero se rehusara a separarse. Harry dejó escapar una leve risa, sabiendo que ese pequeño gesto le derretía el corazón cada vez.

-Está bien, campeón -susurró Harry, inclinándose para besar la frente de Theo-, cinco minutos más.

Harry suspiró y miró a Theo con ternura. Suave y bajo, casi como si fuera un secreto entre ellos, dijo:

-Te quiero, lobito.

El niño no respondió, pero su pequeño cuerpo se acurrucó más contra el de Harry, como si en su propio idioma, su cercanía fuera una respuesta. Harry sonrió, sabiendo que esos momentos, aunque silenciosos, decían más que cualquier palabra.

Theo se quedó quieto, su respiración suave contra el pecho de Harry, quien volvió su atención a la pantalla de la computadora, pero su mente seguía fija en el pequeño niño acurrucado en su regazo. Había algo increíblemente especial en esos momentos, en la tranquilidad que le proporcionaba cuidar de Theo mientras trabajaba.

Minutos después, Louis entró a la sala con una taza de té en las manos. Sonrió al ver a Harry y Theo juntos. Se acercó despacio, como si no quisiera interrumpir la paz que se respiraba en la habitación.

-¿Todo bien por aquí? -preguntó en voz baja, sentándose al lado de Harry en el sofá.

Harry asintió, apartando un mechón de pelo de la frente de Theo con suavidad.

-Perfecto. Solo estábamos teniendo un momento de... desconexión. ¿Cómo va tu día? -respondió con una sonrisa.

Louis lo observó, esa escena siempre hacía que su corazón latiera un poco más rápido. Se sentía afortunado, aunque aún había cosas que resolver, su pequeño mundo con Harry y Theo se sentía más seguro, más completo.

-Bien -murmuró Louis, tomando un sorbo de su té-. Creo que ya empiezo a acostumbrarme a tener ayuda con este pequeño... y contigo aquí.

Harry lo miró con cariño, inclinándose un poco hacia él.

-No estoy yendo a ningún lado, Lou -dijo, con la voz suave pero firme.

Louis sintió una oleada de calidez ante las palabras de Harry. Era un recordatorio reconfortante de que no estaba solo en esto, de que había alguien dispuesto a permanecer a su lado, sin importar los desafíos que pudieran enfrentar.

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora